La cripta de San Ildefonso alberga 2.000 columbarios

Las urnas cinerarias se custodian, durante 50 años, por 800 euros

04 abr 2019 / 11:30 H.

Ala cripta de la basílica menor de San Ildefonso se accede por la calle Vicente Montuno y, aunque, tras las obras acometidas en los subterráneos del templo, se trata de un espacio que da aspecto de estar recién construido, tiene cierto aire paleocristiano, como de los lugares frecuentados por los primeros creyentes en Jesús en el antigua Roma imperial. El cura Pedro Ortega, encargado de esta parroquia, sede canónica de la Virgen de la Capilla, lo reconoce. “Se buscó combinar lo antiguo con lo nuevo, hemos querido que se note la diferencia a propósito”, explica el sacerdote en una suerte de recreación de las catacumbas que se extienden, bajo tierra, desde la portada neoclásica del templo hasta el altar mayor y las capillas, justo debajo de la nave central. El espacio rehabilitado es ya, a la espera de algunos “remates”, un nuevo columbario con capacidad para 2.000 urnas cinerarias y dos cenizarios comunes. “La Iglesia aprueba la cremación siempre que los restos sean tratados con el debido respeto”, aclara este hombre de Dios.

La cripta, como aclara Ortega, “es la plataforma sobre la que se levanta la iglesia, sus cimientos”. Para encontrar un método constructivo parecido solo hay que caminar unos trescientos metros, ya que en el Palacio Provincial, los bajos sustentan y elevan el edificio, para que gane en vistosidad. En el caso de San Ildefonso, el uso de los bajos como enterramientos no es nuevo, ya que en los 60 del siglo pasado, cuando se acometieron trabajos de restauración se hallaron restos humanos de los siglos XVII y XVIIII, que se depositaron en nichos levantados en uno de los pasillos. Unos veinte años después se acometieron de nuevo trabajos de “limpieza” de la cripta, relata el párroco, y, en 2017, llegó el proyecto que da como resultado el actual aspecto del subterráneo. “Hemos sido muy discretos y no ha sido fácil, por los requisitos impuestos por Cultura que, al final, permiten que ciertamente el resultado de la obra haya sido muy satisfactorio”, reflexiona Ortega.

Los que quieran que su lugar de reposo eterno sea la parroquia de la patrona jiennense pueden ocupar, por 50 años, uno de los cuatro espacios para urnas que existen en la cripta, a razón de 800 euros por cenizario. También existe la posibilidad de que cada uno de estos nichos sea para una familia. Todo está recogido en un reglamento que tiene el visto bueno del Obispado y que también contempla que, pasado el medio siglo, los restos se depositen en uno de los dos cenizarios comunes, por 200 euros, o directamente allí, por el mismo precio. La obra se acometió con fondos propios de San Ildefonso y rondó los 200.000 euros de inversión. De los ingresos que se obtengan con este “cementerio”, el 21% irá a Hacienda, el 20% para el resto de parroquias de la Diócesis y lo que queda para el día a día de San Ildefonso. Los interesados, como anuncia Pedro Ortega, pueden acudir el sábado a conocer la renovada cripta

Unas 80 familias ya tienen la reserva de un nicho

Antes incluso de que el columbario haya sido mostrado a los feligreses cómo está la cripta tras las reformas, ya hay unas ochenta familias interesadas en que las urnas con sus cenizas o las de sus seres queridos sean depositadas en el subsuelo del templo. La reforma de la cripta aún no cuenta con la bendición, como explica el párroco Pedro Ortega, y también es preciso culminar algunos aspectos, como la colocación de cuadros e imágenes religiosas, además de señalizar las salidas de emergencia, imprescindibles para la evacuación de este recinto, como apunta el sacerdote. Cada conjunto de cenizarios está dedicado, con menciones a la Virgen de la Capilla, San Ildefonso, Santa Catalina y doce apóstoles. El arquitecto de esta reforma, que dio trabajo a dos empresas jiennenses, es Jorge Agustino. “El resultado es sobrio, pero también vistoso”, deja claro el cura de la basílica menor jiennense. Durante el desarrollo de los trabajos, la Delegación de Cultura de la Junta veló por el respeto a un edificio que es una de los mejores ejemplos de arquitectura religiosa de la provincia, además de patrimonio de los jiennenses.