Inquietud arjonera en Berlín

Ana Isabel Casado disfruta de una buena oportunidad laboral en Alemania como “data engineer” y, aunque hecha de menos a su tierra, aprovecha al máximo las posibilidades que ofrece esta gran capital

18 feb 2018 / 11:25 H.

Ana Isabel Casado, de Arjona, llegó a Berlín hace ya casi tres años y medio. Estudió en Granada la Licenciatura en Matemáticas y uno de los cursos lo pasó de Erasmus en Amberes, en Bélgica. “Tras volver se me quedó una pequeña espinilla clavada, que me decía que el tiempo fuera no había sido suficiente, quería descubrir más lugares y nuevas culturas, no solo en forma de viaje, sino de estadías”, deja claro.

Por ello, después de graduarse, decidió cursar un máster en Económicas, en la Universidad de Granada y, para su sorpresa, confiesa, había un convenio con una universidad de Berlín, que permitía a cinco estudiantes de este curso disfrutar de un segundo año de formación en la capital alemana, con la matrícula totalmente pagada, en International Management. “Me dije, ¿por qué no? Y lo logré, junto a otros compañeros. En diciembre de 2014 ya sabía que el siguiente curso lo pasaría en esta ciudad”, recuerda.

“En septiembre, cogí mi maleta y me fui a Berlín a vivir en una residencia de estudiantes, sin tener ni idea de alemán. Y cuando digo ni idea no miento. Solo sabía decir hola y un par de insultos que no quería usar, obviamente. Con el inglés tampoco era una máquina, puesto que, aunque había estado un año fuera anteriormente, me lo pasé con españoles y, aunque fue muy divertido, no conseguí mejorar mucho mis idiomas. Aún así, todo se aprende con práctica. Y ahora que miro atrás, veo el gran camino recorrido y estoy bastante orgullosa de ello”, deja claro.

Empezó a dar clases de alemán, que compaginó con su estudios de posgrado. “Después hice las prácticas del máster en una ‘startup’ de Berlín, del grupo Rocket Internet, y tras acabarlas me hicieron un contrato”, relata y explica que este tipo de compañías “son muy internacionales”, por lo que, como precisa, “la mayoría de ellas solo trabajan en inglés. “Además de un trabajo, también encontré muy buenos amigos, que aún conservo y aún haciendo vida en común. Otra ‘cosa’ que encontré es a mi actual novio. Él es de Canadá y ya llevábamos más de dos años juntos. A parte de tener que acostumbrarme a las culturas alemanas, también he tenido que aprender a acostumbrarme a las canadienses”, bromea.

“Ya no estoy en esa empresa, sino en otra que es más corporativa, pero es del mismo estilo, ya que creció muy rápido y mantiene los valores. Tenemos mucha flexibilidad, entramos a las 10 y salimos sobre las seis y media de la tarde. Hacemos miles de eventos de equipo para fomentar la relación entre el personal. Toda la gente de mi departamento es joven y me encanta ver cómo la empresa crece y se expande y en su interior. Somos un grupo de gente con muchas ganas de hacer algo grande”, apunta y desvela otra de las ventajas de la compañía: “Los viernes nos traen cervezas, para que quien se quiera quedar con los compañeros, no lo haga de vacío. También tenemos futbolín, mesa de pimpón y videoconsola, además de una habitación para dormir la siesta, en caso de que estés muy cansado tras el almuerzo. Y no te voy a mentir, porque se usa bastante”. A pesar de todo, confiesa que echa mucho de menos a sus amigos de toda la vida, a su familia y la cultura española y también el pescado y el marisco. Sobre Berlín, resume “no es Alemania” y se explica: “Es tan internacional, que no te hace falta aprender alemán para vivir unos cuantos años aquí. Obviamente para un plan de futuro a largo plazo, sí. La gente aquí es o muy simpática o muy antipática. No hay término medio. Y la mayoría de las veces parece que estamos en una batalla por sobrevivir en este país, puesto que acatan las normas a rajatabla, lo que complica mucho cualquier trámite burocrático”.

beber por la calle

“El verano en Berlín es totalmente increíble. Amanece a las cuatro o las cinco de la mañana y anochece sobre las diez de la noche. Hay más luz que en España. En esta época, la gente sale a la calle para hacer barbacoas en los parques y se aprovechan también los muchos lagos para tomar el sol y zambullirnos. Hay años en los que se alcanzan los 40 grados”, describe. Otra de las ventajas de Berlín es que se puede beber por la calle. “Te acostumbras tanto que, a veces, cuando viajo, se me olvida. Es muy típico comprarte una cerveza de medio litro en un ‘Späti’, unas tiendas de bebidas que cierran tarde y consumirla mientras paseas o vas en transporte público”, apunta, muy satisfecha del sistema que permite que, al devolver el casco al supermercado, te devuelvan dinero. “Me sorprendió mucho ver como la mayoría de los ‘sin techo’, en vez de pedir dinero, se dedican a recoger botellas”, aclara.

interés por viajar

“Otra de las cosas que me encantan de Berlín, aparte de su increíble historia, es su disposición en el mapa. Es muy fácil y bastante barato viajar a otras ciudades europeas. Todos los meses, con mi pareja, intento hacer una escapadita de fin de semana a diferentes ciudades, como Praga, París, Venecia, Amsterdam, Budapest y Bucarest, por ejemplo”, relata. De hecho, tras muchas escapadas, una amiga le propuso empezar un blog de viajes para contar estas experiencias y, de esta forma, asegura, ayudar a otras personas que busquen información sobre lugares y aportar su punto de vista. “Hemos cumplido siete meses con el blog ‘traveleando por el mundo’ y es un proyecto muy emotivo, aunque también difícil”, como deja claro esta arjonera que, por el momento, no se plantea regresar a España a corto plazo para exprimir las posibilidades que le ofrece Berlín.

Una “data engineer” que echa mucho de menos el sol de andalucía
idcon=13187664;order=15

“Trabajo de ‘data engineer’ ingeniera de datos, aunque también podríamos decir como ‘data science’, y estoy muy contenta de mi desarrollo profesional en la ciudad. Normalmente, trabajo ocho horas, sin extras, por lo que me da tiempo a compaginar mi vida laboral, con la personal. Esa es una de las diferencias con España. Además el sueldo es justo y te da para vivir bien, ahorrar y no descartar ningún capricho. Esa una gran pena, puesto que, aunque a mi me gusta mucho esta ciudad, echo mucho de menos a mi familia y amigos de siempre”, confiesa. Al igual que el hecho de que, al llegar a España, se siente como una turista que busca el sol, que extraña mucho. “Aquí el invierno es horroroso, a las 4 de la tarde ya es de noche y también amanece tarde. Es muy triste salir del trabajo y que esté todo oscuro. Además, la mayoría de los días está nublado, al contrario que en Andalucía. Nunca pensé que tuviese que tomar vitamina D y ahora la necesito por no ver el sol”, puntualiza. Eso sí, le encanta el verano que, como dice, “es tan bueno que merece la pena pasar el invierno”.

una experiencia indispensable si se viaja a canadá
idcon=13187670;order=17

Durante un mes, la arjonera tuvo la oportunidad de conocer Canadá, junto a la familia de su novio. “Conocer las Cataratas del Niágara es una experiencia asombrosa”, cuenta Ana Isabel.

un bonito recuerdo de su etapa de erasmus vivida en amberes
idcon=13187675;order=19

La foto pertenece la plaza principal, Grote Markt, de mi ciudad de Erasmus, Amberes. Con el Ayuntamiento a mis espaldas y la Fuente del Brabo. En un viaje que hice de reencuentro con la ciudad 4 años después.

disfrutando de uno de los preciados rayos de sol de la ciudad
idcon=13187679;order=21

“En un parque de Berlín con mi nueva familia berlinesa para celebrar mi cumpleaños con la típica barbacoa veraniega”, relata sobre la alegre imagen.

un viaje único que le permitió conocer la gélida islandia
idcon=13187683;order=23

Una imagen tomada el pasado septiembre. “Hice realidad uno de mis viajes soñados, Islandia. Este es el lago Jökulsárlón, con mi chico, a los pies de un glaciar”, relata la joven arjonera.