Escocia, todo un “flechazo”

Laura García Vega es una bióloga con tanta sangre de Jaén en sus venas que hasta el acento le sale de aquí, pese a haber nacido en Sevilla. Llegó a Glasgow hace tres años y dice que, cuando la deje, irá donde la ciencia la lleve

27 may 2018 / 12:28 H.

Hay quienes, incluso antes de llegar al mundo, ya saben lo que es vivir lejos de su lugar de origen, gentes que llevan el acento de la tierra propia —que dejaron cuando ni habían visto la luz todavía— como el eco de su himno cuando hablan. Laura García Vega es una de esas personas, tan de aquí como una hilera de olivos, aunque su carné de identidad derroche sevillanía. Sí, el destino, encarnado en el oficio paterno, la quiso jiennense de alma, de corazón y de nostalgia aunque la naciera en esa otra orilla del Guadalquivir que en Jaén no cabría ni por asomo.

“Hemos tenido que viajar bastante por España y Jaén ha sido siempre el sitio de encuentro, todas las vacaciones las he pasado con la familia allí: Navidades, Semana Santa y todas las fiestas de guardar”, recuerda García, y asegura que las “j” que salen de sus labios son genéticas, de tan entrañables. Sea como fuere, la hermosísima Sevilla la vio crecer física e intelectualmente: matrícula de honor en el instituto, grado en Biología —la decimotercera de una promoción de ciento cincuenta titulados— y un máster en Genética Avanzada que la llevó hasta Barcelona, “una ciudad puntera en la investigación genética”. Fue allí donde, mientras realizaba un proyecto de investigación bajo la tutela del doctor Trond Aasen, este le recomendó unas becas predoctorales en la Caledonian University de Glasgow, una tierra conocida por Laura García Vega, que en el verano de 2013 pisó suelo edimburgués por vez primera y recibió todo un flechazo: “Me enamoré completamente de Escocia”, confiesa. “El país más bello del mundo” —según una votación popular para una agencia de viajes— también se encandiló de esta jiennense-hispalense y, como cualquier enamorado que se precie, hizo lo imposible para que su “amada” regresase; el método —infalible—, un contrato predoctoral, por tres años, que la arraigó en Reino Unido en 2015.

Un clima duro, sin sol apenas, un idioma que en nada se parecía a lo que había estudiado —el acento escocés es mucho acento— y la soledad de un primer año difícil fueron la dote que su nuevo destino le ofreció. Pero todo cambia —canta Mercedes Sosa—, y García Vega sucumbió, finalmente, a los encantos de Glasgow. “El que aguanta, gana”, reza en el escudo de armas del marqués de Iria Flavia —el fallecido premio Nobel Camilo José Cela, hijo de madre inglesa, por cierto—. La protagonista de esta sección aguantó y, como el autor de “La Colmena”, venció: “Ahora estoy mucho más adaptada y mi pareja, al que conocí en Barcelona, y nuestra perra se han mudado conmigo. Además, nuestra familia y amigos nos visitan con frecuencia, por lo que no sentimos el hogar tan lejos”, dice. Tan a gusto está en la nación de Harry Potter que, puestos a adaptarse, ha escogido de entre todos los deportes practicables el “quidditch”, propio del universo de J. K. Rowling y hasta, el próximo mes de julio, en Florencia, competirá dentro de las filas de la selección catalana. Toda una campeona que, ya en la recta final de su doctorado, tiene los pies en el suelo y realiza un proyecto de investigación de afecciones inflamatorias de la piel “para entender cómo se comunican las células durante enfermedades como la psoriasis, el eccema o las úlceras diabéticas, con el objetivo de desarrollar nuevas terapias”. Bióloga vocacional, tiene claro que “la situación económica de España conduce a la ciencia española a la precariedad y a una competitividad terrible” y, aunque echa mucho de menos su país natal, “el sol y la comida”, deja el billete de su vida abierto: “Iré donde la ciencia nos lleve”.

con jaén en el alma

“Aunque me resulta cada vez más complicado, intento ir a Jaén siempre que viajo al Sur”, asegura Laura García, y añade: “Mi contrato se acabará el próximo septiembre, por lo que realizo los últimos experimentos y escribo la temida tesis”. Tras su periodo en Escocia, la bióloga jiennense-sevillana, seguramente, se mudará de Reino Unido; sin embargo desconoce cuál será su destino cuando abandone tierras escocesas: “Mi plan es presentar la tesis a finales de año y, probablemente, mudarnos de United Kindong, aunque no sabemos dónde”. En esta incertidumbre tiene mucho que ver la situación económica —para bien y para mal— no solo de España, sino del resto del mundo, y, si bien abre la posibilidad de regresar a su país natal, tampoco pone la mano en el fuego por ningún lugar concreto: “Me encantaría volver a España, pero iremos donde nos lleve la ciencia”, concluye.

bellos paisajes

“Para lidiar con todo el estrés, disfrutamos de los maravillosos paisajes de Escocia, hacemos mucho deporte y viajamos todo lo que podemos”. La oferta cultural y de ocio de Glasgow es amplia y variada, con multitud de locales nocturnos. Asimismo, el Clyde Auditorium ofrece conciertos de rock y pop, Brel es el lugar idóneo para los amantes del “jazz”. La música independiente tiene en la ciudad una de sus capitales, y hay bastantes salas y teatros donde disfrutar de buenas representaciones. En cuanto a su patrimonio, la época victoriana ha dejado huella en el centro de Glasgow, con sus edificios imponentes, y quienes gusten del arte medieval tienen una cita ineludible con la catedral de esta urbe, la más grande de Escocia. En definitiva, un lugar pleno de belleza y de posibilidades en Reino Unido.

una mujer agradecida a las profesoras que la enseñaron a amar la biología
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Agradecida y, por lo tanto, bien nacida. Laura García Vega presume de los docentes que la enseñaron a amar la biología, a los que califica de “estupendos”. “En especial, María Luisa Tena, que en paz descanse”. Resalta también el trabajo de la doctora Catalina Lara —ya en la Universidad de Sevilla, donde terminó su carrera— referente al papel de la mujer en la ciencia. Asimismo valora la supervisión de la doctora Carmen Limón en su época como alumna interna, quien tuteló, igualmente, su proyecto de fin de grado. Inquieta y emprendedora, la protagonista de esta sección recuerda con muy buen sabor de boca su etapa como delegada de clase, que la implicó en multitud de actividades de divulgación científica. En sus propias palabras, cuando decidió matricularse en Biología le recomendaban que estudiara Biotecnología o Medicina, pero, visto lo visto, su elección no pudo ser más acertada. Disfruta con lo que hace y no le teme a la distancia: dos ingredientes de mucho peso para elaborar un futuro brillante en el mundo de la ciencia.

campeones
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Tanto Laura como su pareja, Chema, han encontrado en el “quidditch” un deporte a su medida. En las filas del equipo de Glasgow, precisamente, ambos jugaron —y ganaron— la DevCup de este año en York. En la imagen, García y su chico posan, junto con sus compañeros en la foto de familia del conjunto vencedor.

entre amigas
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La primera vez que la bióloga de origen jiennense visitó Escocia tuvo la oportunidad de conocer su capital, Edimburgo, y algunos de sus lugares más curiosos, como el Royal Mile Market, “una iglesia convertida en original mercado”, que la cautivaron. Allí inmortalizó el momento con sus amigas españolas Olga y Marta.

ante el micrófono
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En su vida académica, Laura García ha brillado en las aulas por las que ha pasado, y en Escocia no iba a ser menos. Recuerda la protagonista su paso por la International Gap Junction el pasado mes de agosto, “las conferencias de más importancia” en el ámbito de su trabajo, para presentar lo realizado hasta aquel momento.

científica
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La ciencia es su vocación y también su profesión, e incluso el papel de las mujeres en esta disciplina es un campo que le ha interesado desde su paso por la Universidad. En la fotografía, tomada en febrero de este año, Laura García Vega aparece con sus compañeras del grupo para el Día Internacional de la Mujer en la Ciencia.