Una actriz para la historia

Celia de Molina

23 abr 2016 / 20:57 H.

No debe ser fácil, con tan solo 25 años, mantener la serenidad y los pies en el suelo cuando ya se ha hecho historia en una profesión en la que se está empezando: Natalia de Molina es la actriz más joven con dos premios Goya. Pero su éxito no se queda ahí. Si la filmografía de Natalia de Molina, en apenas siete años de carrera que lleva desde que comenzó a estudiar Bellas Artes, es ya nutrida, la de premios no se le queda atrás. Además de los “cabezones”, el “Shooting Star” en la Berlinale, Biznaga de Plata, un Forqué y dos del Círculo de Escritores Cinematográficos, entre otros, avalan esta proyección. Es, como la definen, “una de las actrices del momento”, pero, una vez más, la de Linares tira de coherencia y madurez para mantener la tranquilidad y seguir concentrada en el trabajo: “Intento no darle más importancia de la que tienen. Me siento muy orgullosa y muy contenta y me los tomo como un premio a la película y al personaje que he interpretado”. Y continúa: “Si lo piensas mucho te puedes obsesionar y, de repente creerte que ya lo sabes todo, que eres increíble y no es así. Hago las películas no por la ambición de un premio, este es ya el sencillo hecho de participar en las películas que he actuado; haber tenido la suerte de que mi primera oportunidad fuera con ‘Vivir es fácil’, la suerte de que me llegara ‘Techo y comida’ y ponerme en la piel de Rocío, de dar voz a todas las personas es el premio. Todo lo que pasa después es maravilloso, precioso, pero hay que saber relativizarlo”.

Esta profesión que le apasiona lleva aparejadas, además de preparar los personajes y poner todo su empeño y esfuerzo en los rodajes, otras “obligaciones” que a Natalia de Molina, por su timidez, le cuestan más, como las promociones, entrevistas y las ceremonias de premios, pero también se ha curtido mucho desde aquella primera vez en los Goya en la que tenía miedo de, si escuchaba su nombre, tropezarse, caerse y morirse de la vergüenza. Ya en aquella ocasión supo sobreponerse a los nervios y lanzar un mensaje con mucho contenido y compromiso con la sociedad y con la profesión, un discurso que ha mantenido después. Si en 2014 agradeció la oportunidad a Trueba en un “momento en el que parece muy difícil creer en algo” y recordó que las mujeres tienen derecho a decidir, en referencia a su personaje, una joven embarazada con tan solo 20 años; en 2016, otra vez lanzó un mensaje feminista —“El cine también gana cuando se da más espacio a las mujeres”— y su defensa de la dignidad de todas las personas en tiempos de crisis, con su grito de “Techo y comida para todos”, repetido cada vez que ha subido a un escenario después de interpretar el duro papel de Rocío, esa madre sin ingresos que lucha por no ser desahuciada y perder la custodia de su hijo.

Comprometida con las desigualdades sociales, también lo está con la profesión, en la que ve la dureza para muchos de sus compañeros que no han tenido todavía una oportunidad. “Hay tantísimos actores con talento a los que no les dan una oportunidad, que los que trabajamos somos muy afortunados. La profesión está en torno a un 90% de paro, es espeluznante. Tenemos que estar comprometidos con la profesión, dar lo mejor y disfrutar de todo lo que llegue”. “Para mantenerse en el cine o conseguir triunfar creo que no existen recetas, no es matemático. En esta profesión, al igual que en la vida, hoy estamos aquí y mañana no, nunca se sabe. Por eso creo que debes estar contento con tu trabajo e intentar ser mejor cada día”.

Y más allá de los premios, su aspiración, siempre lo defiende, es continuar delante de las cámaras por mucho tiempo, haciendo papeles que la enriquezcan: “Me encantaría hacerme muy mayor trabajando en esto y teniendo una carrera versátil y con muchos papeles muy distintos. Me gustaría llegar y comprobar que no fue algo efímero, que se construyó a lo largo del tiempo. Ojalá la gente siga queriendo contar conmigo”. Será la forma de cumplir este sueño que viene desde lejos, desde niña, y un camino que emprendió con apenas 18 años, con el apoyo de una familia en la que la cultura y el arte siempre se ha vivido muy intensamente —“Hay pintores, escritores y mi tío es también actor”—: “Sabían que hacer esto es lo que pone una sonrisa en mi cara”. Y ahora esa no se borra en sus labios. de

“la inteligencia la guía”
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El amor por la interpretación y el talento corre por sus venas. Natalia de Molina no es la única actriz de la familia, Celia, su hermana mayor, estudió antes Arte Dramático y tiene un largo currículum principalmente en teatro, aunque también ha trabajado en televisión y cine, entre otros, con Pilar Távora. En la actualidad, está en el reparto de “Mejor dirección novel”, montaje dirigido por Jota Linares, en cartel en Nave 73, en Madrid, con muy buenas críticas y éxito de público.

Orgullosa del triunfo de su hermana, tienen mucha complicidad y es habitual verlas juntas en las alfombras rojas. Ella quizá sea la brújula que mejor mantiene a Natalia con los pies sobre la tierra. “Ella sabe que esta profesión es muy dura y no viene todo siempre de cara, suele ser bastante cruel en algunos aspectos”, reconoce. “Siempre soñó con ser actriz, con lo que está haciendo y, además de tener la suerte de comenzar con David Trueba, un trampolín que la situó en un lugar prestigioso, la característica más importante en la carrera de mi hermana ha sido la inteligencia, ha sabido elegir muy bien los papeles; para ella es muy importante que sean interesantes. Por ejemplo, con ‘Techo y comida’ confió desde el principio y vio que era algo muy grande, cuando era un proyecto que llegó hasta Málaga sin tener todavía distribución. Apostó y le salió muy bien”, defiende.

“Ella es muy sencilla y humilde”, asegura, para describir que ha sabido asumir bien el éxito, “su conquista de todo el mundo”: “En ese punto nos venimos muy bien las dos, yo llevo muchísimo tiempo trabajando y no tengo ningún Goya, sabe lo que hay que luchar, conocemos la profesión desde el amor”. Estas dos hermanas actrices, además, han compartido rodaje, ya que Celia fue protagonista de “Cómo sobrevivir a una despedida”. “Fue maravilloso haber compartido esta experiencia juntas, un viaje maravilloso. Teníamos que interpretar a unas mejores amigas y entre nosotras, con tan solo mirarnos, ya sabíamos lo que pensábamos”, recuerda la actriz. Además, esta película fue aún más familiar si cabe: “Necesitaban a un extra para que hiciera de la madre del personaje de Natalia y la nuestra había ido a vernos a Canarias al rodaje, por lo que cuando se enteró la directora se lo propuso a ella. Fue un cameo con una frase”.