Polonia, una oportunidad

Cada vez son más los jóvenes que tienen la aspiración de vivir en el extranjero para ampliar sus fronteras laborales. Es el caso de Fernando Cano, nacido en Úbeda y criado en Mogón, que lleva ya un año fuera

23 abr 2016 / 20:57 H.

Siempre le gustó viajar y aprender otros idiomas. Estudió Inglés y Alemán y desde que era pequeño le llamaba la atención vivir fuera de España y conocer otras culturas y estilos de vida. Sus anhelos se han hecho realidad con la ayuda de un factor que se repite continuamente, la imposibilidad de encontrar un empleo en su tierra natal. Por eso, este jiennense se marchó a Polonia, donde trabaja en un sector que no tiene nada que ver con el suyo. Pero no todo fue por un empleo, sino que Cupido también tomó cartas en el asunto.

Fernando Cano tiene 29 años y nació en Úbeda, aunque creció en Mogón, pedanía de Villacarrillo. Estudió, en la Universidad de Jaén, Magisterio de Educación Física y, más tarde, Psicopedagogía. Además, cursó un máster en la Universidad de Málaga de Criminalidad e Intervención Social con Menores, del que solo que queda presentar el proyecto para terminarlo. Durante sus años en la facultad todo era estudiar y diversión, como él mismo reconoce. Durante las vacaciones y fines de semana, como otros tantos jiennenses, le tocaba trabajar en la aceituna y en el campo. Era una forma de ayudar a la familia y de sacarse un dinero extra para la estancia en la Universidad. “Estos últimos años, cuando estaba en Málaga, me iba los veranos a trabajar en un hotel en Mallorca para financiarme los estudios y la estancia durante el resto del año”, explica.

Ahora, los designios del destino le han llevado hasta Polonia, donde trabaja como analista informático. “Sé que no tiene mucho que ver con mis estudios, pero bueno. Siempre me ha gustado la informática y la situación en España no está muy bien. Prefiero este tipo de trabajo que otro más físico, como la aceituna o el de camarero, a los cuales, me veía abocado si continuaba allí”, relata, desde la lejanía. A pesar de la distancia, sigue formándose en sus estudios y tiene la esperanza de conseguir un puesto en algo relacionado con ellos. “De momento, sé que es difícil y esto me sirve como experiencia en la vida y para conocer otras culturas”, confiesa el mogonero. “Encontrar un empleo en España relacionado con mis estudios, o que no esté vinculado con la hostelería o la agricultura es difícil. Por eso, me vi más motivado a probar suerte fuera”, concluye.

Mientras que vivía en Málaga, conoció a una chica polaca, su actual pareja, y como él mismo confiesa, quizás gracias a ella se decidió, definitivamente, por dar el paso. “Si no hubiese sido por esto, probablemente no hubiera salido de España o, de haberlo hecho, habría sido a otro país como Inglaterra o Alemania, por ejemplo”. Y es que Fernando Cano nunca llegó a pensar que viviría y trabajaría en Polonia.

Esta experiencia es la primera que vive pero, como tantos jóvenes, Fernando Cano tuvo la oportunidad de viajar mucho, por vacaciones, y visitar varios países, como Italia, Francia, Inglaterra y Alemania, entre otros. “Nunca he estado tanto tiempo fuera de España, ya llevo un año, pero he decir que gracias a la acogida que he recibido no se me ha hecho difícil, y siempre que tengo la oportunidad me traslado a España, que los vuelos son baratos y solo estamos a tres horas”, reconoce.

En cuanto al proceso de adaptación, el mogonero confiesa que no fue excesivamente complicado. Gracias a la ayuda de su pareja y de sus compañeros de trabajo, todo fue más sencillo. Pero, como era de esperar, el idioma fue una barrera importante en todo este proceso. Y es que el polaco es muy difícil, a su entender, de los más complicados del mundo. “La mayoría de la gente habla inglés por lo que se me hace fácil relacionarme y hacer una vida normal que, por cierto, es muy parecida a la de España”, concluye.

comida de Jaén

Como tantos jiennenses en la diáspora, la gastronomía es uno de los factores que más complican la adaptación a un nuevo país. En el caso de Fernando Cano, juega con cierta ventaja. Su madre le manda paquetes con aceite de oliva —que en Polonia o es muy caro o procede de Italia y Grecia y no es igual de bueno—. También le hace remesa de otros productos cien por cien españoles, como el jamón serrano. “Así, no echo de menos la comida de Jaén aunque tengo que decir que la gastronomía polaca es muy variada y rica, por lo que tampoco me puedo quejar”, ironiza. Pero como hay costumbres que son tan arraigadas que no se pueden arrancar, el mogonero confiesa que le gustaría que en su tierra de acogida adoptaran el tan famoso sistema de tapas. “Eso de salir a tomar una cerveza o un vino y que no te pongan tapa, es imperdonable. Esa costumbre hay que trasladarla al mundo entero”, bromea.

una gran experiencia

Fernando Cano es de la opinión de que todo aquel que baraje la posibilidad de emigrar que lo haga, que pruebe suerte. “Va a ser una experiencia muy enriquecedora, conocerá otras culturas, estilos de vida y, sobre todo, va a incluir a su currículo experiencia laboral en el extranjero, algo que no es nada despreciable”, explica. Al jiennense le ha aportado aprender otro idioma, lo que también es muy útil para su futuro laboral. “Yo siempre digo lo mismo y suena a tópico pero es la verdad, y es que de volver siempre hay tiempo y tu casa y tu familia van a seguir ahí. Si hay un momento para viajar y tener otras experiencias es cuando uno es joven y tiene menos cosas que le aten”, relata. “Sé que para algunas personas puede ser difícil alejarse de la familia, amigos, hablar constantemente en otro idioma, pero, al final, siempre se está en contacto”, recuerda.

Costumbres del día a día que llaman la atención del que llega por primera vez
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Como todo emigrante que llega nuevo a su tierra de acogida, hay costumbres y tradiciones que sorprenden por desconocidas o por poco habituales en su país natal. Fernando Cano no es ajeno a este hecho. “Me llamó bastante la atención que aquí la gente es muy religiosa, los domingos están todas las iglesias llenas y que en cada pueblo, por pequeño que sea, vas a encontrar una templo, bastante grande y que resalta sobre el resto de las casas”, relata. Su devoción por el difunto Papa Juan Pablo II también es llamativa, ya que en cada municipio hay una estatua suya. Por otro lado, el país salió del comunismo hace apenas 30 años y eso aún se nota en el estilo de vida de la gente y en la cultura del país, sobre todo en los pueblos y ciudades pequeñas. Por otro lado, aunque Polonia forma parte de la Comunidad Económica Europea, no tiene el euro como moneda, sino que usan el zloty. “Al principio se te hace difícil porque estás todo el tiempo pensando en cuanto serán esto en euros, será caro, barato, y andas un poco perdido”, ironiza.

turismo
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La histórica ciudad de Cracovia, ubicada a orillas del Río Vístula, es una de las más visitadas. Su fundación tuvo lugar en el siglo VII y durante mucho tiempo fue la capital del país. Actualmente, es uno de los destinos turísticos más frecuentados, y recibe a millones de visitantes cada año debido a su gran belleza.

el día a día
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El nivel de vida en Polonia es más bajo que en España, lo mismo que los sueldos. Como contraprestación, el alquiler del piso es más barato, así como la comida o salir a comer fuera. Fernando Cano reconoce que hace vida “normal”, no se priva de nada, y aún así ahorro casi la mitad de su salario al mes. “No me puedo quejar”.

Diferencias
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Las costumbres son muy diferentes, muy condicionadas por el clima. Lo que más echa en falta el mogonero es a la familia y los amigos, además de salir a tomar algo con sus allegados y hablar en español. “Salgo a menudo, pero no es lo mismo; el ambiente, la personalidad de la gente es muy distinta, son más cerrados”, comenta.

el horror
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Las víctimas del Holocausto se recuerdan en el campo de concentración de Oswiecim-Birkenau (Auschwitz-Birkenau), ahora convertido en un museo a 66 kilómetros de Cracovia. Aunque la visita puede ser impactante, sin duda ofrece una perspectiva de uno de lo episodios más terribles y devastadores de la historia.