“El fracaso escolar existe, y
se debe tener muy en cuenta”

Antonio Piñar ha atendido a casi 50 niños de altas capacidades

15 ene 2018 / 09:09 H.

La experiencia de Antonio Piñar, psicólogo, ingeniero, profesor en la UNED y antiguo orientador del IES Cástulo de Linares, sobre niños de altas capacidades es una de las más valoradas en el ámbito provincial. Casi cincuenta pequeños que en su día fueron valorados recibieron sus consejos y, confiesa, que muchos de ellos ahora son amigos, gracias a la especial relación que surge entre el tutor y el alumno que “se siente comprendido”. Piñar llegó al centro educativo linarense en 2000 como orientador y en 2003 arrancó un proyecto al que tenía “especial cariño”, que se centraba en los jóvenes con altas capacidades, “porque algo había que hacer”.

Los resultados no tardaron en mostrar su efectividad. De los primeros a los que apoyó, siete de ellos son ahora médicos y otros ingenieros. En 2007 conoció a un niño “tan especial” que casi lo “adopta”, pues a sus 13 años, el nivel de implicación era “anormal”. “Era el típico niño de Primaria que casi siempre estaba en los pasillos, expulsado por mal comportamiento”. Sin embargo, en cuanto se le aplicó la flexibilidad curricular con un seguimiento semanal, cambió “radicalmente a mejor”. Al llegar a Bachillerato, le confesó que “se aburría” con las asignaturas y que quería avanzar, “ir a su aire” y examinarse en diciembre. “Él no quería abandonar el centro, solo pedía no estar en el aula”. Finalmente se graduó y comenzó los estudios de Administración de Empresa en la Universidad de Carlos III. Comentó a su antiguo orientador que el primer año “se le quedaba corto”, así que segundo y tercero lo fusionaron, y acabó cuarto en Hong Kong. Con 21 años es delegado de una reconocida empresa en Sudamérica.

“En esa ocasión todo fue muy bien, pero hay otros que el sistema falla”, declara Piñar. Recuerda que el fracaso escolar también afecta a las personas de altas capacidades y que es un riesgo que existe. “Ha habido casos clínicos, de niños que acaban Bachillerato fatal y se plantan, sin más, amargados, frente a la consola”, comenta, y añade: “Algunos se vuelven mentirosos, incluso engañan al terapeuta con promesas que no cumplen u objetivos a medio camino. Esto afecta a las relaciones familiares, que empeoran”. Piñar sugiere que, “tal vez, si estos casos se hubieran enfocado de otra forma, habrían acabado diferente”.

Las asociaciones de personas “talentosas” piden que se unifiquen todos los criterios de valoración

La Asociación Ágora de Altas Capacidades de Jaén habla de la necesidad de unificar los criterios de valoración que existen en el país, una petición que comparten con otros colectivos incluidos, igual que ellos, en la FASI (Federación Andaluza de Altas Capacidades Intelectuales) y la CONFINES (Confederación Española de Altas Capacidades Intelectuales).

Según detalla Leonor Lázaro, presidenta de “Ágora”, “no hay uniformidad de qué son altas capacidades en el ámbito nacional, ni en la definición ni a la hora de diagnosticar a estos niños”. La Junta considera dentro de este grupo al alumnado que maneja y relaciona múltiples recursos cognitivos del tipo lógico, numérico, espacial, de memoria, verbal y creativo, o bien destaca especialmente y de manera excepcional en el manejo de uno o varios de ellos. Se consideran tres grupos: sobredotación (cuando presenta un percentil igual o superior a 75 en todas las áreas anteriormente mencionadas), talento complejo (con un percentil de 80 en al menos tres áreas) y talento simple (por encima de 95 en una). Desde la asociación estiman “muy positivamente” la ley andaluza, que es “más abierta e inclusiva”. Sin embargo, en otras comunidades solo consideran personas de altas capacidades a la sobredotación, lo cual repercute en si, por ejemplo, un niño se traslada de residencia, que perdería su categoría y las atenciones necesarias para una adaptación y aprovechamiento de su talento en el centro educativo.