Gente que regala su tiempo

Ya se encuentra en Guatemala una nueva expedición de médicos y enfermeros de Quesada Sodiaria y Diario JAÉN se suma al proyecto de cooperación para contarlo en primera línea

12 sep 2018 / 12:22 H.

Pasa ya media hora de las tres de la tarde, cuando aterrizamos en Guatemala. Las mantas del avión que nos ayudaran a combatir los cincuenta grados Celsius bajo cero de la atmósfera, yacen, ahora arrugadas, en los asientos, encima de los desabrochados cinturones. Las trece horas de vuelo se suman, a las ya pasadas, de facturación y embarque. Aun quedan las de recoger las maletas y viajar al lugar de destino. El cansancio ha ido empujando a la ilusión, haciendo asomar los primeros bostezos. Se empieza a matar el tiempo, poniendo los relojes en hora (8 horas menos en este país de Centroamérica con respecto a España) y avisando a los familiares que se ha llegado bien. Supongo que la curiosidad del lector por saber qué hace un diario provincial tan lejos de su zona de alcance, no hace más que aumentar. Pero también, imagino, que la respuesta, como lector, le lleva rondando en la cabeza casi el mismo tiempo: pues contando lo que hace su gente por el mundo.

Empecemos por el principio: Es una cálida tarde de verano en la antigua Grecia cuando Sócrates... ¡Ejem, ejem! Un poco más al final, entonces: Corre el año 2002, cuando un pueblecito de nuestra sierra, en la provincia de Jaén, de nombre Quesada, se hermana con su homónimo guatemalteco. A raíz de este acercamiento, y tras una serie de ideas, solicitudes y gestiones, se plantea venir a echar una mano a la ciudad. Basilio Dueñas, un cirujano jaenero, es el encargado de hacer de avanzadilla y buscar la tierra en la que germinara la semilla de lo que será la, aun incipiente, ONG. Se plantea venir inmediatamente a operar a la ciudad de Antigua, por disponer ya de los medios, y un proyecto a corto plazo de potabilizar aguas, hacer un centro de salud y dar educación a los niños, en Quesada y sus 27 aldeas. Este programa se mantiene por más de una década, a la que se van añadiendo dos ciudades más: Patzún y Scuintla, siendo ambas, los proyectos más recientes con los que la ONG se ha comprometido hasta el día de hoy.

Ese es el por qué de Guatemala. Desde un hecho totalmente casual, como es que Quesada estuviese en Centroamérica en lugar de en el Suríndico, se van desarrollando toda una serie hechos causales, que nada tienen que ver con el azar, si no con la voluntad. Hablando con Antonio Gómez, otro de los veteranos de la vieja guardia, que como Basilio, ha formado parte del proyecto, ininterrumpidamente, desde hace dieciséis años, indago sobre el propósito de la ONG, algo obvio e incluso redundante, pero la respuesta que obtengo es muy elegante: se pretende reducir la diferencia entre la Quesada jaenera y la guatemalteca, haciendo brillar a la segunda, sin apagar a la primera. Con esa idea tan simple, toma identidad lo que hasta ahora era otra ONG más: Quesada Solidaria.

Quesada solidaria es más que la intención de un pueblo de ver mejorar a su homónimo americano: granadinos, malagueños, almerienses, cordobeses, onubenses, sevillanos y gaditanos, forman, o han formado parte, de esta iniciativa, traspasando las fronteras comarcales y provinciales. También las autonómicas, que hay en la expedición gallegos y muchos, a pesar de la gran distancia que separa al noroeste y sureste español. Quesada Solidaria ocupa ya ese huequito internacional que solo da el buen hacer, el venir con las mangas remangadas de casa, no para escandalizarse, si no para no demorarse en la ayuda. Es una forma de vida que cada vez tiene más adeptos, una conciencia provincial despierta a los aun dormidos. Jaén se mueve; en Jaén se hacen cosas, ya basta de tópicos y complejos. Ahora ha cruzado el Atlántico y desde su Sierra se marca el ritmo social del cambio, del ponerse manos a la obra. Hay gente que regala su tiempo, su dinero, su ocio, su salud e integridad, porque cree que vale la pena quitarle una piedrecita a la siguiente generación. Toda esta gente tiene ganas de cambiar las cosas, de marcar la diferencia, de ser esa última gota de agua que colme el vaso. Porque sobre todo, hay mucho que hacer, siempre hay mucho que hacer.

Desde Ciudad de Guatemala, y reclamando una maleta perdida, me despido. Mucho gusto.