A la búsqueda de un sueño

Ocho meses y medio pasaron Jesús Manuel Navarro y Tamara Donado entre México y Sudamérica, un viaje lleno de aventuras, experiencias y encuentros en el que conocieron los lugares más recóndictos de los países latinos

22 jul 2018 / 11:07 H.

Alo mochilero. Sin nada más que su pasión y sus ganas por descubrir el mundo. Un viaje para buscarse a sí mismo y, en el camino, encontrar un paraíso que conquistó sus corazones. Jesús Manuel Navarro y Tamara Donado dejaron Jaén hace cuatro años, cuando se marcharon a Gran Bretaña, Belfas, para trabajar. Sin embargo, un sentimiento se removía en su interior. Necesitaban algo más, algo que solo un viaje como ningún otro podía ofrecerles.

Fueron ocho meses y medio los que Navarro y Donado se tomaron para recorrer las ciudades más hermosas y los lugares más recónditos de México y Sudamérica. Su primera parada fue en Cancún, México, pero no quedaron totalmente convencidos sobre esta ciudad, pues para Navarro estaba muy “americanizada” y el tipo de turismo era más comercial. Por ello, pronto se marcharon hacia el sur, concretamente a Tulum, un pueblo de pescadores muy pequeño. “Allí empecé a tener las primeras impresiones de Sudamérica”, comenta Jesús Navarro, quien confiesa que durante la dos primeras semanas estuvo en estado de shock, ya que le costó adaptarse al cambio cultural. “La lógica europea y nuestro sentido común allí no es aplicable, porque hay otra forma de ver la vida y las cosas”, asegura. En Tulum visitaron las ruinas de su antigua ciudad y de ahí, pasaron a ver los cenotes, grutas calcáreas de la península de Yucatán donde la pareja buceó y pudo ver las raíces de las plantas de la superficie atravesando las rocas.

Las primeras ruinas mayas que visitaron fueron las de Coba, donde vieron su primer colibrí. Navarro apunta que una leyenda dicen que este pájaro es un recordatorio de que sus antepasados seguían con ellos, algo que fue muy importante para la pareja. “En Sudamérica nos sentíamos muy alejados de todo el mundo, por lo que ver el colibrí nos hizo darnos cuenta de que llevábamos a nuestra familia y amigos con nosotros”, afirma. Las ruinas mayas de Palenque, una de las mayores ciudades que se conservan de esta época y que está rodeada de una selva repleta de monos aulladores que “parece una película”. “No podía evitar sentirme como Indiana Jones, era impresionante”, explica. Pero fue la ciudad de San Cristóbal de las Casa la que hizo que esta pareja se plantease, muy seriamente, quedarse indefinidamente, “un lugar precioso con muchas calles estrechas y mucho encanto”. México fue, así, uno de los países que más conquistó a Jesús Navarro y Tamara Donado, sin embargo, este viaje aún les deparaba muchas más aventuras y el deseo de conocer otros lugares ganó el pulso al país centro americano. Así, cruzaron la frontera hacia Guatemala (tras unas 17 horas de autobús), uno de los lugares que Navarro calificó como “lo más peligroso” que vio. La Antigua fue la primera parada en este Estado, una ciudad que fue destruida por varios volcanes, pero que ahora es un centro cultural. A Santiago de Atitlán llegaron para trabajar como voluntarios cuidando una finca, debajo de un volcán, a cambio de alojamiento. “Allí no hay carreteras, todos se mueven por el lago en barquitas”, indica. Allí se quedaron un mes “de retiro espiritual”. En Nochebuena, Donado y Donado visitaron Semuc Chempey, un río que refleja una gran cantidad de colores en el agua debido a sus galerías subterráneas. Nicaragua fue otro de los Estados que visitaron, que les recordó a Andalucía y se sintieron como en casa porque “siempre hace calor y la gente es muy luchadora y cabezota”. Allí, en una playa de León, fue la primera vez que Navarro vio el Océano Pacífico. Tras Nicaragua, pasaron a Costa Rica, Panamá, Bogotá y Ecuador. Ahora, Navarro y Donado están de vuelta en España para poner en práctica todo aquello que aprendieron durante su viaje, para obsequiar su provincia con el encanto de Latinoamérica.

El salvaje corcovado

La Selva del Corcovado fue uno de los lugares más hermosos del camino para Jesús Navarro y Tamara Donado. “Es uno de los lugares más hermosos de la tierra”, expone Donado. Fueron dos días por la selva junto con un guía que se llamaba Machete, quien les llevó por “a machetazos” a través de la espesura para ver la gran diversidad que hay en este espacio. “Vimos las especies vegetales que hay, los animales, de todo. Infinidad de monos (de todas las clases), pájaros, caimanes, tapires...”, dice. Sin embargo, hubo dos animales que se les resistieron: el puma y el jaguar. A la noche, durmieron en un refugio en mitad de la selva y al lado de una boa “enorme”. “Nos decían que no pasaba nada, que estaba acostumbrada a la gente. Después nos dijeron que había que pasar por un río lleno de cocodrilos, donde también nos dijeron que no pasaba nada. Y así fue la cosa. Pero lo pasamos genial”, asegura.

Proyectos de Futuro

En Bogotá, Colombia, estuvieron tres meses y medio, ya que allí entraron en contacto con proyectos profesionales. Por su parte, Tamara Donado se dirigió a un programa de educación y terapia para el profesorado enmarcado en una mejora de las condiciones de los niños en las escuelas, el cual intentó sacar adelante. Mientras tanto, Jesús Navarro empezó a aprender sobre la construcción sostenible y diferentes técnicas y prácticas para aprovechar el territorio desde un punto de vista ecológico. Esto fue lo que convenció a Navarro de que lo que desea hacer está enfocado al diseño de sistemas ecológicos y respetuosos con el medio ambiente. “Gracias a todas estas experiencias pude darme cuenta de que en España se pueden hacer las cosas de otra manera y vengo con esas intenciones”, afirma Jesús Navarro.

Un viaje, lleno
de descubrimientos, que cambió su forma de ver el mundo
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Los viajes cambian a las personas, sus pensamiento y su forma de ver el mundo. A Jesús Navarro le sirvió para despejarse de la vida laboral que tuvo en Reino Unido y a crecer como persona, así como a descubrir nuevas cosas de sí mismo. Según asegura, estar en Latinoamérica le ayudó a encontrar el camino que él quería en la vida, algo muy importante que él se planteó conseguir durante el viaje. En el recorrido por los diferentes países y lugares, fue descubriendo varias cosas que le llevaron a encontrar los objetivos que quería marcarse en su vida. Pero no todo fue “auto conocimiento”, en esta aventura Jesús Navarro aprovechó, junto con su pareja, para descubrir todos aquellos lugares que una vez soñó visitar. Así, Navarro y Donado se dejaron sorprender por todos los parajes, por las culturas y las gentes que conocieron a lo largo de ocho meses y medio. De este viaje se llevan una experiencia única, cientos de amigos y los recuerdos de paisajes únicos, historias inolvidables y, como no, anécdotas destornillantes.

OMETEPE, la isla “ocho”
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Ometepe es una isla formada por dos volcanes y que tiene forma de ocho y, para llegar, hay que coger un ferri que “en España no lo dejarían ni salir del muelle”. Allí, se recorrieron la isla en bicicleta, visitaron los volcanes y fueron en kayac por el lago. “Una isla que merece la pena visitarla”, apunta Jesús Navarro.

gran Belleza natural
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Sus viajes por México y Sudamérica les llevaron a conocer una enorme cantidad de especies animales. Los entorno naturales que visitaban eran ricos en fauna y flora. Pero, sin embargo, uno de los momentos más bellos que recuerdan es ver el nacimiento de unas tortugas en las playa y el ayudaras a llegar, sanas y salvas, al mar.

LA basílica de quito
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Jesús Navarro afirma que la arquitectura de las catedrales que encontró en su viaje por Sudamérica tenían ciertos parecidos a la de Jaén capital. “Empecé a ver mucho parecidos y recordé que un profesor de Historia me dijo que la catedral de Jaén fue usada en Latinoamérica para el diseño de las suyas”, destaca el jiennense.

La inmEnsidad de tikal
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Las ruinas mayas de Tikal son las más importantes de toda Guatemala. “Fue impresionante, son pirámides enormes en mitad de la selva y rodeadas de maravillas naturales”, comenta Jesús Navarro. Aprovecharon, también, para visitar Flores, una ciudad de Guatemala que se encuentra justo en la mitad de un lago.