Autoestima jiennense y torera

28 jun 2018 / 08:15 H.

Formar parte del jurado de los premios Jiennenses del Año es un honor que reconozco. Las largas horas de debate se ven compensadas con la satisfacción del observador privilegiado ante la fuerza de esta provincia y la creatividad, la constancia, la capacidad de iniciativa y la calidad humana de su gente. Especialmente brillante estuvo, en el acto de entrega, el director de la maleta viajera, cuando habló sin complejos de una vieja escalera que tanto estorba y que nunca terminamos de evitar. Hay que reinventarse, dijo, con toda la razón. Algo que desde el mismo diario, con su presidente al timón, ya se viene haciendo, al integrar, junto al eterno papel, otros formatos de expresión, —como la radio—, y otras iniciativas empresariales relacionadas o no con la comunicación. Dejando claro que todo tiene que funcionar bajo el signo de la ética y la independencia, como valores indispensables de la buena información. Vivimos tiempos de cambio en los que es preferible asumir los errores que recurrir al autoengaño. Y como ha ocurrido en la historia de la fiesta, con sus resurgimientos y sus crisis, la solución pasará seguramente por la vuelta a los valores del clasicismo. El arte, el valor y la honestidad de un torero, delante de la fuerza, la casta y la bravura de un toro. Será el toro, con toda seguridad, el que vuelva a poner las cosas en su sitio. Ayer asistí a la reunión del Consejo Provincial de Asuntos Taurinos, de la Delegación del Gobierno de Andalucía, —que con notorio agrado preside su titular Ana Cobo—, en el que se presentaron los resultados de la actividad taurina de 2017. Doscientos trece festejos celebrados en este “paraíso interior” en el que pastan los toros del Santo Reino desde tiempo inmemorial. Más festejos que el año anterior y más del doble que la siguiente provincia de Andalucía. En las calles o en las plazas de casi sesenta pueblos y ciudades de la provincia se corren o se lidian toros. Ya lo decía Antonio Gala: “Aquí en las ferias de los pueblos, imprescindibles solo hay dos cosas, una virgen y un toro. Y es más fácil adivinar, por más reciente, cuando apareció la primera que cuando apareció el segundo”. En una de las intervenciones, la ganadera María Jesús Gualda se preguntaba, —sabiendo la respuesta—, por qué las ganaderías de Jaén lidian tan pocos toros en las plazas de Jaén. Y lo mismo pasa con los toreros. Por eso, aprovechando el espíritu de los premios de este diario, no vendría mal un poco de autoestima torera. ¿Alguien se puede imaginar una corrida de toros en la capital, ligada a la apertura o al cierre de la campaña de aceituna, como acontecimiento y lugar de encuentro del sector aceitero, con implicación de almazaras y cooperativas de toda la provincia, con toros de Jaén y con toreros de Jaén? Tengo un amigo, Juan de la Chica, del Círculo Taurino de Jaén que hace tiempo me dio las claves. Los mayores recordarán, para bien, aquella iniciativa de la Diputación Provincial con la corrida concurso de ganaderías. Empecemos por valorar lo que tenemos, que es mucho, también con los toros. Y no sería mala cosa recuperar un premio taurino para los Jiennenses del Año. Entre otras cosas porque la tauromaquia jiennense, además de sus valores propios, puede ser un vehículo de promoción de toda la provincia, no sólo desde el punto de vista turístico, sino económico y cultural.