La romería se envuelve de la tradición y la fe jiennense

La imagen de la patrona sube hasta
el castillo que corona la ciudad para celebrar, junto a sus devotos, su día

26 nov 2017 / 10:05 H.

La historia de Santa Catalina está envuelta de milagros. Fue con su condena a muerte que se comprobó la fuerza de su fe, pues, siendo encarcelada por convertirse al cristianismo y condenada a ser descuartizada por una rueda con espinas, esta tortura no le llegó. Así, cada vez que la rueda se acercaba a su cuerpo se partía o desmontaba. Aunque Santa Catalina no escapó de su destino y, finalmente, fue decapitada con una espada. Dos elementos que hoy aparecen cargados de simbolismo en la imagen de la patrona de Jaén, quien tuvo ayer su día grande en la capital. Una romería que salió desde la iglesia de San Pedro Pascual y, junto a decenas de jiennenses, realizó un más que completo recorrido hasta el castillo que corona esta ciudad.

“Que proteja a Jaén”, es lo que José Erenas, hermano mayor de la Real Ilustre y Antigua Cofradía Santa Catalina de Jaén, señaló como principal petición que se le hace a esta Santa. Aunque, por supuesto, también indica que ya lleva contadas plegarias para que lleguen pronto las lluvias a la provincia. Erenas indica que la cofradía pasó por sus altos y por sus bajos, y que, incluso, hubo un momento que casi desapareció, “pero ahora volvemos a tomar el auge que se merece nuestra patrona de Jaén”, declara.

Una de las cosas más características de esta romería es su procesión. Un periplo que, según Erenas, “no es muy duro, pero sí es muy exigente”. Fue hace tres años que el recorrido se cambió. Antes pasaba por la carretera de la circunvalación; sin embargo, se modificó para que la Santa pasara más tiempo por las calles de la ciudad, para que, así, todos los vecinos puedan contemplarla mejor a su paso. “Es exigente porque hay muchas cuestas hasta que llegamos al castillo, pero es verdad que, muy poquito a poco, todos vamos yendo y hablando y, cuando nos damos cuenta, estamos allí arriba”, comentó el hermano mayor.

Santa Catalina no tardó mucho en salir a las calles. Fue a las diez de la mañana cuando la patrona comenzó su andadura. Algo que muchos jiennenses ya estaban esperando con impaciencia. Francisca Torres, vecina del barrio de Jabalcuz, va a verla todos los años. “Este día lo vivo con mucha emoción y a ella siempre le pido por mis hijos y por mi salud. Para que me deje quedarme un poquito más y pueda estar con toda mi gente”, dijo. Así, Santa Catalina comenzó un largo viaje hasta el castillo. Los anderos que la portaban tuvieron que enfrentarse a las famosas cuestas jiennenses, aunque el tiempo acompañó. Un clima perfecto para poder lucir a su Santa. “Cada vez te llena más, porque es más que una tradición. A mí no me gustaría que esta historia se perdiera, ha estado olvidada unos cuantos años, pero parece que ahora se está recuperando poco a poco”, indicó José Cárdenas, uno de los más de treinta anderos que se encargaron de llevar a su patrona hasta el patio de armas del Castillo de Santa Catalina.

Fue allí donde estos hombres y mujeres pudieron al fin descansar, pues a las doce pasadas comenzó la misa oficiada por el deán Francisco Juan Martínez en honor de la Santa. Sus devotos abarrotaron la antigua fortaleza y, aunque en algún momento parecieron caer unas gotas, no les hizo olvidar que, tras la misa, comenzaría una jornada presta para la buena comida. Pues, las inmediaciones del castillo se llenaron de numerosos puestos de comida. Churros y chocolate, parrillas, patatas, chucherías y el plato estrella, los espetos. Por ello, fueron pocos los jiennenses que se marcharon de esta romería, que tiene tanta tradición en su historia, sin probar una sardina.