Un cura con “plaza” en el Cielo

Rafael Higueras Álamo, sobrino del fallecido sacerdote, acudió a la convocatoria

06 nov 2016 / 11:18 H.

Premio Fin de carrera en el Seminario de Jaén, licenciado en Derecho Canónico por la Universidad de Navarra, especialista en Derecho matrimonial, juez, canónigo, deán, canciller del Obispado, administrador diocesano, “exitoso” postulador de Lolo —dicen en Roma que quien consigue que su postulado llegue al Cielo, va al Cielo también—, monseñor desde que Benedicto XVI lo crease prelado de honor suyo y un largo etcétera de cargos y dignidades acumula el santistebeño Rafael Higueras Álamo, que bajo tanta púrpura y prestigio derrocha humildad y, como el obispo ucraniano de la novela de West “Las sandalias del pescador” cuando el pontífice iba a distinguirlo con el capelo cardenalicio, no quería ser sino “un cura sencillo en una parroquia de pueblo”.

Se entregó a la Iglesia cargado de vocación; no en vano, por su sangre corre la de dos hombres de Dios inolvidables en Jaén : sus tíos Guillermo y Francisco Álamo Berzosa. “Me impusieron sus manos el día de mi ordenación sacerdotal y yo, que tenía los ojos cerrados mientras todos los presbíteros hacían lo mismo, supe que eran ellos”, recuerda mientras expresa la emoción que le produce que alguien lo confunda con alguno de los dos hermanos por la calle. En la fotografía que preside la página de hoy se le ve, escoltado por el difunto canónigo Fernando Gallardo —a la izquierda— y su tío José Pablo Álamo —a la derecha— en la Fábrica de Cerveza El Alcázar, tras la presentación del disco “Música Coral”, de Guillermo Álamo.

Una de las “gracias” más grandes de su vida, como él mismo la define, es haber compartido amistad con quien, en gran parte gracias a su trabajo como postulador, está ya en los altares católicos como el beato Manuel Lozano, “Lolo”, cuyas muchas horas a su lado enriquecieron su existencia.

Ya jubilado, Rafael Higueras sigue en activo como juez diocesano, presto consejero, postulador de mártires, misionero —ahí están sus últimos veranos en parroquias necesitadas de México y Argentina, pese a sus setenta y nueve años de edad— y lo que más le llena: oficiante diario de la eucaristía, con más de 24.000 desde su ordenación.

prelado de honor del santo padre
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Benedicto XVI le concedió la prelatura y el obispo Del Hoyo le entregó el nombramiento en la Catedral en 2006, como muestra la fotografía. Dice que esta dignidad no ha cambiado en nada su forma de vivir. A más prestigio, más humildad.

juez de amplia experiencia
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Afirma que la labor del juez diocesano es delicada, sobre todo en lo tocante a nulidades, que implican, muchas veces, sufrimiento. Con sus compañeros y el obispo Rodríguez Magro posa, hace mes y medio, en el juramento del Tribunal Eclesiástico.