Esplendor a lomos de La Borriquilla

El Cristo de la Salud abre la Semana Santa entre los dorados rayos del Sol

15 abr 2019 / 12:11 H.

Ni un alma cabía en la plaza que antecede al templo de Belén y San Roque. Nervios, fervor por doquier, sentimientos a flor de piel. Los allí congregados se hallaban prestos a relamer las delicias de la primera hermandad que impregna de fe la capital del Santo Reino.

Un pequeño grupo de hermanos penitentes emergió de entre la multitud en busca de las puertas que inauguran la Semana Santa jiennense. Emulaban una corte celestial, ataviada de túnicas níveas que reflejaban con intensidad el Sol que coronaba el cielo. Una “llamá” se hizo notar, al tiempo que aplausos y vítores levantaron el vuelo. “Ya está aquí”, murmuraron algunos. Belén y San Roque dejó a la vista a La Borriquilla, receptora del imperioso haz de luz que iluminó las entrañas de la parroquia que guarda el inicio de la Semana Santa. Un mar de palmas y ramas de olivo precedieron la Entrada de Jesús en Jerusalén. El manto blanco de penitentes, avivado por la juventud que lo caracteriza, tiñó un discurrir que alcanzó su pináculo de belleza en Carrera Oficial. Nuestro Padre Jesús de la Salud, a lomos de su pollino, bendijo a toda una muchedumbre ávida de olvidar los resquicios amargos que dejó el pasado Domingo de Ramos.

Exquisitas chicotás endulzaron el caminar del paso de misterio, acompañado por vez primera de sones linarenses de la banda de cornetas y tambores de Nuestra Señora del Rosario. San Juan, Santiago y San Pedro anunciaban la llegada de Jesús al ritmo de marcha, al unísono de miradas de afecto estrechadas entre el Mesías y los pequeños hebreos que le dan encuentro. Tal vez, un tímido destello dejase ser percibido por miradas caídas desde los balcones. Y es que San Pedro guarda a sus pies una llave, como si fuese aquella que abre las puertas de Belén y San Roque. En la trasera del paso de misterio, un olivo se agitaba con elegancia. Parecía que él mismo quedaba reflejado en los bellos ojos verdes de la Madre.

María Santísima de la Paz reverberó luz bajo su espléndido techo de palio, estreno de este año 2019. Tonos burdeos y dorados destellaron sin descanso. La Sociedad Filarmónica de Jaén volvió a ser acompañante fiel de la Madre que intuye, con pesadumbre, el destino que su Hijo está por asumir. Bello recorrido de vuelta esperaba a La Borriquilla. Su paso ante la Santa Iglesia Catedral regaló incontables instantáneas que quedarán para el recuerdo. El comienzo de la Semana Santa fue acogido por multitud de jiennenses que se echaron a la calle en busca de la hermandad más esperada. Solo queda pedirle al cielo que regale su faceta más cariñosa el resto de semana.