Luchador, vitalista y leal

Manuel Anguita tenía muchas facetas y en todas destacaba. Fue político, maestro, poeta, escritor, articulista y, su última ocupación fue secretario del Consejo Social de la Universidad

25 feb 2018 / 11:15 H.

Los dos últimos meses de su vida Manuel Anguita Peragón los pasó en la residencia Condes de Corbull de Jaén. Su avanzado alzhéimer desbordó los cuidados que con todo amor y esmero que su mujer, Pepa Puerta Rubio, le podía prodigar y la familia decidió que allí podía recibir la mejor atención. “Nos conocimos cuando yo tenía 17 años y él acababa de salirse del Seminario, con 19. Tras cuatro años de noviazgo nos casamos. Estuvimos 22 años casados y otros 25 separados, cuando él era parlamentario andaluz y estaba entregado totalmente a la política. La Transición lo dislocó todo. Hace 6 años volvímos a estar juntos. Él me decía que yo era la mujer de su vida y que debíamos volver. Al final accedí. En este tiempo pasamos dos años maravillosos, pero luego la enfermedad fue avanzando hasta que, hace unos meses, ingresó en la residencia. Yo he ido todos los días a verlo”. Pepa Puerta acababa de regresar de depositar las cenizas en el cementerio de Jaén. Se sentía agotada, pero feliz por el amor que le profesó su marido hasta el último momento. “En la residencia no se acordaba de nadie, nada más que de su Pepa. Cuando yo iba a visitarlo, el personal de la residencia le decía: —‘Mira quien viene por ahí’. Y él contestaba —’Mi Pepa’. Así ha sido hasta el último día. Siempre ha tenido a su Pepa en la boca”.

Pepa Puerta recuerda sus años de maestro. Su primera escuela fue en Campillo de Arenas, donde estuvo un año antes de casarse. Luego pasó dos años en Fuerte del Rey, precisamente el municipio donde nació ella. Más tarde, estuvo un curso de maestro en unas escuelas del Obispado en Jaén. Finalmente, Rafael Pozas, canónigo de la Catedral, lo propuso como director del Domingo Savio, coincidiendo con su traslado junto a la carretera de Madrid.

Manuel Anguita tuvo tres hijos, dos hijas, Rocío y María José, y un hijo, Manuel José. Este último estudió Farmacia, pero ejerce de profesor en un instituto de Sevilla.

“Hablar de un padre se hace difícil —manifiesta Manuel José—. Creo que ha sido un modelo de vida y de comportamiento. Desde que yo era pequeño, todo lo he aprendido de él y de mi madre. Mi padre siempre fue una persona muy luchadora y leal y eso te marca. Al igual que él, me he dedicado a la enseñanza. Soy farmacéutico de formación, pero me dedico a la enseñanza y soy director de un instituto de Sevilla, el IES Punta del Verde”.

Manuel José subraya que siempre ha tenido muy buena relación con su padre y cada dos o tres semanas venía a Jaén a verlo. Y desde que se le diagnóstico a Manuel Anguita el alzhéimer, sus visitas fueron más frecuentes, “estábamos muy unidos”, apostilla. “En la residencia solo ha estado los dos últimos meses, pero desde que volvió de nuevo a vivir con mi madre el contacto era mayor, porque cuando vengo Jaén paro en el domicilio familiar donde vivían ellos”.

El alzhéimer marcó un antes y un después en la vida de todos: “Es muy difícil convivir con esta enfermedad. Sobre todo cuando se llega a un punto de dependencia, todo se hace difícil, incluso dar la medicación. Llegado a un punto recurrimos a la ayuda. Primero empezó en el centro de día, solo por las mañanas, pero vimos que eso no era suficiente y fue cuando decidimos ponerlo interno en la residencia”.

Otro miembro de la familia, José Andrés, es el hermano pequeño de la familia Anguita Peragón. Manuel y él se llevaban 10 años, una brecha generacional casi insalvable. Su relación era más de amigos que de hermanos. José Andrés lo cuenta así: “Mis recuerdos de infancia son escasos. Manuel estudiaba en el Seminario y nos veíamos cuando venía al pueblo. Nuestra relación era de amigos. Eso me pasaba también con Miguel. No solo éramos hermanos, sino también amigos y confidentes. Antes de la democracia yo buscaba dónde ubicarme políticamente y Manolo estaba igual. Esa es la única vez que mantuvimos el secreto uno hacia el otro. Yo estuve en Bilbao y allí empecé mi militancia comunista. Cuando volví de Bilbao veraneamos juntos y me dijo, ‘te voy a contar un secreto, me he apuntado al PCE. Lo hemos compartido todo’. José Andrés Anguita consideraba a su hermano Manuel el maestro del que aprender. Era el compañero de trabajo, de política, de militancia, al que seguir por su carisma. “Cuando empezamos los comunistas había una brecha entre creyentes, que no se atrevían a mezclarse con marxistas, y los que éramos ateos. Manuel se encargó personalmente de crear unas conferencias y unos grupos de marxismo y religión. Él sabía un montón de religión porque había estado en el Seminario. En Jaén se creó una de las células que después se extendió por muchos sitios en el PCE. Él siempre apostó porque todo el mundo tuviese cabida”. José Andrés Anguita precisa que su hermano siempre fue una figura destacada en el comunismo provincial y andaluz: “Felipe Alcaraz era el secretario político del PC, pero mi hermano nunca estuvo a su sombra, sino a su lado. Eran muy buenos amigos, compañeros y camaradas. Trabajaron los dos muy bien codo a codo”.

Política. Realmente, su actividad política ha dejado una huella imborrable. Quienes lo conocieron coinciden en señalar que Manuel Anguita Peragón “es un referente” para todos ellos. Así lo subraya Francisco Javier Damas, coordinador provincial de Izquierda Unida (IU): “Para mí Manuel Anguita era una persona muy importante, tal vez quizá porque era paisano, de Torredonjimeno. Tenía una gran cercanía con la ciudadanía y con mi pueblo. Desde el plano orgánico, Manuel Anguita fue una figura fundamental para el partido al organizarse en la provincia y a la hora de trasladar las necesidades reales de la provincia de Jaén y luchar como lo hizo en el Parlamento de Andalucía, como diputado de IU”.

Francisco Javier Damas también destaca el hecho de que Manuel Anguita consiguiese unir las distintas sensibilidades en torno a IU y eso le permitió crecer a la organización. “Sentimos profundamente la muerte de Manolo Anguita, porque fue una figura muy influyente en la organización y en la política provincial. Yo me quedo con la parte de que era paisano y eso me permitió, a una edad muy temprana, conocerlo y compartir. Era una persona de la que uno quería ser como él de valiente y con la lucha que emanaba y que trataba siempre de transmitir”. Damas destaca también la figura de Manuel Anguita en la clandestinidad, en la formación del Partido Comunista: “Ese aspecto es fundamental. En una época de persecución política, el fue una piedra angular a la hora de tejar y mantener la Agrupación del PCE de Torredonjimeno. Crecer en la provincia y luego en la Transición crear un bloque de izquierdas donde confluían gentes de distintas sensibilidades, para seguir trabajan continuamente. Él fue uno de los principales impulsores de la creación de IU a principios de los años 80”.

Por otro lado, entre Manuel Hermoso Anguita y su primo Manuel había un abismo generacional, en cuanto a la edad, pero una gran admiración en lo afectivo. “Mi primo tenía una gran vinculación con la familia de mi madre, Carmen, que era hermana de su padre, Manuel, con la casa del abuelo que era donde vivía mi madre. Con él llegaba siempre la alegría. Y hasta los últimos momentos siempre visitó a mi madre, que era su tía”.

Despedida a un gran amigo
idcon=13197730;order=16

Las palabras se hielan al expresar los sentimientos más profundos. Al menos a mí me ha sucedido al conocer la muerte de Manuel Anguita. Es difícil encajar la pérdida fatal de un amigo, de un ser único por su generosidad y sensibilidad extremas, por su inteligencia superior a las previsiones cotidianas, por su saber estar y sentir la vida momento a momento, suspiro a suspiro.

Las personas que, como yo, tuvimos el extremo privilegio de conocerle, de ser

uno de sus amigos, sabemos bien lo que decimos y sentimos en estos momentos.

Manolo ha sido diferente en todos los ámbitos de su existencia. Apasionado y

firme en sus planteamientos e ideas, en su andar por la vida mirando de frente con sus

ojos vivos e incisivos.

El amor a la Política con mayúscula le llevó a participar activamente en la Transición democrática de este país, y luego, cuando comprendió las primeras decepciones, no tuvo ningún problema para volver a sus orígenes, a la enseñanza, a la Universidad. Realmente Manolo siempre fue un “maestro” de la docencia, de la literatura y de la vida. Me cuesta mucho hablar en pasado de Manuel Anguita.
Creo que eso no es posible, sobre todo cuando nos han unido lazos tan fuertes, cuando hoy reflexiono sobre todo lo que me enseñó y significó para mí. Gracias, Manolo, por haberme permitido caminar contigo en un periodo de tu

vida. Ahora simplemente me despido de él, aunque lo tendré presente en todos mis

momentos, con su gran sonrisa, con su vehemencia infinita.

A sus familiares y demás amigos también me uno por el dolor que me reporta esta despedida.