Unión de ilusión y empeño

La III Lanzadera de Empleo y Emprendimiento Solidario trabaja, durante cinco meses, para desarrollar las habilidades de sus participantes y ayudarles en la constante búsqueda de trabajo

08 jul 2018 / 10:57 H.

Una pequeña familia con un objetivo común: conseguir un empleo donde poder sentirse realizados. La III Lanzadera de Empleo y Emprendimiento Solidario vuelve, un año más, a enseñar a los jiennenses la mejor forma de conseguir “lanzarse” al mercado laboral de una manera exitosa. Así, un total de 23 personas se iniciaron este año en una aventura que les llevaría a cumplir sus metas profesionales en un programa que, en su último mes de funcionamiento, solo cuenta ya con siete participantes.

Al contrario de lo que muchos podrían pensar, la misión de esta iniciativa no consiste en buscar y dar trabajo. La transformación personal, el autoconocimiento y la búsqueda de un empleo apropiado para cada uno de los participantes son varios de los principales objetivos que persigue este proyecto, que se realiza en Jaén desde 2015. De hecho, las semillas de las lanzaderas están dispersas por gran parte del panorama nacional gracias a la Fundación Santa María la Real. Tanto que, actualmente, ya se cuentan más de 400 lanzaderas en toda España. Sin embargo, ninguna de ellas es igual que otra, ya que estos programas, compuestos por aproximadamente 20 personas, personalizan las directrices según el perfil de cada uno de sus participantes. “Venir con un plan fijado es una tontería, porque al día siguiente tienes que tirarlo a la papelera y empezar con la realidad”, explica Rosa Martínez, quien es la coordinadora de esta iniciativa desde sus inicios en Jaén.

La lanzadera es, en definitiva, un programa de innovación social para el empleo. Para ello, se dio un giro con el objetivo de tener una forma distinta de mirar al mercado laboral, prioritariamente juvenil, pero no exclusivamente. Según expone Martínez, en esa actividad tienen cabida personas de todas las edades y perfiles profesionales. De hecho, esto es, precisamente, lo que enriquece la experiencia en el programa. “Lo que se pretende en una lanzadera es hacer un trabajo de ajuste entre las expectativas de las personas y de las empresas. Al final, las compañías hablan de escasez de talento y las personas de escasez de oferta. Las dos tienen su parte de verdad, pero también de parcialidad”, señala la coordinadora. Por ello, desde este programa se intenta que los profesionales que participan se den cuenta de su valía, de cuáles son sus fortalezas, de qué pueden aportar a la empresa y, sobre todo, a qué empresa dirigirse según sus gustos y personalidad. “Nos olvidamos un poco del buzoneo. Tomamos una estrategia y un camino diferente, que consiste en tener muy claro qué puedo darle a la empresa, cuál es mi valor y a qué tipo de empresa dirigirme, no a todas”, insiste. El motivo que Martínez da a la necesidad de buscar una empresa que se adapte a la personalidad de los profesionales es muy sencilla: de esta manera, es más fácil ser feliz. Afirma que, si el trabajador se siente a gusto y comparte los valores de la compañía, será mucho más productivo. “Si no es así, en algún momento dado, algo va a chirriar y alguien saldrá perdiendo. Y, normalmente, eres tú”, comenta. Así, investigar a una empresa puede ayudar a diferenciarse, porque, según dice, no hay que convertirse en robots sin personalidad. “Saber qué valores tiene una empresa nos facilita saber si queremos estar en ella o no, porque cuando vamos lo tenemos que hacer al cien por cien”, indica. Asimismo, las lanzaderas sirven para desarrollar todas aquellas habilidades o destrezas que los profesionales necesiten a la hora de encarar su trabajo. Entre ellas, apuestan por mejorar capacidades como la gestión del tiempo, el trabajo en equipo, la colaboración o el manejo de las redes sociales y las destrezas digitales. De igual manera, si alguno detecta que alguna competencia o habilidad técnica de manual en su área de trabajo también se encarga de mejorarla durante las sesiones. Todo un completo compendio de aptitudes que las empresas valoran a la hora de contratar a nuevos empleados.

PUNTOS FUERTES. Entre las actividades que realizan los participantes en la lanzadera, se encuentra la elaboración de un análisis de cómo es el mercado laboral y cuáles son las empresas a las que pueden ir a presentarse y “venderse” como profesionales aportando algo útil. “Todo esto no se hace en dos días. La teoría es muy fácil, todo el mundo la entiende, pero lo complicado es hacer. Por eso, la lanzadera es un programa que sirve mucho y, a cambio, exige compromiso diario, asistencia y trabajo”, especifica Martínez, quien insiste en la valiosa experiencia que puede suponer para todos participar en la lanzadera. Sobre este asunto declara: “Parece que, lo que nos depara el futuro en el mercado laboral, es tener que estar constantemente buscando nuevos proyectos donde todo lo que has aprendido te sirva, donde no tengas que volver a empezar otra vez de cero”.

El desarrollo de la autonomía personal es otra de las claves que Rosa Martínez promueve entre los participantes de la lanzadera. Por ello, en la gran mayoría de las ocasiones, son los propios profesionales que asisten a este programa los que se ponen en contacto directo con sus empresas objetivo. Todo, obviamente, bajo la atenta supervisión de la coordinadora. Además, también realizaron visitas a las diferentes compañías que estaban en la “lista de deseos” con el objetivo de comprobar, in situ, la realidad que se respira en ella. “No porque vayamos a verlo vamos a volver con un contrato bajo el brazo, somos realistas. Pero hay empresas que nos hablan de cómo son sus procesos de selección, de cuándo son, qué expectativas tienen o qué valoran más”, subraya Rosa Martínez. Esto permite a los participantes saber si el ambiente es el que se esperaban y, por supuesto, si les convence, o no, el que sería su futuro puesto de trabajo.

La lanzadera de este año se caracteriza por componerse de jiennenses muy jóvenes. En ella, Martínez detalla que todo tiene sus pros y sus contras, y aclara: “Es cierto que la famosa Garantía Juvenil o los Bonos Joven son incentivos para la empresa, pero tampoco se traduce en que, como eres joven, sales ‘disparado’. Por otro lado, las compañías también buscan experiencia, gente con más años y bagaje. Aunque, a veces, tampoco se valora”. Con respecto a éxito en empleabilidad, la coordinadora establece que hay un empate con respecto a juventud y experiencia. Sin embargo, a pesar de que en las lanzaderas haya edades, perfiles y profesiones dispares, en un proyecto que se trabaja en equipo, con una colaboración continua y constante entre todos los miembros del grupo, quienes, con el paso del tiempo juntos (cinco meses en total que dura la iniciativa), aprenden de las habilidades, conocimientos y, por supuesto, fallos de los demás. De hecho, los participantes de la III Lanzadera de Empleo de Jaén confiesan que se ayudan los unos a los otros en todo momento, no solo en lo que se refiere a alcanzar los objetivos finales del programa, sino también en aquellos momentos en los que alguno de ellos se encuentra en un bajo estado de ánimo, perdió la positividad o, simplemente, cuando necesita un abrazo. “Cada uno tiene su plan, pero lo ponen en común. Los compañeros están, evidentemente, para animar, apoya y regañar cuando alguno se pierda”, destaca la coordinadora.

Dinámicas divertidas para aprender mejor
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La III Lanzadera de Empleo y Emprendimiento Solidario de Jaén tiene un completo listado de actividades con las que conseguir que sus participantes desarrollen capacidades que les ayudarán cuando se enfrenten, cara a cara, con los entresijos del mercado laboral. Entre ellas, destacan aquellas que los preparan para saber qué hacer, qué decir y cómo comportarse durante una entrevista de trabajo. Una de ellas es “La Serpiente”, un juego en el que, tal y como se hace en el de La Oca, los participantes pasan por una serie de casillas con sus respectivas fichas. Cada una de estas fichas plantea un reto para ellos, que, en este caso, es una pregunta que le podrían hacer en una entrevista de trabajo. Además, su respuesta es juzgada por la coordinadora, Rosa Martínez, y sus compañeros, quienes le expresan qué creen que hizo bien y qué mal. Una dinámica con la que se divierten (al menos, algunos de ellos) y con la que consiguen aprender de forma colectiva y amena.