Una loperana en las alturas

Verónica Cardeña Ruiz, licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Cádiz, viaja por el mundo gracias a su trabajo como azafata de una línea holandesa, a donde llegó después de una serie de avatares en Múnich

30 oct 2016 / 10:26 H.

Verónica Cardeña Ruiz, es una loperana que, a sus 27 años, tiene un enriquecedor trabajo como azafata, en la compañía holandesa Transavia, una profesión que le hace vivir en Alemania. Comenzó en tierra, pero, a los pocos meses, se convirtió en tripulante de cabina de pasajeros. “Cada día vuelo a un país distinto, entre ellos España, Italia, Portugal, Marruecos e Israel”, relata esta joven de Lopera. “Tengo la suerte de trabajar diariamente con gente diferente de distintas nacionalidades, culturas y costumbres y la verdad que eso es lo que más me llena. Es dinámico, activo y además tengo la ventaja de poder practicar y hablar 3 idiomas a la vez, español, inglés y alemán”, deja claro. Ser azafata, explica, le da la posibilidad de viajar a su casa con gran facilidad, mínimo una vez al mes.

Pero la formación de esta jiennense nada tiene que ver con los aviones, ya que Verónica Cardeña Ruiz es licenciada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Cádiz. En su último año de carrera le concedieron una beca Erasmus para irse a Múnich, una de las principales ciudades de Alemania. Y, como relata: “Un 30 de septiembre de 2012 me lancé a la aventura, hace ya más de 4 años”. Llegó concretamente a un pueblo al norte de la ciudad muniquesa, llamado Freising. Confiesa que tuvo mucha suerte con la vivienda, cuyo acceso, dice, está muy complicado en Baviera. La universidad me asignó una habitación en una residencia de estudiantes en el campus. Éramos 19 personas en el pasillo, con una cocina gigante. Allí pasé mis mejores ratos de la Erasmus y aprendí mucho alemán”, recuerda la azafata.

Desde hace ya más de 2 años, vive sola. “Tuve mucha suerte y conseguí un pequeño apartamento, cerca de la estación de trenes, una estupenda localización, donde vivo muy cómodamente”, aclara. Su relación con los teutones viene de largo, puesto que aprendió nociones básicas del idioma, que le fueron muy útiles, en el colegio. “Iba muy ilusionada, me emocionaba mucho el poder estudiar en la Universidad Técnica de Múnich. Mi beca, en principio, era de tan solo 6 meses. Pero me gustó tanto que hablé con mis tutores, tanto en España como en Alemania, y conseguí una ampliación de medio año”, recuerda. Nada más terminar sus estudios, comenzó a trabajar como ayudante científica en la universidad. Su puesto estaba en una planta de producción de biogás, en la que su función era la de alimentar los fermentadores y evaluar y examinar los resultados obtenidos. Al tiempo, cambió de instituto de investigación. “Quería tocar otra área de mis estudios y comencé a colaborar en un proyecto de aguas subterráneas y descontaminación de acuíferos. Durante aquella época, mi equipo y yo solíamos viajar, al menos una vez al mes, a la cuidad de Leipzip”, aclara. Sin embargo, por una serie de circunstancias, su vida profesional dio un giro radical y así entró en el mundo de la aviación comercial. Después de cuatro años intensos, afirma que ya está adaptada a Alemania. “El frío ya no es tan frío, la nieve siempre es mejor que la lluvia y, además, se disfruta. Cuando sale el sol, todos salimos a la calle a buscar una buena terraza en la que disfrutar de una rica Weißbier, un tipo de cerveza alemana”, bromea. “Los alemanes son muy educados y honestos, te acostumbras a sus costumbres y eres capaz de cenar a las seis de la tarde y tomar una cerveza con el desayuno”, reflexiona. “Sinceramente, me gusta mucho el país, pero no puedo decir que me vaya a quedar aquí de por vida. Estaré unos años más, pero en un futuro no estoy muy segura de lo que haré”, aunque tiene claro que quiere regresar a España.

jerezana y “de dublín”

Aunque Verónica Cardeña Ruiz se siente loperana por los cuatro costados, recuerda que, cuando tenía 10 años, la familia se mudó a una de las principales ciudades de Cádiz y Andalucía, Jerez de la Frontera. Allí, esta azafata, de 27 años, terminó el colegio y el instituto. Y es que, a pesar de su juventud, ya sabe lo que es cambiar de residencia con frecuencia porque, con 13 años, estudió durante todo un semestre en un colegio de Dublín, en Irlanda, gracias a un programa de intercambio. Esta formación le brindó la posibilidad de mejorar notablemente su inglés, algo básico para mejorar sus posibilidades laborales en el futuro. No es el único idioma no vernáculo que controla esta “jiennense por el mundo”, ya que, durante su etapa en el colegio, también se hizo con unas nociones básicas de la lengua germana, subió un escalón en su futura integración en Alemania.

la fiesta de la cerveza

La Oktoberfest es la famosa fiesta de la cerveza que se celebra todos los años, entre finales de septiembre y principios de octubre, en Múnich. Una celebración que reúne a miles de personas de todo el mundo. Se organiza en torno a un inmenso recinto, donde se exponen distintas marcas de cerveza alemanas, además de puestos de comida rápida, como salchichas con pan y mostaza o los “bretzel”, que son las típicas rosquillas de pan saladas; además, hay una calle con atracciones. Para poder entrar y coger un sitio, normalmente, como explica la azafata loperana, es preciso reservar una mesa con amigos, ya que suelen ser mesas para 8-10 personas. “Durante el resto del año hay más festivales, muy parecidos, con la misma iniciativa, pero menos llamativos, más tranquilos y no tan saturados”, explica Verónica Cardeña Ruiz.

un “pequeño “ pueblo de 45.000 habitantes, situado al norte de la capital de baviera
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Freising, que proviene del latín Frisinga, es un municipio ubicado al norte de la ciudad bávara de Múnich. Su población supera los 45.000 habitantes y está a solo 10 kilómetros del Aeropuerto Internacional de Múnich. Esta villa puede presumir de ser una de las ciudades con menor índice de paro de Alemania, debido al gran número de personas de esta ciudad que trabajan en el aeródromo. Se encuentra a orillas del río Isar, a unos 30 kilómetros al norte de Múnich.

Esta ciudad también tiene otro título, ya que acoge la cervecería más antigua del mundo, fundada en el año 1040 por los monjes benedictinos con el nombre de cervecería Weihenstephan. Además, fue en esta misma ciudad donde el duque Guillermo IV de Baviera dictó la ley de pureza de la cerveza en la que se prohibía a los productores emplear otros ingredientes que no fueran cebada, lúpulo, y agua en la producción de este líquido, que tiene legiones de seguidores en todo el mundo.

con el “traje de faena” en su lugar habitual de trabajo
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Una instantánea de Verónica Cardeña Ruiz a bordo del Boeing 737-800, de Transavia, su “oficina” a miles de kilómetros de altura.

una estampa de navidad en su lugar de residencia
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Verónica Cardeña Ruiz tiene un gran recuerdo, plasmado en una fotografía, de una de las primeras nevadas de las que disfrutó en Freising, en el invierno de 2012.

Baviera tiene un increíble patrimonio medioambiental
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Las excursiones para conocer la increíble naturaleza de Baviera son uno de sus entretenimientos. En esta imagen, una salida al lago de Tegernsee, situado a unos pocos kilómetros de Múnich. Al fondo se aprecia la cordillera de los Alpes.

con un “bretzel” y vestida con el típico traje de bávara
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En esta foto, Verónica Cardeña Ruiz está dentro de una unas de las carpas del Oktoberfest y luce el tradicional traje femenino bávaro, el llamado “dirndl”.