La leyenda del felón

Este vocablo de origen medieval y relacionado con el mundo de frontera o militar parecía trasnochado, y sin embargo la política lo ha convertido en una de las palabras más usadas

17 feb 2019 / 12:37 H.

Parecía que algunas palabras habían desaparecido del diccionario, o, más bien, siguiendo a Coseriu, de la norma lingüística, pero, a veces, nacen como el Guadiana sin que nadie lo pueda atajar. Es el caso de la difusión de la palabra felón. Parecía un vocablo medieval, trasnochado, y relacionado con el mundo de frontera, o militar. Y, sin embargo, la política lo ha convertido en una de las palabras, más utilizadas por los españoles durante estos días. Si levantaran aquellos francos que convirtieron el término latino fello-onis, en fello, el verdugo, el desollador, el azotador, y de ahí le aplicaron el significado de traidor, no comprendería el por qué una palabra se puede degradar tanto que su significante, en palabras de Saussure, pueda ampliar su campo léxico en su significado tanto que se aplique personas que, ni siquiera, habían sido cogidas en este delito o fealdad humana. La metáfora y el símil nunca llegaron a un grado de esencia o quinta esencia más deformada y manipulada en boca de los políticos actuales. Pues no han faltado las cruces de los humilladeros que recuerden a los procesados y ejecutados con pena del cadalso por el delito de lesa majestad de alta traición. Hay también famosas puertas como la de Zamora, que recuerda la traición del felón Bellido Dolfos. Curiosamente, por nuestra tierra debieron abundar, en tiempos de frontera, los felones, pues este mundo no siempre gozó de la lealtad que les adosaban a las ciudades con el reiterado lema Muy Noble y Leal Ciudad de Ciudad. Pues felones se prodigaban entre moros y cristianos, y, entre los bandos de las ciudades, entre Arandas y Montesinos, entre Gadeas y Leyva. Curiosamente, en Alcalá la Real hay una curiosa leyenda de un capitán felón. En este pueblo de la Sierra Sur, el escenario no es una cruz de suplicio, ni una puerta, ni un altozano de frontera; es una calle de arrabal. Se llega por las murallas del Arrabal Viejo, en el entorno del barrio de San Blas, pasando por las calles antiguas de los Relimpios, Labradores, Mudo y Puerto, desde donde se baja a la Cruz de los Muladares, otra cruz de humilladero, que también recuerda otro acto de felonía de la guerra fratricida más reciente. Cerca de este paraje, se encontraba el callejón del Capitán Maldito, denominado en los últimos siglos de las Escaleruelas de Santo Domingo. El contexto se come el relato para contar la leyenda de este militar felón que, en tiempos de frontera, facilitó el acceso de la ciudad, la fortaleza de la Mota, a las guarniciones musulmanas. Actualmente, la destrucción de los siglos y las recientes excavaciones se apoderaron de la naturaleza y de la leyenda. Por este callejón se ascendía desde el camino del Cambrón a la iglesia de Santo Domingo de Silos. Comentaban que una casa deshabitada solía ser frecuentada por fantasmas o algún ser extraño de manera que otros ilusos ahondaron en esta rumorología y entresacaron de los viejos papeles un acontecimiento que difería de la extendida fama de arrojo y valentía de los soldados de las tropas de Alfonso XI. Pues pasaron los años de la conquista cuando la ciudad se mantuvo muy inestable con los movimientos de frontera. Entre campos talados para vengar las conquistas cristianas en territorio nazarí y treguas y pactos entre los reinos de Castilla y Granada. Con la ciudad alerta para guardar con mil cerrojos sus puertas ante las avanzadillas. Sin embargo, un capitán de la tropa jugaba, como dicen las coplas “Cuando Alcalá era de moros/ cantaban todos. / Ahora que es de cristianos, / cantan a bandos. /”. Y se propuso a facilitar el acceso a las guarniciones moras a la ciudad de la Mota. Incomprensible, pero cierto. Cercano se hallaba el pozo del altozano y la red de abastecimiento de la ciudad, a través de una calle socavada bajo la ciudad fortificada, En el interior de la Roca del Ándalus de la Mota, abriendo su oquedad a Arrabal Viejo. La utilizaban los de la parte alta de la Alcazaba para bajar por agua al pozo de la conquista, al del altozano y al del Arrabal. Pero, aquel plan u oculto complot, que garantizaba años de felicidad al felón militar, fue descubierto por los vecinos. Al instante, le aplicaron las leyes militares y fue ajusticiado. Su cuerpo quedó colgado en el cadalso para escarmiento de futuros felones. El patíbulo se instaló en un callejón que, a partir de entonces, le llamaron del Maldito o del Ahorcado. Pasaron los años y las pocas casas que ocupaba aquella calle estrecha fueron abandonadas, pues se extendió entre la población que solía aparecer el alma de aquel capitán. Algunos acudían de noche para aseverar estos comentarios y no vieron ni escucharon nada extraño, hasta que, varios años seguidos, algunas personas confirmaron que, a la hora del alba del día de los Difuntos, se les apareció el alma suplicante, pidiendo misas y oraciones por sus penas. Otras, referían la aparición de su fantasma en medio de un halo de suspiros en forma de ecos que simulaban la última escena del cadalso. Y agudizaban algunos sus ensoñaciones deletreando losas emociones y quejidos de los familiares y amigos al recoger su cuerpo Todavía resuenan, en el altozano de este callejón, los ecos y lamentos de aquel capitán ajusticiado en el cadalso. Se confunden con muchas personas que se metamorfosean, y son ingratos con los que le dieron el pan y la vida, y, a las primeras de cambio, profieren más negaciones de su pasado que San Pedro. Como leyenda, pudo ser una copia de la de la Bellido Dolfos. Por tanto, lo mismo que hoy no se sabe si es verdadera o falsa, y se cuestiona por completo hasta darle el nombre de la concordia a la puerta del Felón. Probablemente, tras el paso del tiempo de la época informática, la palabra felón quede como otra fake news, inventada para promocionar el ego de alguna persona o partido político. Han sido tantos los ecos que retumbaron en el cielo de Madrid...