de cabeza

    16 may 2017 / 10:05 H.

    A mí me lo enseñaron como una fortaleza. Me refiero a sobrellevar lo que nos sucede en nuestra vida con estoicismo. Es decir, dando poco margen a los sentimientos, lo cual no significa, en absoluto, que se haya de vivir sin sensibilidad. Por el contrario, en no pocas ocasiones, abusar del sentimentalismo nos puede privar de la auténtica percepción sensible de lo que nos rodea. Los sentimientos llevan, con más frecuencia que con menos, a cometer errores que, en caso de una mínima meditación, no hubieran pasado por nuestra cabeza. Decisiones que han derivado de nuestra buena fe, de nuestro deseo de que todo vaya y salga bien, de una mirada inocente, ingenua, sentimental, hacia los otros, hacia el que tienes enfrente y del que nunca podrás saber cómo piensa o, claro está, cómo siente. Decisiones que nunca hubiera producido la razón pero a las que nos conduce la ausencia de verdadera templanza. Esto es, vivir con algo más de cabeza y un poco menos de corazón.