Pablo de Rojas, un famoso y desconocido escultor de Jaén

Nació en Alcalá la Real, a pesar de que durante mucho tiempo se le atribuyó su procedencia granadina o sevillana. Fue el maestro de Juan Martínez Montañés

27 nov 2016 / 11:23 H.

El mes de noviembre se convierte para muchas personas en el mes del misterio (procediendo del culto a las ánimas en los primeros días de su calendario) y del teatro (la obra de Don Juan es un clásico de los coliseos de muchas ciudades españolas). Sin embargo, a otras personas les trae recientemente el recuerdo de la fecha del fallecimiento del famoso escultor jiennense Pablo de Rojas, cuya vida y obra pueden considerarse sumamente desconocidas para muchos provincianos Está claro que el éxito y el prestigio artístico de su discípulo Juan Martínez Montañés obnubiló la trascendencia artística de su maestro. Y, aún más, abundan los escritos que por doquier trataron sobre su nacimiento alcalaíno en tierras jiennenses y los estudios sobre sus imágenes, retablos, escuela, taller y otras producciones artística. Simplemente, por haberse descubierto su partida de bautismo hace más de un siglo y romper con la atribución de su origen sevillano, no era de extrañar que, a partir de ese momento de descubrimiento investigador, cualquier talla de alto valor artístico se le atribuyera a Montañés en la iglesia o convento más insospechado. En el sitio mas recóndito de Andalucía, incluso en nuestra provincia. Con orgullo, se destacaba que la escuela sevillana había surgido de tierras de la Sierra Sur, aunque se desconocía la conexión con aquellas tierras.

Sin embargo, se declaraba con toda solemnidad y seguridad que su maestro Pablo de Rojas había nacido en tierras granadinas, y nadie dudaba de que este en la ciudad de la Alhambra se había bautizado, formado y había realizado su mejor obra. No podía sugerirse otra hipótesis porque había sido el padre y fundador de la escuela de escultura granadina para los prestigiosos críticos del arte Gallego Burín, María Elena Gómez Moreno o el profesor Emilio Orozco. Y mira por donde, hace unos doce años, este periódico provincial cambió totalmente el enfoque de la escultura española al dar a luz la noticia del nacimiento alcalaíno de Rojas, su entorno familiar de los Sardos y las relaciones entre la ciudad jiennense de Alcalá la Real y Granada a la hora de enfocar la vida de estos dos escultores. Ni Sevilla ni Granada habían sido las patrias de su origen y de su familia. Ni había sido un motivo accidental que la cuna de las escuelas de estos maestros surgiera en un pueblo jiennense. Una abadía de realengo y un corregimiento tripartito avalaban el núcleo dinamizador de aquellos artistas que acudieron a sus tierras y, luego, propagaron su arte a muchos lugares andaluces.

Por eso, hoy no pueden soslayarse estas dos instituciones que desde las tierras del sur atrajeron a la familia de Pablo de Rojas, en concreto su padre, el pintor Pedro Sardo se avecindó y casó con Catalina Gutiérrez en la ciudad de la Mota, y no hubo proyecto que no se le encargara de sus iglesias e instituciones. Se apellidaron los Sardos Raxis, por la tierra de origen de su padre, Cagliari en la isla de Cerdeña. Como su familia fue prolífica, nada menos que doce hijos seguros y, en su mayoría artistas (pintores, escultores, estudiosos de la música), se vieron relacionados con otros pintores de la diócesis de Granada y hay también datos de tierras de Jaén compartiendo aprendizaje y coparticipando en retablos. Los más famosos Melchor, Pedro y Nicolás dejaron sus huellas principalmente en tierras granadinas. Hay constancia, incluso, de que algunos de ellos, su hermano Miguel Raxis, se relacionó con el escultor Sebastián de Solís en una obra de Alcaudete. Pablo hizo gala de su independencia de su familia, castellanizó el nombre en tierras granadinas sustituyendo el de Raxis, Raxes o Rages por Rojas; casó con Ana de Aguilar en la ciudad de la Alhambra y fundó su influyente taller en a calle Elvira. Sus discípulos desde su sobrino Bernabé de Gaviria hasta Alonso de Mena pasando por el círculo antequerano y malagueño recogieron su mejor saber de la mano de este maestro que impregnó de clasicismo a su paisano Juan Martínez Montañés. Sus sobrinos se vieron favorecidos de su saber y enseñanza y algunos compartieron obra como lo fue su estofador Pedro de Raxis.

La obra de Rojas no se ha beneficiado de la suerte de salir a la luz todas sus creaciones, y muchas de ellas se encuentran en el ámbito de las atribuciones por el estudio comparativo con sus tipos originales, que propagó y fueron emulados por su discípulos. Sin embargo, los crucificados, los nazarenos, los columnarios, las vírgenes, los santos de Pablo de Rojas significaron un peldaño fundamental para la exposición pública a la hora de la manifestaciones religiosas, bajaron de los retablos para ser exhibidos y transmitir el mensaje de la Contrarreforma, inmersos de un clasicismo y manierismo que provenía de sus fuentes romanas. No es de extrañar que su familia frecuentara los viajes a sus tierras y se trajeran las carpetas de dibujos y grabados de los grandes pintores renacentistas que luego tallaban o pintaban.

Pablo de Rojas y su contexto artístico se merecen un esfuerzo cultural para ser expuestos en las dos provincias, una magna y antológica exposición entre Granada y Jaén, en la que no puede olvidarse la huella cordobesa por la presencia artística de este maestro en ciudades como Lucena y Priego. El material abunda, con su producción artística y los círculos de su influencia. Pues nunca se ha expuesto al público la obra unificada de Pablo de Rojas y ha sido un escultor básico parra el posterior desarrollo de la imaginería barroca de Andalucía. La interprovincialidad sería una faceta que podría encuadrarse como novedosa, copartícipe y colaboradora entre varias provincias. Y sin comentar otros aspectos como una actividad muy interesante de atracción para el turismo cultural.