Una experiencia inolvidable

Tuvo que posponer su deseada Beca Erasmus un año a causa de una operación, pero la espera valió la pena e Ismael Rodríguez Ramírez asegura que las vivencias acumuladas en tierras italianas lo acompañarán siempre

09 jul 2017 / 11:26 H.

La experiencia que propicia disfrutar de la Beca Erasmus es tan enriquecedora, que debería ser obligatoria para todos los estudiantes universitarios”. Lo afirma, tajante, Israel Rodríguez Ramírez, un jiennense Las Fuentezuelas, de veintitrés años de edad, que asegura que su estancia en tierras italianas es algo que no olvidará nunca. Tanto, que sin haber abandonado aún Cosenza, en la región de Calabria, ya apunta nostalgia.La hospitalidad de sus gentes, la buena pasta —”bocatto di cardinale”— y, sobre todos, las amistades forjadas han convertido el municipio calabrés en un paisaje imprescindible a sus ojos.

Para llegar a obtener la beca que le ha supuesto toda una revoluciónvital, primero tuvo que decidirse por la carrera de sus amores, algo que no tuvo claro a la primera ni a la segunda. “Iba a estudiar una ingeniería, pero finalmente empecé Estadística y Empresa. Me di cuenta de que lo mío no eran los números y, como me interesaba el sector de empresarial, me decidí por Administración y Dirección”. Unos estudios que acaba de concluir, a falta del trabajo de fin de grado, y que espera poner en práctica cuanto antes.

2016 fue el año en el que se le presentó la oportunidad de cumplir uno de sus mayores deseos: salir fuera de España, vivir en otro país. Ni él ni otros compañeros de carrera lo dudaron, pero la suerte no estuvo de parte de Rodríguez. Una operación de mandíbula se cruzó en su camino y se vio obligado a posponer la beca. Lo tenía claro, 2017 sería su año. “Mi amigo Dani, ya desde Cosenza, me contaba lo buena que era la experiencia de vivir allí”. Con los dientes largos pero seguro de su decisión, hizo las maletas camino de Italia cuando sus amigos las deshacían de regreso a España. “Me vi un poco solo allí”, afirma Rodríguez. Una situación que duró nada. “Dani me dejó el camino abierto, amigos suyos que me esperaban y con los que rápidamente conecté”, asegura.

La Universidad de Calabria lo recibió con su mejor cara, y adaptarse a su nueva ciudad fue pan comido para él. Cosenza guarda, según Ismael Rodríguez, muchas similitudes con la capital jiennense, “nada caótica”. “Vivo en un barrio de estudiantes, y nos ayudamos mucho entre nosotros”, añade. Su relación con los comprovincianos que estudian allí es muy estrecha, si bien confiesa que su círculo más íntimo es de nativos de la Bota.

Aunque no conocía la lengua —dice que compró un libro de italiano poco antes de viajar hasta allí—, tampoco la comunicación le ha supuesto gran dificultad: “No puedo decir que sea bilingüe, pero casi”, asevera este enamorado de los idiomas que se defiende también con soltura en inglés. No en vano, Italia ha sido, este tiempo, punto de partida para conocer otros lugares, como Londres, Hamburgo o Berlín, entre otros.

Con los billetes de vuelta ya en su bolsillo, siente “pena de que se acabe, por las amistades, principalmente”, dice. Ante la posibilidad de permanecer en la antigua Cosentia romana más tiempo, la falta de ofertas de trabajo no lo animan, precisamente, a ello.

De lo que no duda es de que volverá, aunque solo sea de visita, al escenario de una “experiencia genial” que, eso sí, le ha mostrado también la parte amarga de la distancia: “Echo de menos a la familia, los viernes con los amigos en Jaén, porque aquí no hay tradición de tapear”. Tapear, no, pero la comida —adora la pasta de inspiración sureña y el salmorejo que elabora una compañera italiana— es uno de los más gratos sabores de boca que este jiennense masticará como recuerdo de su “grand tour”.

horarios peculiares

Pese a que se ha “sumergido” de forma casi natural en las costumbres calabresas, afirma que los horarios de los italianos son muy peculiares en comparación con los de los españoles. Dice que desde que llegó a Cosenza le llamó la atención que a eso de las cinco de la mañana amaneciera, y mucho más que a las cuatro de la tarde, en pleno invierno, fuese ya de noche. Afirma que esas singularidades influyen notablemente en los hábitos de los residentes en aquella zona. “Comen a las doce del mediodía, y cenan a las ocho de la tarde”. Eso los italianos, porque por mucho que los usos del país calen en los estudiantes que pasan allí la experiencia de la beca internacional, ellos mantienen, en la medida de lo posible, los horarios originales de España. Añade que él, sin embargo, se ha acostumbrado bien a esas novedades cotidianas.

amigos siempre

Roger, un mexicano de Monterrey; Ahmed y Jose. Son, como canta Amaral, esos con los que ha pasado las horas en la calle y a los que les une una relación que dura ya más de una década, “por encima de todas las cosas”. En su compañía ha viajado por Europa. Roger ha sido becario Erasmus en Frankfurt, al igual que Ahmed, mientras que Jose ha vivido la enriquecedora experiencia en la ciudad en la que el gran Johann Sebastian Bach ejerció como cantor en la iglesia de Santo Tomás, Leipzig. Precisamente con Roger vivió un emotivo momento durante las pasadas navidades. El mexicano visitó Jaén, rápidamente estableció una relación de camaredería con los jiennenses y, para su despedida, el grupo de amigos le preparó dos grandes sorpresas: una camiseta del Real Jaén y otra firmada por todos ellos.

el mito del estudiante que tampoco hace ascos a la fiesta en su ciudad de destino
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Rodríguez reconoce que los estudiantescon Beca Erasmus aprovechan bien el tiempo de ocio para disfrutar de la fiesta con sus amigos. De hecho, algunos de los mejores recuerdos que guarda de su estancia en la ciudad italiana de Cosenza están relacionados con estas reuniones. Entre ellas destaca el reencuentro de los compañeros becados en 2016 con sus amigos italianos y con él mismo. También resalta el día de su cumpleaños, que dejó estampas para la memoria, rodeados de pizzas y sentados frente al televisor de un establecimiento hostelero para ver un partido de fútbol —Ismael Rodríguez se confiesa gran aficionado a este deporte— en el que jugaba el Real Madrid. Otro día, rememora, se pasaron la tarde entera bailando en uno de los numerosos festivales que, añade, se celebran continuamente, y tanto animaron el cotarro que el propio Rodríguez terminó en el escenario, micrófono en mano, poniendo voz a una canción muy popular en Italia, un gesto que le ha dado cierta “popularidad” en la Universidad de Calabria.

casi una familia
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La amistad forjada en la distancia cuaja con fuerza. La fotografía de la izquierda muestra a Israel Rodríguez y su amplio grupo de amigos el primer día que coincidieron todos en su destino italiano. Decidieron salir de pubs por Cosenza y celebrarlo, además de inmortalizar el momento para la posteridad en una calle de la ciudad.

de vacaciones
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Desde el pasado septiembre, cuando llegó a Cosenza, ha visitado Jaén en dos ocasiones. Una de ellas, en Navidad, fecha “pasarla en familia”. La otra, en abril para su graduación en la UJA; para entonces, sus padres habían preparado darle una sorpresa y presentarse en Italia. Ellos fueron, finalmente, los sorprendidos.

alma viajera
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Durante su estancia en Italia, Rodríguez no ha renunciado a su vocación viajera. Hamburgo, Berlín y Londres han estado entre sus puntos de destino. La fotografía de la izquierda, precisamente, lo muestra, ágil y alegre, sobre un campo de césped situado frente al histórico Reichstag de la capital berlinesa.

proyectos
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Está centrado en la preparación de su trabajo de fin de grado y, en cuanto pueda, quiere trabajar en lo suyo. Concluida la formación universitaria, no descarta ninguna posibilidad, pero tiene claroque sus estudios están entre los que más salidas profesionales ofrecen en la actualidad. Ganas de comerse el mundo no le faltan.