Cazorla y el cine

    09 jul 2018 / 08:27 H.

    Andar por los pasillos de la vida cultural en la provincia jiennense te obliga, de manera inevitable, a toparte con Cazorla. Como si la recogida capital de la Sierra poseyera un imán irresistible. Confluyen sobre ella los mejores esfuerzos realizados en el panorama jiennense en torno a la cultura. Da igual que observemos el teatro, el blues, el arte contemporáneo, el cine, el flamenco... allí aparece Cazorla, con una panoplia de eventos de primer nivel, despertando la envidia en otros territorios. En pocos días llega el Blues 2018 y convierte las calles y plazas en el epicentro blusero a nivel internacional. Acude un público fidelísimo, venido de una anchísima geografía, fiestero, abigarrado, ruidoso, buen conocedor de la cultura llegada desde la mítica Nueva Orleans. Y la ciudad aporta el espejo donde se miran muchos miles de personas, la fuente de la Plaza Vieja, las terrazas desbordadas, la mirada curiosa y alegre que caracteriza a las gentes de Cazorla, tal vez las más cosmopolitas de la tierra del olivo.

    El Blues Cazorla siempre tiene quien le escriba. Los medios de comunicación engrandecen esta iniciativa, tan arraigada como las torres que culminan el caserío desparramado, en busca del Cerezuelo. Por eso en este lunes de julio no me ocuparé de la cita musical, tan milimétricamente pergeñada por Carlos Espinosa y su equipo, sino de un evento más modesto, de menor repercusión mediática, pero henchido de posibilidades futuras. Hablo de los cursos de cinematografía que la Diputación Provincial y el Ayuntamiento pondrán en pie a partir de la semana próxima, con un nivel envidiable para cualquier gran ciudad española.

    Por qué celebrarlos aquí y no en cualquier otro de los 96 municipios, me preguntan algunos amigos, conocedores de mi querencia cazorleña. Son frecuentes las ocasiones en que me veo obligado a recordarles que no hay otra ciudad pequeña donde hayan visto la luz dos notorios cineastas. Las figuras de Miguel Picazo y Antonio del Real no surgen por casualidad en Cazorla. Son fruto del poso cultural, aristocrático y pequeño burgués, que ha llevado a muchos cazorleños al desempeño de cargos importantes del Estado en los siglos XIX y XX. Fruto en buena medida del pensamiento ilustrado, la pasión por los estudios y la vocación cultural, visibles por doquier en la historia de la Villa. Por eso entiendo que hacen bien en aprovechar ese rescoldo para plantar sobre él las brasas de la creación cinematográfica.

    Por otra parte, Cazorla sirvió como escenario para unas cuantas películas y series de televisión. Recuerdo dos ejemplos singulares: la popularísima “Curro Jiménez”, y la singular obra de Carlos Saura “Llanto por un bandido”. Precisamente el cineasta aragonés estará en el delicioso e imponente marco de las Ruinas de Santa María en la noche del próximo día 17 presentando este poderoso film, muy diferente de las obras más conocidas del autor de “Cría Cuervos” o “Elisa, vida mía”. Esta proyección arranca los cursos impartidos por figuras tan notables como Pablo Berger (“Escribir en imágenes”), el creador de la redonda y singular “Blancanieves”, Moncho Armendáriz y Puy Oria (“De la idea a la pantalla”), y Gracia Querejeta (“Interpretación ante la cámara. De la imagen al diálogo”). Casi un centenar de alumnos se beneficiarán de la enseñanza de maestros tan creativos y experimentados.

    Y la semilla de estos cursos fructificará, no será vana en una ciudad donde han realizado sus óperas primas en los últimos años Francisco Dueñas, Antonio Bernal, Ricardo López... entre otros. O donde apunta dotes creativas el joven talento de Juan Carlos Egea. Toda semilla cultural crece en el clima favorable que ofrece Cazorla. En el campo de la interpretación brillan Ana Vilches, Lola Marín, Antonio Esquinas, Juan Carlos Ríos... provenientes de la fértil cantera de Pecato Veniale. Y en la misma “camada”, rizando el rizo del orgullo de pueblo, hasta se forjó el actor, crítico y gestor teatral Carlos Cuadros, que desempeñó la Dirección General de Cinematografía años atrás. La relación de Cazorla con el cine: una historia de amor. ¡Digo yo!