Un árbol, un libro, un hijo

Alumnos de Secundaria del colegio La Purísima de las Carmelitas de la Caridad, participaron
en la reforestación del Cerro de Santa Catalina, con la consiguiente concienciación ambiental

28 ene 2018 / 11:41 H.

Hay un viejo proverbio que dice que para que una persona se realice en su plenitud debe antes plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. También hay una máxima del griego clásico que lo corrige: “Todo proverbio es más oscuro que un cuervo”. Sea como fuere, el alumnado de Secundaria del colegio La Purísima de las Carmelitas de la Caridad de Jaén, realizó el primero de los cometidos, plantar un árbol. Los otros dos, quien sabe, llegarán o no con el tiempo. Los alumnos reforestaron la zona del Cerro de Santa Catalina próxima a la barriada de Antonio Díaz y a la antigua muralla. Plantaron esa zona con especies autóctonas, tales como algarrobo, majuelo, romero, retama y cornicabra. Muchos de ellos conocieron por primera vez esas variedades de plantas, características del bosque y monte mediterráneo y, también por primera vez cavaron un hoyo para plantar en él un arbolito, en el que bautizaron como “El Bosque de las Ilusiones”.

Todos los plantones fueron comprados y pagados por los alumnos. Elena Navarro, profesora responsable del proyecto Escuela Vedruna “Apadrina un árbol”, manifiesta que en la actividad colaboró activamente la Delegación de Medio Ambiente de la Junta. Añade que, aunque tiene su propio vivero, en esta ocasión no pudo aportar plantas, porque solo le quedaban pinos y los técnicos recomendaban que, en esa zona concreta se plantasen otras especies vegetales que redujesen el riesgo de incendios. No solo participaron alumnos y profesores, sino que también los acompañaron el delegado de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Juan Eugenio Ortega Rodríguez; técnicos de Medio Ambiente y voluntarios de la Asociación Ecologista Gea de Jaén.

A lo largo de la mañana del jueves, 18 de enero, los alumnos recibieron las explicaciones pertinentes tanto del delegado Territorial de Medio Ambiente, como de Isabel Quesada, técnica de Educación Ambiental, sobre la importancia de respetar y proteger la naturaleza.

Posteriormente, los alumnos se distribuyeron por clases y conocieron las características de cada una de las especies autóctonas que se iban a plantar y la importancia para la conservación del entorno natural. Los estudiantes de cuarto de la ESO cavaron los hoyos en los que, el resto de estudiantes y profesores plantaron las respectivas variedades de árboles y matorral. Dicha reforestación se realizó bajo la supervisión, consejos y explicaciones de los técnicos de Medio Ambiente que se implicaron en la actividad.

El Proyecto Escuela Vedruna se enmarca dentro de un plan ecológico nacional de los centros Vedruna que, a lo largo de estos dos últimos cursos académicos, como recuerda la profesora Elena Navarro, “intenta concienciar a nuestro alumnado por crear una escuela verde, solidaria, ecológica, creativa, crítica y agradecida con el mundo que hemos recibido”.

Uno de los primeros pasos del proyecto, comenta, fue la elaboración de un “Decálogo ecológico” para implantarlo progresivamente en las aulas. Tal decálogo fue diseñado durante el curso pasado por el alumnado de Secundaria y Bachillerato de los Centros Vedruna. Algunos de sus principios apuestan por fomentar la conciencia de que la naturaleza es un bien común que no se puede uno apropiar y que se ha de gestionar correctamente.

“Este curso, trabajamos el decálogo con pequeñas acciones, como el ahorro energético o la separación de residuos; pero desde el centro abogamos por continuarlo fuera de las aulas. Por ello, surgió la idea de poner en práctica nuestros principios mediante una reforestación del monte de Santa Catalina. Es así como nació la iniciativa Apadrina un Árbol”, aclara la profesora. Añade que desde el colegio La Purísima se pretende continuar con el desarrollo de otras actividades complementarias para fomentar la labor de concienciación del alumnado y para que se constituyan en un pilar fundamental del proyecto educativo.

EXPERIENCIA. A los alumnos de Secundaria les pareció una experiencia altamente positiva, que les permitió conocer sobre el terreno, y ponerlo en práctica, el proceso que se sigue en una reforestación.

Nuria García Reguera, alumna de primero de la ESO, comenta que la actividad no es un hecho puntual, sino que forma parte de un proceso: “En nuestro colegio trabajamos mucho para cuidar el planeta y mejorarlo. Siempre nos han dicho lo que teníamos que hacer para reciclar, gastar menos agua, saber utilizar bien la energía..., pero yo nunca me lo había tomado demasiado en serio, hasta ahora. Esta alumna destaca también la importancia de llevar a la práctica lo aprendido: “Sabemos muy bien la teoría, vemos vídeos en los que observamos como el medioambiente se va destruyendo poco a poco, hablamos de temas medio-ambientales... Sin embargo, necesitábamos participar activamente y en algo concreto para colaborar en el cuidado de la naturaleza. Por esto hemos plantado nuestro propio árbol en el entorno del Castillo de Santa Catalina, poniendo cada uno su granito de arena”.

También hace hincapié en el apoyo del profesorado para que pongan en práctica en sus propias casas lo aprendido. “Desde mi punto de vista, me gustaría seguir haciendo más actividades como esta, porque, además de ser divertido, colaboramos con el medioambiente. Cada uno ayudamos al planeta”.

Otra de las alumnas del centro, Laura María Martínez Ávila, de segundo de la ESO, expresa su preocupación ante el problema global que supone el deterioro del medio ambiente. Explica así la implicación del alumnado: “En primer lugar diseñamos unas pulseras y salimos a la calle a venderlas y dar a conocer nuestro proyecto llamado ‘Apadrina un árbol ’. Con el dinero recaudado compramos romeros, retamas, majuelos, algarrobos y cornicabras y nos dirigimos al monte de Santa Catalina, donde todos plantamos y disfrutamos de un día agradable viendo culminado el trabajo de muchos días”.

Cada clase de Secundaria propuso un nombre para la zona reforestada y, finalmente, tras una reunión de delegados se decidió llamarla “El Bosque de las Ilusiones”. “Nos pareció que reflejaba perfectamente la ilusión común que cada uno hemos puesto en esta actividad”, precisa.

No olvida las gratas sensaciones de adentrarse en un aspecto que, pese a lo rutinario que pueda resultar en el mundo rural, ella no conocía : “Para mí, este proyecto fue muy laborioso a la vez que satisfactorio. Era la primera vez que cogíamos una azada o una pala y plantábamos un árbol. Ha sido una experiencia inolvidable, en la que nos hemos sentido protagonistas al ayudar a nuestro entorno. Nos hemos implicado y tenemos la satisfacción de haberlo hecho”. También para Jesús Fernández Paulano, alumno de cuarto de la ESO, fue una experiencia muy interesante: “Este proyecto pretende concienciar a los alumnos de que hay que cuidar todas las zonas verdes para su proliferación. Todos los alumnos de la ESO subimos a las faldas de nuestro castillo de Santa Catalina a replantar, con la ayuda de los agentes de Medio Ambiente, especies autóctonas. Para mí, ese día fue uno de los más bonitos vividos en este colegio, ya que nos juntamos alumnos desde los 12 años hasta los 16, para realizar el proyecto “Apadrina un Árbol”. Todos cooperaban, el mayor ayudaba al pequeño y el pequeño al mayor, todos a una”.

Bosque y matorral
en un continuo riesgo
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El bosque y matorral mediterráneo es el característico de la provincia de Jaén. Lo constituyen especies vegetales bien adaptadas para soportar veranos áridos, calurosos y secos, e inviernos templados. Este bosque lo integran diferentes especies arbóreas dentro de las familias de pinos, quercus y otras. El matorral también es diverso y bastante endémico. Estas especies de plantas originarias, en líneas generales, han sufrido modificaciones debidas, fundamentalmente, a la acción del hombre, que suele estar implicado, en mayor o menor medida, tanto en los incendios forestales como en otras acciones que ya dieron por resultado un monte pelado, tras la pérdida del manto de tierra por las escorrentías, a causa de la eliminación de la superficie vegetal. Concretamente, en el Cerro de Santa Catalina las “quemas” son una constante cada verano. De ahí que la iniciativa de los alumnos de Secundaria del colegio La Purísima constituya un balón de oxígeno para la propia ciudad.