Miguel Hernández se hace cante

Carmen Linares emociona en Baeza con Verso a Verso, un tributo flamenco al poeta

10 nov 2018 / 10:42 H.

Era su último concierto de este año y el marco no podía ser más hermoso para ponerle epílogo flamenco a un 2018 en el que la carrera de Carmen Linares no ha hecho sino escalar esos peldaños que el arte reserva a los más grandes. Baeza, y con ella muchos jiennenses del resto de la provincia, arroparon a la cantaora de la ciudad de las Minas y aplaudieron a compás de admiración su tributo jondo al poeta alicantino Miguel Hernández.

Al teatro Montemar de la ciudad Patrimonio de la Humanidad llegó Carmen Linares cargada de poesía, la de uno de sus autores predilectos, tan vinculado con el mar de olivos que escribió uno de los textos universales que resumen, a ojos del mundo, la idiosincrasia de la provincia jiennense. Y la cantaora no escatimó ilusión ni talento. Acompañó la pureza de su cante con el piano de Pablo Suárez, la guitarra de Salvador Gutiérrez, Josemi Garzón, al contrabajo, el baile de Vanesa Aibar y con Ana María González y Rosario Amador a los coros y las palmas. Así, alcanzó la plenitud emotiva con cada uno de los poemas que convirtió en palo: bamberas, tarantas, cantes de Levante y el resto de un repertorio que pellizcó hasta al más pintado.

Cante, toque, baile, música... La mezcla puso el mejor de los sabores jondos en el paladar del público, que gozó doblemente con el espectáculo: de una parte, la palabra del gran autor oriolano, cuya vinculación con la provincia explotó Linares con algunos de sus textos más emblemáticos, unidos a composiciones de esas que, por desconocidas, sorprendieron con su belleza al respetable.

Había dicho, días antes, la cantaora que atreverse con un trabajo discográfico protagonizado por la obra literaria de un escritor —por más grande que fuera este— es siempre una aventura, pero del teatro Montemar salieron buscando el disco —que la linarense publicó el pasado 2017 —los pocos que aún no lo tenían, de tanto como encandiló la artista a sus comprovincianos, que no pararon, toda la noche, de seguir con sus manos y sus pies el misterioso ritmo que emanó del escenario baezano.

“Ante la poesía —escribió el argentino Baldomero Fernández— da lo mismo temblar que entender”, una sentencia que siguieron a pie juntillas quienes tuvieron claro, desde que se anunció el concierto, que la noche del viernes en Baeza era para sobrecogerse con la voz poderosa y sensible de Carmen Linares. Sí, allí se tembló y se comprendió la tragedia del cante, el toque y el baile hasta llevarla al terreno de la alegría, esa que tuvieron el privilegio de experimentar los que, emocionados, cantiñearon “por lo bajini” su antológico Andaluces de Jaén.