Directo al cielo

18 oct 2018 / 08:00 H.

¡Hola pequeña! Hace unos días fue tu cumple... ¿Cómo estás? Supongo que hiciste una súper fiesta de cumpleaños allí arriba. Seguro que estás con mi abuelo, con Víctor, con Paula, con Leo, con Ainara, con Valeria, ¡con todos! Me hubiese gustado comprarte un vestidito de Frozen, o haberte comprado una súper tarta de la Patrulla Canina o de Ladybug sin huevo para poner tus cuatro velitas. Pero, ¿sabes qué? Me alegro un montón de que ya puedas volver a usar tus piernitas y correr, saltar e incluso volar con ellas, eres un terremoto, ¿eh? Jajajaja.

Oye Naza, que sepas que mamá, papá, Francisco y yo te echamos mucho de menos, estás presente en nosotros en todo momento y todos los días mandamos besitos de colores al cielo para ti y todos tus compis; no te imaginas lo duro que es vivir sin ti, pero te prometimos estar bien, y lo estaremos por ti. Nunca dejarás de brillar, eres la estrella que más brilla en el firmamento.

Mi princesa, cuánto duele no poder escucharte, verte, sentirte, y hacer cualquier cosa contigo; pero estamos muy orgullosos de lo fuerte y valiente que has sido, y lo bien que has hecho todo hasta el final.

Como dice la canción que lleva sonando todos los días y que tengo en la cabeza desde ese día: “Dice el corazón que nunca es tarde, que tengo mil razones para amarte, siento tu llamada como ayer, y siento la llamada de tu piel...”. Nazareth, no sabes lo especial que siempre has sido, la de cosas que hemos aprendido de ti y contigo, lo que nos has podido enseñar y las lecciones que nos has dado. Prometí cuidarte y no dejarte sola, seguiré cuidando de ti, mi niña. Seguimos siendo una.

Aún recuerdo el día que te conocí, parecías un ángel, quién me diría que lo eras realmente. Y recuerdo todos tus “Aaaaabeaaaa” y tus ven a jugar con Peppa. Me duele que te hayas ido tan pronto, pero sé que vas a ser una bailarina estrella y también llegarás a ser la cirujana y doctora que querías ser, aunque solo tengas que curar sonrisas dañadas.

La vida, pequeños momentos; pero tú eres más grande que todos y cada uno de ellos.

Me alegra saber que no vas a sufrir más (ese bicho pagará por lo que te ha hecho, lo pagará, ya lo verás), y que ya no te tendrán que pinchar más, no habrá más jarabes, ni más pastillas, no te dolerá nada ya. Se acabaron tus miedos y lágrimas mi vida. Nazareth que alegría me da saber que tengo un ángel de la guarda que jamás me va a dejar sola, lo sé de sobra. Prometo cuidar de tu Minnie también, como tú querías. Cuando sea mayor, enseñaré y siempre siempre cuidaré a todos los niños que estén a mi alrededor; intentaré ser de las mejores seños para que puedas estar orgullosa de mí, lo haré por ti, te lo prometo.

Por último, quiero decirte que tengo la suerte más grande del mundo, he podido conocerte, cuidarte, mimarte, abrazarte, quererte, besarte, he podido pasar el tiempo contigo, qué valioso, el tiempo, y he podido disfrutar de ti, y de todo lo que hacías y enseñabas. Merecías mucho más. Me has enseñado tantas cosas... y te has ido tan rápido... Pero ya no hay enfermedad, y eso justifica lo demás. Gracias por quererme como solo tú sabías. Me has esperado aquí abajo, jamás lo olvidaré, ahora espérame allí arriba. Serás la estrella que más brilla en el cielo. Nunca te voy a olvidar.

Tengo la mejor hermana del mundo, y siempre la tendré. Te tengo muy presente, siempre en mí, mi angelito. Lo nuestro es sempiterno. Dulces 4 añitos campeona, celébralo como mereces. Gracias por guiarme en todo momento. Te quiero muchísimo.

Hasta pronto mi princesa, vuela alto.

Te admira, tu hermana.