Un músico para la eternidad

Directora de la Banda de Jaén

07 may 2017 / 10:51 H.

La música no tiene secretos para Manuel Vílchez Martínez, el eterno director de la Banda Municipal de Jaén. Ha sido su pasión y su vida. Su amor incondicional por el arte de las musas lo ha convertido en un artesano singular, en un mago de las notas y el solfeo. Una labor de décadas, en la que siempre ha aunado conocimiento, sensibilidad y trabajo. Ha sido el guía de varias generaciones de músicos jiennenses y, por méritos propios, se ha aupado como referencia en el ámbito cultural de la provincia. Para sus íntimos es “Manolito”; para la ciudad de Jaén y sus gentes, es el Maestro Vílchez, el director al que jamás se le borraba la sonrisa.

Granadino de cuna, vio su primera luz el 5 de febrero de 1933. Se crió en la céntrica calle Elvira. Con apenas diez años, su familia se mudó a Linares, donde abrió una tintorería. Fue entonces cuando Manuel ingresó en la Escuela de Música de la banda municipal. Alfredo Martos fue su primer mentor. Con él aprendió solfeo y empezó a tocar el violín y el clarinete. También le enseñó cómo debía escucharse una melodía y sembraron en él la semilla del arte. Una pasión que ya no dejó de crecer.

Sin embargo, en la España de la posguerra no había muchas posibilidades para una familia humilde. De hecho, sus padres no podían costearle los estudios. “Tenían mucha voluntad, pero muy poco dinero”, recuerda el maestro. Con tan solo 16 años, Manuel Vílchez tomó una decisión que le cambió la vida. Se alistó en el Ejército y, desde ahí, pudo continuar su formación en la Banda de Ingenieros. Eso le permitió estudiar en el Conservatorio de Madrid, al tiempo que tenía cubiertas sus necesidades básicas de techo y comida. Con el talento innato y con la formación adecuada, el joven músico no tardó en despuntar. Con apenas 22 años, aprobó las oposiciones de la Banda de Linares y se convirtió en uno de los subdirectores más jóvenes de España. Su carrera, desde entonces, fue ya imparable y siempre vinculada a la provincia de Jaén. Estuvo al frente de las bandas de Vilches, Castellar y Bailén, al tiempo que compaginaba su labor en Linares. En 1980, se presentó a las oposiciones para formar parte de la Banda Municipal de Jaén y, apenas tres años después, asumió la dirección. Un cargo en el que estuvo hasta su jubilación, en el año 1998.

Quince años en los que se convirtió en una figura imprescindible en el panorama cultural de la capital. “Para mí fue un auténtico honor”, recuerda el Maestro. “Una de las etapas más felices de su vida”. Manuel Vílchez asegura que las virtudes de un buen director pasan por tener “un buen sentido rítmico, acatar la teoría y tener mucha mano izquierda”. “Una banda de música es un gran familia, con todo lo que ello conlleva”, explica.

En la década y media que estuvo al frente del colectivo, se marcó un objetivo claro: “Teníamos que llevar la música a todos los rincones, a todos los barrios, donde antes no se llegaba”. Así que la Banda multiplicó sus actividades. Había conciertos casi todos los fines de semana. “Somos de la gente y para la gente”, resume. El director, además, quiso hacer un repertorio mucho más popular, que solía cambiar cada tres meses, y con el que buscaba hacer partícipe de la música a la gente. Eso sí, siempre empezaban y terminaban con un pasodoble. Uno de sus grandes logros, además, fue incluir el “Himno a Jaén”, una pieza que alcanzó una enorme popularidad, sobre todo porque se le ocurrió la idea de repartir la letra con el folleto que se entregaba a los asistentes.

“Le echaba muchas horas de trabajo”, recuerda su esposa, Paqui Checa. “Se quedaba de madrugada arreglando los conciertos, porque es muy perfeccionista y le gustaba que todo saliera a la perfección”, asegura. La mujer lo conoce bien. De hecho, Manuel Vílchez toda primorosamente guardada toda la historia de la banda de Jaén y toda su labor al frente de esta institución. “Ha sido mi vida”, dice, con una voz que sale directamente desde el corazón. Y es que esta frase no es un tópico. Todo lo contrario. La música ha marcado la existencia de este jiennense de adopción y que tiene dedicada una calle en el Parque del Bulevar, donde tantos conciertos dirigió. Su figura, batuta en mano y sonriendo, forma parte ya del panorama cultural de Jaén: un músico para la eternidad.

“Don Manuel destaca por su sensibilidad”