Nutrientes que alimentan la piel

Nuevos estudios revelan que lo que comemos y los hábitos alimenticios están relacionados intrísecamente con los efectos que posteriormente tiene en los tejidos de nuestro cuerpo

21 abr 2019 / 12:31 H.

Cómo comamos y cuáles son nuestros hábitos alimenticios influyen claramente en nuestra piel. Una alimentación adecuada es la base de la salud y es que, según se ha comprobado, los desequilibrios nutricionales se manifiestan también en pequeñas alteraciones de la piel y del cabello, según asegura la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV). “Existen hoy en día estudios en los que se relaciona un consumo mayor o menor de ciertos alimentos con parámetros de la piel, como la hidratación o incluso la presencia de arrugas; aunque una alimentación equilibrada y adaptada al individuo es en sí misma suficiente para aportar todos los nutrientes”, aclara.

En concreto, lo que comemos, los nutrientes que nos aporta la dieta, se asimilan e incorporan en los tejidos del cuerpo, ejerciendo funciones sobre la salud. Asimismo, señala que la alimentación puede modificar el curso de algunas enfermedades como el acné, la psoriasis, o la dermatitis atópica, por ejemplo, de forma que siguiendo una serie de sencillos hábitos se pueden prevenir muchas agresiones sobre la piel.

Así, el jefe de sección de Dermatología pediátrica del Hospital de La Paz (Madrid), Raúl de Lucas, considera, que el cuidado diario de la piel debe consistir en una correcta hidratación, así como en una dieta saludable, preferentemente mediterránea, además de en una correcta protección solar y frente a determinados agentes externos como el frío o el calor extremos.

“En invierno, la piel se ve sometida a temperaturas más extremas, al frío, que daña la barrera cutánea y hace que la piel sea más sensible a inflamaciones, escamaciones, se hace más seca, aparece el prurito, o tiene tendencia a la irritación”, explica en una entrevista con Infosalus. Mientras, indica que en el verano la exposición a la radiación solar hace que la piel se vea agredida porque luz ultravioleta disminuye la actividad de nuestras defensas en la barrera cutánea, lo que genera un daño directo sobre nuestras células, con muerte celular incluida, así como una predisposición a padecer enfermedades malignas, tipo cáncer.

En este punto, el doctor De Lucas recuerda que el cáncer de piel está directamente relacionado con el grado de exposición solar de la persona, así como con el número de quemaduras solares que se han sufrido a lo largo de la infancia. Por otro lado, en primavera, dice que son sobre todo las personas alérgicas las que pueden ver más afectada su piel en contacto con los pólenes, por ejemplo. “Es frecuente que pueda haber crisis de eczema o de picor con la alergia al polen”, reconoce.

“Claramente, la piel que forma parte del sistema inmune innato, el que nos defiende de todo lo que nos agrede, cambia en función de la agresión que suponga el medio ambiente y también a partir de los irritantes propios de cada estación. A su vez, nuestros hábitos alimenticios influyen y una nutrición adecuada, variada, rica en alimentos, contará con los suficientes principios activos que luchen contra los radicales libres, sobre todo antioxidantes, como la fruta y la verdura, que favorecen la reparación del daño ejercido por determinados agentes como el sol, la contaminación o las temperaturas extremas”, añade el experto del Hospital de La Paz (Madrid).

Se ve frecuentemente en pacientes con enfermedades graves de la piel, como ampollas o heridas, que la nutrición es fundamental para una adecuada reparación de la misma, aprecia De Lucas. De hecho, subraya que en pacientes con dermatitis, piel seca o sensible, se pierden nutrientes a través de la piel cuando ésta está inflamada. “Para evitar ese tipo de pérdidas es conveniente una correcta alimentación”, insiste.

Con todo ello, el especialista subraya que para mantener una buena salud de la piel es imprescindible mantener una dieta variada, sobre todo que sea mediterránea, rica en fruta y verdura, legumbres, pescado azul y ácidos grasos omega 3, además de frutos secos.