“Making of” del viaje

viajó al Xauen de Marruecos para trasladar a los jiennenses cómo viven los ciudadanos que, durante un tiempo, compartieron mucho más que un nombre

26 feb 2017 / 11:25 H.

El único contratiempo fue que nos perdimos San Antón. Por lo demás, la “aventura” que cerraba el círculo de la expedición de Diario JAÉN por los Jaén que hay repartidos por todo el mundo mereció la pena. La organización del viaje fue tan veloz como el estilo de vida al que acostumbramos los periodistas. De hoy para mañana. Había que hacerlo así para aprovechar la presencia de Saleh Alrifai, un empresario sirio afincado en Tailandia que vivió durante años en Jaén y que ejerció de excelente guía. Sus conocimientos amplios del árabe y del lugar nos abrieron muchas puertas durante los tres días de trabajo en tierras marroquíes.

Las instalaciones del periódico fueron el punto de partida de un recorrido que duró cerca de diez horas hasta llegar al destino. Cierto es que no fuimos madrugadores. Tardamos más en llegar a Algeciras que, realmente, “cruzar el charco”. El mar en calma ayudó a que el ferry fuese cómodo. En la aduana, la revisión que los policías hicieron al coche rotulado de Diario JAÉN tardó mucho más que cualquier ITV. Tánger fue el primer impacto. De punta a punta tuvimos que recorrerlo hasta encontrar la carretera de salida hacia Chefchaouen. Tres horas de viaje por un asfalto empedrado, estrecho y sinuoso que imposibilita meter la quinta marcha del vehículo.

En el hotel Dar Mounir, acogedor y típico de Chaouen, nos esperaba un periodista con el que contactamos desde España y que ya no se separó de nosotros ni un momento. Omar Abarrak, todo un personaje que algún día relatará en árabe nuestra estancia en tierras chaouníes. El viaje, inolvidable, está plagado de anécdotas que viajarán en la mochila de nuestra experiencia para siempre. Lo mejor: tener la oportunidad de dar a conocer el Jaén español en Marruecos y el Xauen marroquí en España. La vuelta, con el cansancio del ajetreo, se hizo rápida. Hubo ocasión para todo. Hasta para que nos multaran por exceso de velocidad en una carretera sin radares. Los “dirhams” nos salvaron de llegar tarde al ferry de vuelta. En el Jaén de Marruecos viven todavía con expectación nuestra visita.