A propósito del Premio, pero, sobre todo, de la amistad

18 nov 2018 / 12:29 H.

Hola, hola, hola... Gentes de mal vivir y buen yantar, gentes de mi Graná y del gran Jaén, buenas gentes de aquí y de allá, gentes que siempre sonríen y alguna vez lloran, claro que sí, gentes que hacen de las cosas pequeñas ejemplo de vida diaria, gente grandiosa que siempre tiene tiempo y mano tendida para los amigos, moren la mismísima tierra encantada, se besen y se abracen por el planeta Facebook o recen como niños chicos el “Jesusito de mi vida” porque los sueños se cumplen si se sueñan, gentes, buenas gentes del mundo y gente buena del Tocón City ... Gracias, gracias, gracias por todos vuestros buenos deseos y parabienes.

Los premios llegan con los años. Y como bien sabéis, la edad, no es casi nunca buena compañera de la autoestima. Pero afortunadamente, por el contrario, uno va haciendo buenos y grandes amigos conforme va cumpliendo años. Eso es lo importante, que pasen los días, las semanas y los meses, pero al lado de gente grande y única, gente sencilla y luchadora, gente sensible y bondadosa, siempre junto a amigos, de ahora y de la eternidad. De la escuela y del COU, del trabajo y de la calle, que nosotros somos de la generación de las tres “C”, la calle donde nos desollábamos las rodillas, el colegio donde dimos los primeros besos y nos dieron los primeros tirones de orejas y la casa, la casa de los mimos y los cariños de nuestros padres. Así las cosas, compensado esto de hacerse uno mayor con las buenas experiencias vividas, estaréis conmigo que para cualquiera, un premio es un terrón de azúcar con el que endulzar la vida. Además de un acicate para seguir luchando por aquello en lo que uno cree, además de en la familia y los amigos, en construir una sociedad mejor. Os confieso, pese a mi timidez, que no quiero ser importante, nunca lo quise ni lo busqué, solo quiero cambiar el mundo; eso sí.

Acabo para no aburriros mucho: Gracias por esta enorme palmadita en la espalda que me brindais. Gracias de corazón por sonrojarme con vuestro cariño. Porque en el fondo los premios son las cenizas de las brasas que uno ha ido encendiendo en la vida y que me llegue uno del mundo del Periodismo y en tu tierra, Andalucía, es una muy agradable noticia para mí que no podía dejar de compartir con todos vosotros y con todas vosotras, de la mano de las nuevas autopistas de la comunicación, especialmente en papel Prensa. Y os lo cuento para que comprobéis que no son palabras grandilocuentes, son palabras que salen de muy dentro, de lo más profundo de vuestro Juanito. Decía Gustavo Adolfo Bécquer que “hay almas que hablan con los ojos y besan con la mirada” y este humilde jiennense de Graná que se gana la vida de ‘juntaletras’ hoy os brinda con su alma su corazón partido, por tanto amor que me dais. Lloro de alegría junto a vosotros, con vosotras, y eso es una de las cosas más bonitas del mundo. Gracias, gracias, muchas gracias. ¡Nos seguimos viendo en los bares; esta vez pago yo!