Entre volcanes y desiertos

Es una viajera empedernida que, antes de vivir en Santiago de Chile, ya conocía gran parte de Europa. La arquitecta jiennense María Jesús Montoro Bago “diseña” su vida, actualmente, al otro lado del Charco

20 ago 2017 / 11:09 H.

En la comuna —el equivalente sudamericano de un barrio jienennse, pero a lo grande— de Providencia, en la capital del país del Cobre, tuvo el poeta y premio Nobel de Literatura Pablo Neruda una de sus más célebres casas, la Chascona. Y en esa zona de la ciudad de Santiago reside una jiennense del centro de la capital del Santo Reino, María Jesús Montero Bago, acostumbrada, por vocación, a las maletas y los aeropuertos pero que, hasta hace cuatro años, no comenzó la escala más larga de su vida, entre volcanes, desiertos y paisajes increíbles, allí, al otro lado del Charco.

Arquitecta egresada de la Universidad de Sevilla, lleva cuarenta y ocho de sus 372 meses de existencia a casi catorce horas de avión y unos once mil kilómetros de su tierra de nacimiento. Antes de tomar la trascendental decisión de trasladarse al Nuevo Mundo, la biografía de María José Montoro Bago era la de una estudiante que, como tantos otros, aprovechó una beca Erasmus para ampliar horizontes, en su caso en el sur de Italia, en Salerno, donde permaneció un año; doce meses que, en sus palabras, supusieron una magnífica experiencia. Como sus compañeros, regresó a España para concluir los estudios universitarios y, una vez licenciada, también al igual que muchos de ellos gozó, de nuevo, de la consideración de becaria, esta vez con el programa Leonardo y nada menos que en Cracovia, ciudad polaca que la tuvo tres meses como vecina y donde realizó enriquecedoras prácticas profesionales: “Trabajé en un estudio de arquitectura, con mi primer contrato, y aprendí muchó allí”, asegura la jiennense.

Pero también como gran parte de sus compañeros de carrera se topó de bruces con una realidad terrible: la falta de oportunidades. ”España no me ofrecía nada laboralmente”, dice, y las buenas referencias que le llegaban por parte de algunas amistades, unidas a la marcha de su hermano y su cuñada a Chile, la animaron a poner océano de por medio y recalar en la república andina.

Tenía mucho de aventura aquel viaje, pero Montoro no lo dejó todo en manos del azar: “Meses antes de irme me dediqué a enviar curriculums desde España”, afirma la arquitecta, que a los dos días de llegar a su tierra adoptiva recibió la llamada de una empresa local y a las dos semanas ya tenía una manera de ganarse la vida acorde con su formación. Tres años duró en ese puesto, hasta que decidió apostar por nuevos caminos y proyectos en otra firma. Y es que la facilidad para cambiar de trabajo en Chile es una de sus características, según expresa. Contenta con sus nuevas condiciones laborales, la labor de María Jesús Montoro Bago en Santiago pasa por el diseño, principalmente, de viviendas unifamiliares y galerías comerciales pensadas para el turismo, hoteles, tiendas de lujo..., con encargos ya de otros estados de la zona, como Venezuela.

Agradece a la suerte poder ir a pie desde casa, sin depender del transporte público —el metro transita siempre “colapsado” y el autobús, aunque llega a todas partes, lo hace a “demasiada velocidad”— y, aunque se siente bien allí y dice no tener prisa en hacerlo, su objetivo es volver si no a España, lo más cerca posible: “Hay muchos españoles aquí, pero hace dos años, al mejorar la situación, comenzaron a irse; la gran mayoría vuelve”, añade. La familia, los amigos, “tenerlo todo cerca, como en Jaén” y el modo de vida son razones de peso para dar otro gran salto, el del retorno. “A empezar de cero otra vez”, concluye.

reuniones españolas

Dice María Jesús Montoro Bago que es común, una vez al mes como mínimo, que se celebren encuentros entre personas llegadas a Chile desde España, para poner en común su experiencia y mantener contacto entre ellos. Conocedora de estas citas, la arquitecta jiennense, sin embargo, asegura que no es asidua a tales reuniones. Dice que, desde que llegó a la república andina, mantiene un fluido vínculo con amigos tanto del propio país sudamericano como españoles. Con ellos ha conformado su círculo más íntimo en la ciudad en la que reside. Confiesa Montoro que desde siempre le ha parecido que el contacto con los nativos de los lugares que ha visitado es una forma de enriquecimiento y, por supuesto, en la gran capital que la acogió hace ya cuatro años no ha dudado a la hora poner en práctica ese pensamiento.

una ciudad “caótica”

Si el” 70 por ciento de los habitantes” de todo un país vive en una sola ciudad de su territorio, el resultado es un lugar “muy saturado”. Esa misma situación es la que se da en la capital chilena, Santiago, según la protagonista de estas páginas, lo que la convierte en un espacio urbano, en sus palabras, “caótico”. Sin embargo, tal densidad de población genera, igualmente, una oferta cultural, formativa y de ocio realmente extensa. De ella disfruta Montoro en compañía de sus amistades. “Hay de todo”, dice, en referencia a las posibilidades que pone a disposición de sus habitantes y de quienes pasan por la capital. Menos mal, si se tiene en cuenta que la jiennense solo viene a España, de vacaciones, una vez al año, dada la distancia existente. Su espíritu viajero, eso sí, también se activa desde allí como punto de partida para conocer nuevos destinos.

un alma emprendedora pero con los pies muy en el suelo
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No parece dejar nada a la improvisación, si se atiende a su trayectoria vital, académica y profesional. María Jesús Montoro Bago ha crecido laboralmente en la ciudad en la que vive gracias a su talento y a una visión clara de lo que quiere. Goza, entonces, de condiciones que invitan a permanecer allí. La posibilidad de establecerse por su cuenta, fundar un estudio y proyectar desde Chile se le ha pasado por la cabeza, pero las ganas de regresar a España o de acercarse a ella le hacen ver que no es la mejor apuesta. Y eso que, si en otros ámbitos profesionales es mucho más apreciable la ventaja que Chile le lleva a España, en lo suyo, la arquitectura, no lo es tanto. “Aquí, a lo que más importancia se le concede es al cálculo, mientras que las especialidades —electricidad y otros sistemas, por ejemplo— se encargan a firmas foráneas”, asegura. Añade que, en España, el arquitecto, a la hora de diseñar, también incluye en su proyecto esas especificaciones, una diferencia entre ambos países que, desde el principio, llamó la atención de la jiennense.

junto al rano kau
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Al suroeste de la isla de Pascua se encuentra este volcán, que es solo uno de los numerosos ejemplos de posibilidades paisajísticas que ofrece Chile. Destaca María Jesús Montoro que el patrimonio histórico y artístico no es muy amplio, algo que, de alguna manera, amortigua la existencia de atrctivos como el Rano Kau.

en buena compañía
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Una ciudad del país del Cobre fundada, como tantas en América, por un español, el extremeño Pedro de Valdivia, lleva su apellido como topónimo. Acompañada con su “familia chilena”, la arquitecta jiennense disfrutó de una jornada en este emplazamiento de pescadores y, todos, se tomaron esta fotografía como recuerdo.

RUTA CON AMIGOS
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El Parque Nacional de Cunguilío, en la Araucanía —mítica región de la zona que ha generado incluso obras literarias— es uno de los “paraísos naturales” del país andino, con volcán, lagunas, lagos, exuberancia vegetal y gran diversidad faunística. Con unos amigos, de ruta, lo comprobó la protagonista de esta sección.

de los más “salada”
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El contraste de paisajes chileno tiene otro ejemplo en sus salinas, como la de Talar, en Atacama, que forma parte de una cadena generada a partir de las cercanías de una serie de volcanes. La fotografía, con Montoro, muestra la espectacularidad de este espacio, donde el cielo, las nubes y el montículo se reflejan.