Ante la inactividad, actuemos

    04 jul 2018 / 08:22 H.

    Desde luego, a veces dan ganas de tomarse en serio el dicho de que “tenemos lo que nos merecemos”. Toca ahora quejarse, en nuestra ciudad, por el tema de las polémicas obras en la Plaza Deán Mazas y, como no podía ser menos, a la ciudadanía jiennense no nos parece bien la ejecución de tales trabajos: Porque no son necesarios, porque no se va a poder instalar la pantalla gigante para ver a la Selección española (justificación inexistente ya, por cierto), porque van a poner el centro patas arriba, porque se va a emplear granito, porque se eliminarán los árboles, porque hay otras cosas más urgentes... El caso es que, en esta nuestra ciudad, cualquier proyecto e iniciativa que quiera llevarse a cabo para modernizar, remodelar y adaptar su fisonomía, será mal recibida y se peleará por intentar que se deseche la idea. Tenemos aún, en la memoria más reciente los casos de la criticada peatonalización del centro de la ciudad, el maltrecho tranvía de Jaén y el enterrado parque acuático. Nada de ello es bueno para nosotros. Es perfecto para otras capitales. Córdoba, Sevilla, Granada, Toledo, Salamanca, Cuenca,...llevan tiempo sin permitir el paso de la circulación por su casco antiguo, pero en Jaén, nos quejamos de que, por tal circunstancia, el comercio y el sector de la hostelería ha disminuido. El tranvía de Zaragoza pierde 12.000 euros al día, y resulta que en Jaén se paralizó porque no era viable económicamente. Y así podríamos seguir enumerando todas y cada una de las genialidades que oponemos a todas y cada una de las escasas propuestas de mejora que, en cada ocasión se pretenden acometer. Está claro que hay quien entiende que, mucho mejor no hacer nada y quedarnos como estamos. Será que estamos fenomenal (entiéndaseme el tono irónico). Por mi parte, llámenme insensata, pero creo que la inactividad nos hunde, nos pudre, nos amuerma. Cuando hay interés en mejorar la situación, hay que intentar las cosas. A veces tendremos éxito, y en otras ocasiones, nos equivocaremos. Pero por Dios, actuemos. El miedo a no errar en el intento, nos aboca al más absoluto fracaso. Mucho mejor no hacer nada y quedarnos como estamos. Será que estamos fenomenal.