Calle melancolía

    19 abr 2018 / 08:43 H.

    Nací en las inmediaciones del Arco de San Lorenzo y crecí correteando calles empedradas que rezumaban historia, estrechas y empinadas pero llenas de vida, tejiendo barrios emblemáticos impregnados de pasado, que a pesar de ser nuestro origen tienen un futuro incierto. El abandono y la desidia que invaden el casco antiguo de nuestra capital está provocando su ruina y degradación, con solares abandonados, casas derrumbadas, ratas y basura. Pero esto no es de ahora, viene de lejos, ya que la administración local mirando para otro lado hace que esta situación, al estilo García Márquez, suponga la crónica de una muerte anunciada. No cabe duda que quienes residen en estos barrios no son ciudadanos de tercera, pues también pagan sus impuestos y, por tanto, deberían disfrutar de un entorno seguro, digno y saludable. Una capital de provincia que se precie debe apostar por su entorno histórico y monumental, no sólo por la Catedral, también por los barrios antiguos que constituyen un valor turístico y económico para la ciudad. Quizás, hace ya mucho tiempo, la calle Alegría hacía honor a su nombre, pero ahora más bien debería llamarse calle Melancolía, como cantaba Sabina.