Una jornada de rebequilla y paraguas en la que el frío y la lluvia se sobrelleva con fiesta

La Feria de San Lucas mantiene su poder de convocatoria y se nota con lleno en las casetas

15 oct 2018 / 11:56 H.

Había pensado en vestirme de flamenca y así lo he hecho. Cuando he visto que podía llover, le he pedido un paraguas a mi hermana. Al llegar al ferial las dos, al notar que hacía frío, nos hemos comprado una manta, cinco euros nos ha costado. Sin problemas, todo solucionado, hemos dicho que veníamos a San Lucas lloviera o tronara y así lo hemos hecho”. Lo que cuenta Elena Pérez lo podía suscribir cualquier de los jiennenses y visitantes que, ayer, en un domingo que hacía pensar en un buen brasero, no se amilanó y acudió a la feria. Esta jiennense no estaba dispuesta a desaprovechar el domingo en el recinto ferial y, tal y como tenía previsto, disfrutó de un buen rato con sus hermanas, Águeda y Maybe, su tía María José Martínez y “los respectivos”. Una vez superadas las complicaciones derivadas de los coletazos del huracán Leslie por la provincia, el grupo se centró en ir a la caseta y dar una vuelta por “La Vestida”.

“Es que si no llueve parece que no es ni feria”, argumentaba otra de las visitantes. Para no romper con la tradición, efectivamente, ayer en la capital se contabilizaron unos 12 litros de lluvia, aunque descargaron en el momento justo, ni mojaron a los que apuraban la madrugada ni tampoco a los que madrugaron para disfrutar de San Lucas. A la hora de las cervezas y los vinos, no había ni charcos en el recinto Alfonso Sánchez Herrera. “Solo he sacado cinco euros por el momento con los paraguas”, precisaba uno de los vendedores ambulantes del ferial, una prueba de que las precipitaciones no fueron lo suficientemente importantes para chafar la celebración. Si no que se lo digan a Gonzalo, que con su abuela y su madre de acompañantes, se subió una decena de veces en los cacharricos, con especial querencia por la “Olla Loca”. La tradición es la tradición y es que, aunque como dice Yolanda, salir por la Feria de San Lucas “es algo más caro” que alternar por el centro de la ciudad, cuando llega octubre es lo que toca, lo que gusta. Por eso se desplazó desde Bailén para pasar un buen rato con su familia. “Un día es un día, aunque tengamos que gastarnos, como mínimo, unos 60 o 70 euros para comer”, aclaró.

Manuel, que monta una tómbola desde hace más de treinta años, reconoce que hay actividad en el recinto de la feria, aunque propone fórmulas para mejorar el ambiente y, de paso, lograr que los pequeños empresarios que acuden para hacer algo de negocio se vayan más contentos. “Al igual que se hace en Granada u otras capitales, el Ayuntamiento debería de tomar la decisión de suprimir el botellón en los días grandes de la feria, por ejemplo, en el Pilar y en San Lucas y la víspera. Habría mejor rollo, la gente se emborracharía menos y se evitarían posibles complicaciones”, dejó claro. Mientras cuaja y no la propuesta, la vida sigue igual en San Lucas y, prueba de ello, es que, tras comer y, con la copilla en la mano, se baila. La caseta de los bomberos sigue con su habitual tirón y el relente le viene hasta bien. “Al frío se le vence con el calor del baile”, dice un joven que logra la aprobación de todos sus acompañantes por su acertada reflexión.

sin pancarta y con los locales en buen estado

El malestar de los caseteros por el modo en el que el Ayuntamiento les entregó este año los locales no pasó desapercibida para los clientes. “La verdad es que está todo en perfectas condiciones, como siempre, me imagino que se habían preocupado de que sea así”, afirmó una joven que aseguró haber visto la pancarta que había colocado el colectivo para expresar su malestar por el “abandono municipal”. “Es comprensible su enfado después de haber hecho una gran inversión”, dijo.