Intervenciones históricas

La restauración de la imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno en 1903 o la del ruinoso Camarín de Jesús, que reabrió sus puertas en 2009, son algunas de las más sonadas de la ciudad

13 ene 2019 / 11:06 H.

La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, talla anónima de finales del siglo XVI que muchos atribuyen al escultor Sebastián de Solís pero de cuya autoría no hay constancia documental alguna hasta la fecha, lleva más de cuatro centurias capitalizando la devoción de los jiennenses, que han convertido a este Varón de Dolores en todo un icono que trasciende —y mucho— la religiosidad popular.

Más de cuatrocientos años de avatares que han hecho mella en su encorvada figura hasta el punto de tener que someterse a “cirugía” en más de una ocasión, sin que tampoco se cuente con documentación que certifique las primeras intervenciones realizadas sobre su venerada anatomía. Sí se sabe que allá por 1903 la imagen presentaba un estado de tal deterioro que, si no se atajaba con urgencia, el rostro de El Abuelo corría grave riesgo de dejar de ser el que siempre fue, de tan afectados como tenía, entre otros detalles, los ojos, la nariz y hasta el gesto. De ahí que su cofradía intentara que las manos de uno de los más reputados artistas de la época, el valenciano Mariano Benlliure, asumiese la delicada tarea de reparar las cicatrices del tiempo en la talla —el cronista de la provincia Alfredo Cazabán da buena cuenta de cuanto rodeó a las gestiones y a la definitiva restauración en su revista “Don Lope de Sosa” y publica las primeras fotografías conocidas de Nuestro Padre Jesús despojado de túnica—. Una pretensión que, finalmente, no llegó a buen fin y que puso en manos de un poco conocido artista de entonces, el también valenciano José Bodria, la restauración de El Abuelo. Su trabajo, según las crónicas del momento, satisfizo a los cofrades pero, sin embargo, no dejó contentos a muchos jiennenses. El desaparecido historiador Rafael Ortega Sagrista, precisamente, recordaba el relato de su abuela al respecto: “A Jesús le han cambiado la cara”, un comentario que, al parecer, secundaron muchos vecinos de la ciudad; el propio Ortega Sagrista, cuando mencionaba el nombre de Bodria, sentenciaba: “Que Dios lo haya perdonado”. En cualquier caso, el valenciano trabajó sobre la talla en una celda del convento de la Merced —la número 13— y completó la polémica restauración.

Posteriormente, artistas como Ramón Mateu o Luis Espinar —tras la Guerra Civil, donde Jesús perdió algunos dedos al arrancarle la cruz para llevarlo a una hoguera en la que nunca acabó—, Constantino Unghetti y el equipo del Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte (Icroa) se han encargado de que a El Abuelo casi no se le note la edad.

Sin duda, otra de las intervenciones históricas en Jaén se produjo en la primera década del siglo XXI, con la recuperación de la que fuera iglesia conventual de San José de carmelitas descalzos y Camarín de Jesús. Una capilla erigida entre los siglos XVII Y XVIII gracias al testamento del capitán Lucas Martínez de Frías, que tras hacer fortuna en las Indias donó una importante cantidad de dinero a tal fin. Desamortizado en el XIX, utilizado para fines dispares y ruinoso a finales del XX, en 2006 el proyecto presentado por el arquitecto madrileño José Miguel Rueda Muñoz de San Pedro comenzó a hacerse realidad y devolvió a la capital jiennense uno de sus más emblemáticos edificios.

Seguidas las obras con expectación por la ciudadanía, su conclusión, en 2009, dio lugar a la reapertura del templo y camarín, adonde fueron trasladadas las imágenes de la cofradía una fría tarde noche de noviembre de ese mismo año, tras la preceptiva sacralización por parte del entonces obispo Ramón del Hoyo y la cesión municipal del edificio a la hermandad.