La “guerra” por la Torre del Concejo mata su reloj

El Obispado dice que no puede dar la hora y recuerda que es obligación del Ayuntamiento

13 dic 2018 / 11:32 H.

Corría el primer mandato de José Enrique Fernández de Moya al frente del Ayuntamiento, una etapa que comenzó en 2011, y el considerado reloj oficial de la ciudad, el de la Torre del Concejo, se quedó parado. Así sigue el mecanismo y una suerte similar corrió el del palacio municipal, en la Plaza de Santa María. Cuando funcionaba el instalado en la atalaya, se recordaban los tiempos en los que el Gobierno local se ejercía desde el barrio de San Juan y, al marcar la hora oficial, el concejo informaba cuando tocaba regar las huertas de los alrededores, entre otros muchos usos diarios. Hay que tener en cuenta que el torreón, que fue sede municipal, es del siglo XVI y la Asociación de Vecinos Torre del Concejo, que preside Francisco Jesús Castro Liébanas, quiere que se recupere la tradición vinculada al monumento que les da nombre y, por ello, se reunió con el párroco, Javier Cañada, que, a su vez, es el secretario de la Diócesis jiennense. La Iglesia, como dejó claro este, no se va a hacer cargo del reloj.

Y no es que el Obispado no quiera, es que, más bien, le es imposible asumir la responsabilidad de tener en perfecto estado y dar cuerda al reloj. Todo la labor que desarrolla la institución es gracias, sobre todo, a voluntarios, tal y como recuerda Cañada y, entre ellos, no hay un relojero. Además, en cualquier caso, como recuerda, este trabajo corresponde a la Administración local históricamente. Sin embargo, el escenario actual es distinto, ya que hay un conflicto de intereses entre el Ayuntamiento y al Diócesis a cuenta de quién es la titular de la torre. Sea cual sea el resultado de este contencioso, que no es descartable que tenga que ser resuelto en los tribunales, el párroco asegura que, al igual que sus antecesores, la llave para subir a la torre y mantener en perfecto estado el reloj está a disposición de quien la necesite. “La voluntad de colaborar es absoluta”, dice.

“En el caso de que haya una sentencia a favor de la Iglesia, el reloj no sonará pues el Ayuntamiento se negara a ello y los primeros entienden que el reloj sí es cosa de la Administración local, aunque no lo sea el inmueble”, argumenta.

La Torre del Concejo fue inmatriculada por la Iglesia en el año 2000, en la época en la que Santiago García Aracil era el obispo, de ahí que el colectivo vecinal se dirija a esta institución para que se haga cargo del reloj y el mantenimiento del inmueble que, eso sí, en general no se encuentra el mal estado, como recuerda el responsable de la Asociación Torre del Concejo. El pleno municipal de octubre aprobó el expediente para la investigación sobre la titularidad del monumento. Si no hay un acuerdo previo entre las dos partes, será la autoridad judicial la que tenga que determinar quién es el titular, un proceso que puede prolongarse a lo largo de medio año o, incluso, ir más allá, tal y como apunta Francisco Javier Castro Liébanas. No es la primera vez que un municipio y la Iglesia se enfrentan a cuenta de la posesión de bienes que los vecinos entienden que son comunitarios.