El arte de restaurar en Jaén

La provincia es un territorio rico en patrimonio histórico y artístico cuya conservación recae en profesionales que no siempre se sienten “profetas en su tierra” y que denuncian “intrusismo”

13 ene 2019 / 11:06 H.

Dos ciudades incluidas en la lista de Patrimonio de la Humanidad, un par de catedrales, la mayor concentración de castillos y fortalezas de toda Europa, singularísimos palacios y otros ejemplos arquitectónicos, pinturas de primer nivel, escultura e imaginería que ya quisieran para sí los mejores museos del mundo, yacimientos que atraen la atención de los más reputados arqueólogos y las publicaciones de mayor prestigio... Todo eso está en Jaén, una provincia que derrocha arte por sus cuatro costados y que puede presumir de haber acumulado, durante siglos, un patrimonio histórico y artístico insuperable.

Pero no basta con tenerlo, también hay que mantenerlo, y ahí es donde los profesionales de la restauración se convierten en protagonistas. “Si volviera a nacer, volvería a hacer lo mismo”, confiesa María José López de la Casa, enamorada de su profesión y uno de los referentes de la conservación de obras de arte en la provincia. La restauradora tiene claro que para ejercer esta profesión “hay que nacer”, pues requiere condiciones propias de un artista, y que hacer que una obra retome su valor original es mucho más que eso: “Restaurar es hacer un estudio profundo de cualquier pieza artística, sacarlo a relucir y darle, otra vez, vida, descubrir en qué siglo estás trabajando, por qué se hacía ese arte entonces, sacar la receta del artista..., es apasionante”, declara. Y añade: “Tú no diseñas ni creas al restaurar, pero sí recuperas todo lo que la pieza ha perdido, arañas qué hay detrás de una obra de arte”.

El proceso de trabajo parte, según López de la Casa, de la elección del objeto para restaurar: “En muchas ocasiones estoy en una casa particular, en un museo o en una iglesia, hablo con alguien del lugar y le aclaro que una pieza en concreto puede tener cierta importancia; eso despierta interés y anima a catalogarlo y, posteriormente, restaurarlo”, afirma. A partir de ahí, un primer estudio visual precede a un reportaje fotográfico, y ambos dan lugar a un informe y al consecuente presupuesto: “Si se acepta, me llevo la pieza al taller o trabajo ‘in situ’, según el caso”, dice. Una vez en plena faena, las primeras catas marcan el camino que debe seguir para devolverle a la obra en cuestión el esplendor originario que perdió.

Expresa la restauradora jiennense que no le falta trabajo, pero que dedicarse en exclusiva a la restauración “no da para vivir”; de hecho, combina su pasión con la docencia —es profesora de Secundaria en un colegio de la capital— la catalogación, investigación y peritación, entre otras actividades.

Una “teoría” en la que coincide, también, con Eloísa Arcos Quesada, especializada en Restauración y Conservación que, además de capitanear su propia empresa de este sector en la capital de la provincia, enseña a intervenir sobre muebles en las aulas de la Universidad Popular Municipal, una tarea en la que lleva alrededor de dos décadas y que, en la actualidad, desarrolla para más de un centenar de alumnos “de todo tipo y edad, de veinte a ochenta y nueve años, médicos, enfermeros, profesores, amas de casa...”. Arcos lamenta: “Hay mucho intrusismo, cuatro manitas o aficionados hacen más barato lo que nosotros presupuestamos a precio mayor”, denuncia. Sin embargo, se muestra muy satisfecha con la decisión que tomó cuando optó por crear su propia firma de restauración, Velature, donde el mobiliario es el principal patrimonio sobre el que trabaja. Arcos, no obstante, es muy conocida en el ambiente cofrade, pues por sus manos han pasado el grupo escultórico del Descendimiento de la Cofradía de la Buena Muerte, el paso de la Virgen de las Angustias —de la misma hermandad— o el Crucificado de la Humildad —popularmente conocido en Jaén como del Silencio—; pese a tan brillante historial, la restauradora asegura que, desde que trabajó en esas obras de arte, las cofradías no han vuelto a contar con ella a la hora de intervenir sobre sus titulares: “La moda es que venga gente de fuera a hacerlo”, apostilla.

“Aquí siempre hay que demostrar que se sabe trabajar, aunque se tenga un gran curriculum”, suscribe su colega María José López de la Casa al respecto de la demanda que las hermandades jiennenses hacen de los profesionales autóctonos, y añade: “Nadie es profeta en su tierra, creen que cualquiera que venga de Córdoba o Granada, por ejemplo, es mejor que lo de aquí, pese a que tenemos grandes profesionales”, sentencia. Y quien lo dice puede presumir de haber restaurado piezas de tanta valía —artística y devocional— como la urna funeraria de El Santo Sepulcro o el grupo escultórico del Calvario: “Si ese Cristo, de finales del siglo XVI, con sus ladrones, su Virgen, su San Juan... en vez de estar en Jaén estuviera en Sevilla, sería considerado de la mejor imaginería de toda Andalucía, pero aquí lo tapamos, lo tenemos oculto, la iglesia siempre cerrada..., lo tenemos como tan nuestro que la gente casi no lo conoce”, manifiesta López de la Casa, que apunta al Crucificado de Los Estudiantes como otro ejemplo de la gran imaginería del arte manierista.

Daniel Nicolae Badulescu, ya desde sus propios apellidos, evidencia de todo menos ascendencia jiennense. Sin embargo, llegó a la provincia hace alrededor de tres lustros y, desde entonces, se hace un nombre cada vez más familiar desde su ciudad de residencia y trabajo, Linares. Tanto es así, que los valdepeñeros le confiaron uno de sus mayores tesoros, la artística moldura que enmarca al Señor de Chircales: “Estamos muy satisfechos, nos explicó todo el proceso de restauración y nos aconsejó cómo conservar la pieza”, expresó, en su día, el párroco valdepeñero, Ildefonso Rueda. El propio artesano cuenta la dificultad que le generó intervenir sobre un marco que encontró en unas condiciones “pésimas”, fruto de anteriores manos: “Lo he restaurado completamente, he tenido que raspar todo, hasta curar la madera, entelar, encolar, enyesar, embolar y dorar, una restauración completa”. Nicolae Badulescu trabaja con técnicas bizantinas aprendidas en su Rumanía natal, que ahora aplica a los encargos que recibe, entre los que no faltan enseres de Semana Santa.

La relación de restauradores que desarrollan su labor en la provincia de Jaén no se reduce, ni mucho menos, a la “terna” que aparece en este reportaje; antes bien, harían falta bastantes más páginas para hacerles sitio a cuantos dedican lo mejor de sus capacidades a admirar a propios y extraños con los resultados de sus intervenciones. Sin embargo, sus testimonios y experiencias dejan clara la vigencia de un oficio apasionante que tiene en el Santo Reino ejemplos prestigiosísimos aunque, en ocasiones —como ellos mismos revelan—, se vean “desplazados” en favor de restauradores foráneos, y reclaman la puesta en valor de su formación y especialización a la hora de optar —desde el ámbito particular, religioso o institucional— por un especialista para intervenir en una pieza concreta, aunque su trabajo resulte más costoso que el de aquellos que, sin más conocimientos que su buena intención o su atrevimiento —de todo hay—, puedan terminan por convertir el objeto restaurable en un caso perdido.

Una intervención de premio de Luis Berges
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La restauración del Palacio de los condes de Villardompardo de Jaén capital —los Baños Árabes— es una de las intervenciones más celebradas del arquitecto jiennense Luis Berges Roldán sobre el patrimonio histórico artístico de la ciudad. Tan notable fue el resultado de su trabajo al frente de la recuperación de uno de los espacios monumentales más significativos de la provincia que su proyecto le valió ser distinguido con la medalla Europa Nostra, un galardón internacional de gran repercusión y prestigio, creado como reconocimiento a los trabajos de rehabilitación y conservación en Europa. Otorgado por la asociación homómina, la edición de 1985 correspondió a Berges, que en la fotografía aparece, precisamente en el patio de entrada del palaciego edificio, durante el acto de entrega, a cargo del presidente de la entidad Europa Nostra, el holandés Hans der Koste, flanqueado, entre otras autoridades del momento, por Leocadio Marín y Cristóbal López Carvajal.