Santería muy accesible

Las imágenes de los taumaturgos de la Sierra Sur están muy presentes en el inmueble de la familia Ortega Jiménez, con representaciones de los santos Luisico Aceituno, Custodio y Remedios fallecidos hace décadas

01 oct 2017 / 11:45 H.

La santería está muy arraigada en la zona de Alcalá la Real y la familia de Miguel Ortega no iba a ser menos. Relata que sus allegados cuentan que el Santo Custodio fue el artífice de la sanación de uno de sus tíos. “Dicen que le bastó con instarlo a que bajara de su cabalgadura”, detalla.

Aunque, obviamente, por cuestiones cronológicas, él no conoció al gran taumaturgo de Hoya del Salobral (Noalejo) la figura esta muy presente en el “museo”. De hecho, en el salón donde se muestran los retratos de los antepasados, cuidadosamente enmarcadas, hay dos fotografías, una muy divulgada en la zona y otra en la que el santo se ve me joven. Lo curioso en que bajo el cristal también se ven un pequeño trozo de una prenda de vestir de Custodio. Era habitual que las gentes del campo lo hicieran como forma de guardar un fragmento vinculado con la persona que irradiaba “gracia”. Además se ve uno de los papelillos bendecidos que se daban para masticar.

Por otro lado, en uno de los cobertizos contiguos al patio de la vivienda santanera se exhibe otro marco. En este caso hay tres fotografías. Dos de ellas son especialmente llamativas. La inferior corresponde a Luisico Aceituno, de Cerezo Gordo (Valdepeñas) que se supone el precursor de una saga de sanadores de la zona. Es, sin más, el retrato de un anciano. En la parte superior aparece la santa Remedios, una figura misteriosa de la que existe poca información. Solo se sabe que se la cataloga entre los “santos serios”. Remedios, al parecer vivió, décadas atrás, en el entorno de La Pedriza (Alcalá la Real). Entre las creencias está su técnica para curar que consistía en meter a enfermos en su propia cama para que los sudores que había dejado ella ejercieran su efecto terapéutico.

La figura central enmarcada es, de nuevo, del Santo Custodio, pero en una forma especial. Se trata de una imagen de terracota. De acuerdo con Miguel Ortega, se comenta que se elaboró en Sevilla, pero que al llegar a la provincia de Jaén no pudo utilizarse dada la oposición de la iglesia, puesto que Custodio Pérez Aranda no estaba beatificado ni canonizado, de manera que no podía rendírsele culto.

Resultan realmente valiosos, por su carácter popular, dos documentos legados póstumamente a Miguel Ortega por una de sus tías, la popular pintora Carmen Esteo. Se trata de un escrito en el que explica cómo se curan las culebrillas —herpes— y de un relato sobre cómo el santo Luisico pasó la “gracia” a Custodio. En el caso de las culebrillas, la sanación de culebrillas se mantiene actualmente en lugares de la Sierra Sur, como Alcalá la Real, aunque suele resultar un procedimiento muy hermético que se realiza por lo general en domicilios particulares. Los beneficiarios suelen entregar “la voluntad” a la persona que los libra de su padecimiento. Es una manifestación más de una arraigada tradición, cada vez menos presente, pero que tiene gran predicamento entre los mayores. Son costumbres heredadas de generación en generación en una tierra a la que el curanderismo le otorga un halo de misterio y de encanto.

Un texto misterioso

“Para curar las culebrillas. Se fue el padre zorro a trabajar. Fue la madre zorra a llevarle de merendar y dice el padre zorro: ¿Qué es aquello que viene por allí? El usagre [erupción cutánea] y la culebrilla. ¿Y cómo se cura? Con pólvora, vinagre, tinta china, ceniza de cigarro y de salmiento [sic] de parra se maldice tres veces —maldita, maldita, maldita—. Mientras se está diciendo maldita se va haciendo una cruz y después de decir las 3 cruces para el finar [sic] son otras 3 cruces diciendo (bicho que te pillo, que te mato, que te junto la cabeza con el rabo”. Este es el misterioso contenido de la “receta” contra las culebrillas.

Muerte de “Luisico”

Por lo que respecta al documento acerca de la transmisión de gracia por parte de santo Luisico Aceituno al santo Custodio es un texto mecanografiado de cuatro páginas. Esta compuesto en forma de versos, con una rima habitualmente asonante entre las líneas alternas. El final detalla que Aceituno murió en 1911 y se enterró en 1912. Describe los últimos momentos del vecino de Cerezo Gordo y cómo se formó el cortejo fúnebre en Valdepeñas de Jaén, municipio al que pertenece la cortijada. En el escrito queda patente el respeto y la admiración que existía por el considera fundador de la saga de taumaturgos de la Sierra Sur.