El Piélago, un testigo mudo del devenir de la historia jiennense

El puente romano del espacio natural hace frente al paso del tiempo y el expolio

13 feb 2017 / 11:33 H.

Una joya histórica, arquitectónica y natural se encuentra, desde hace siglos, entre los términos municipales de Vilches y Linares. En concreto, en la zona de contacto entre la campiña y las estribaciones de Sierra Morena. Se trata de un espacio al aire libre que desprende gran belleza visual y goza de un extraordinario valor paisajístico, ambiental y patrimonial. No en vano resulta inmortalizado, en innumerables ocasiones, por la cámara de fotos o el teléfono móvil de cualquier turista o viandante. Es testigo mudo del devenir de la historia de la provincia jiennense y cruce de caminos en épocas pasadas. Es el monumento natural de El Piélago.

Su origen se remonta a aquellos siglos en los que el dominio de Roma se extendía por toda la Península, de tal manera que El Piélago posee un elemento de suma importancia que procede de entonces: el puente de Vadollano. Una construcción situada sobre un tramo del río Guarrizas que formaba parte de la Vía Augusta, que también fue conocida como Camino de Aníbal, prodigiosa obra de ingeniería civil que conectaba la capital del Imperio con Gades, la actual ciudad de Cádiz.

Ese puente hace de frontera entre paisajes naturales diferentes y, debido a su profunda antigüedad, resiste como puede los efectos del paso del tiempo, las inclemencias meteorológicas y el expolio, aunque este último ya no es tan pronunciado. Vecinos de la zona mostraron su interés de forma particular, durante varios años, por la situación de la construcción y así lo transmitieron, en alguna ocasión, al Ayuntamiento de Linares. Daniel Campos, exconcejal linarense de Patrimonio Histórico y actual parlamentario andaluz, considera “necesario” conocer con detalle el estado en que se encuentra el puente romano, pues su grado de erosión es elevado debido a la fuerza con la que el agua del río golpea sus cimientos. Sobre todo cuando se producen las crecidas del caudal del Guarrizas tras realizarse sueltas de los embalses en época de lluvias.

“Es verdad que el puente estaba erosionado, pero no daba sensación de que hubiera riesgo de caída o desprendimiento, al menos en aquellos años. Pese a todo, sí resultaría interesante realizar algún estudio con detenimiento de su situación real y, si es preciso, que se invierta para mantenimiento y consolidación de esa estructura como lo que es, un elemento histórico que forma parte de un paraje natural protegido”, dijo.

Pero el interés por este puente de época romana no es algo exclusivo de los tiempos más recientes y un buen ejemplo de ello es el artículo de abril de 1913 en el que Mariano de la Paz se refería a él, en la revista “Don Lope de Sosa”, como aquella “masa inerte de piedra, el puente romano ni guarda recuerdo de lo pasado, ni conoce lo presente, ni le preocupa lo porvenir; impávido e insensible sobre su trono de granito, asiste al transcurso de los siglos y a la sucesión de los pueblos sin que las miserias humanas le preocupen, resistiendo con la estoica firmeza de los seres inanimados, las injurias del tiempo y el abandono de los hombres”. Enamorados del patrimonio aún claman, de forma nítida, para que ese abandono presagiado no se vea materializado del todo y que la zona de El Piélago sea, por muchos siglos más, ese lugar privilegiado de tanto simbolismo para Linares.