Enfermería germana

Con 29 años recién cumplidos, José Luis Castellano lleva desde 2012 en un pequeño municipio del sur de Alemania, donde ejerce su profesión, enfermero, junto con una veintena de compañeros que tuvieron que emigrar

20 dic 2015 / 10:28 H.

A finales de octubre de 2012 aterrizó en tierras alemanas. Nunca olvidará ese momento. Era un día frío, lluvioso y triste. Un grupo de veinte enfermeros emprendía una gran aventura, todos con un denominador común: era la primera vez que estaban tan lejos de sus familias, amigos, de su país. Hoy, tres años después, todavía recuerda esa sensación de miedo y de inseguridad que invadió todo su ser. Fueron las primeras sensaciones de José Luis Castellano Lerma, natural de Villargordo y que ayer cumplió 29 años.

Estudió un módulo superior de actividades físicas y deportivas en el instituto Las Fuentezuelas, y recuerda, con cariño, aquellos dos “maravillosos años en los que conoció a grandes profesores y descubrió la vocación de enfermero”. Por eso, se matriculó en la Universidad de Jaén para formarse en esta disciplina. A pesar de la situación laboral en la que España se sumía, tuvo la suerte de trabajar justo al terminar la carrera, ese mismo verano, en el Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid. “Estuve haciendo las suplencias en este mismo centro los siguientes tres años”, tantos como ahora lleva en Alemania.

Lo que le empujó a emigrar fue la falta de oportunidades laborales. Trabajaba solamente cuando había suplencias estivales. “Esto me hizo reflexionar y comencé a mirar fuera de mi país. Había y hay mucho trabajo sanitario en el extranjero, pero también existe el miedo al fracaso, el timo o los falsos contratos, por no hablar de la desconfianza que siempre estuvo en mi mente”, relata. Sin embargo, no fue así y tuvo la fortuna de contactar con una empresa malagueña, Cefeco, que formó a este grupo de veinte enfermeros para labrarse un futuro en Alemania. “Gracias a esta empresa tengo un futuro laboral y personal, un futuro que mi propio país, a día de hoy, me ha arrebatado”, lamenta. Y como muchos en su situación, lo peor nada más llegar, fue el idioma. “Aún se piensa que con el inglés se puede vivir bien en Alemania y eso está muy lejos de la realidad. O sabes alemán o no vas a ningún lado. Llevo tres años y aún sigo estudiando, a pesar de tener ya el B2, además de italiano y perfeccionando el inglés”.

Otra aspecto que le costó mucho fue la adaptación a los horarios de las comidas. El almuerzo se hace a las doce de la mañana y la cenas, a partir de las seis de la tarde. “Imaginaros para un andaluz adaptarse a eso, era impensable. Pero cuando empiezas a trabajar en el horario alemán te das cuenta del porqué”, relata. Aunque se acostumbra poco a poco, echa de menos los bares de tapas y compartirlas con los amigos, la comida mediterránea, aunque su madre le cuida desde la distancia y le manda jamón y, cómo no, el aceite de oliva. Por otro lado, es muy difícil hacer amistad, de hecho aún no tiene ningún amigo alemán. “Os aseguro que no soy el único. Muchos de los españoles que residimos aquí tampoco tienen”, lamenta.

Por otro lado, hay muchas cosas que le gustan a este villargordeño de las tierras germanas. Por ejemplo, el respeto por el descanso, por la naturaleza y el trato hacia los animales. “Aquí no ves ningún animal abandonado. La vida del pueblo — vivo en uno— es mucho más tranquila que en los pueblos de España. En conclusión, las personas aquí son más respetuosas que en nuestro país”, explica. Pero lo más importante que le ha dado a Castellano es el amor. “Venirme a Alemania ha hecho que conozca a la mujer de mi vida, la que tanto esperaba, con la que tanto soñé. Se llama Roberta y es una preciosa italiana nacida en Roma. Ambos hemos tenido que sacrificar tanto... pero ha merecido la pena, nos hemos encontrado. ¡Qué bonito es el destino! Ahora juntos y unidos lo estamos superando todo con más facilidad”.

cultura que gusta

En sus tres años de experiencia germana, José Luis Castellano ha podido comprobar que los alemanes conocen mucho Andalucía. “Cuando descubren nuestra cultura quedan encantados, y a la vista está, hay mucho turismo alemán en España”, argumenta. Su opinión personal es que los españoles y los alemanes se llevan bastante bien y hay un gran respeto en el trato, aunque, como siempre, hay la típica excepción. “Pero eso, todos lo sabemos, ocurre en todos lados”, ironiza. A pesar de que está contento con su destino, no puede evitar sentir añoranza. No hay día que no recuerde a sus seres queridos. “Para mí, la familia es el pilar sobre el que muchas veces consigo mantenerme y seguir adelante”. Echa mucho de menos ir al cine; sí, ir al cine. Es un gran aficionado y acostumbraba a acudir muy a menudo, pero allí no le apetece porque no lo considera “tan divertido” como antaño.

consejos prácticos

“Hijo, tranquilo, tu familia, tu casa y amigos siempre van a estar aquí”. Es la frase que su madre y un amigo le dijeron antes de irse, una aseveración que, a su entender, engloba muchas de las verdades a las que se enfrenta el emigrante. A todos los que planean marcharse al extranjero, este natural de Villargordo aconseja que no lo enfoquen como una aventura, sino que lo hagan cuando tengan el trabajo asegurado y, por supuesto, el conocimiento del idioma. “Que no tengan miedo, los principios siempre son duros, nada es fácil, pero lo que sí he aprendido, y ahora yo siempre digo, es que las cosas difíciles son las que mayores recompensas y alegrías te van a dar, las que más valorarás”, reconoce desde la lejanía. Y aunque valora la oportunidad de haberse marchado pero reconoce que, como en su país, en ninguna parte.

La vida en un pequeño pueblo al sur de Alemania, rodeado de grandes atractivos
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José Luis Castellano residen en un pueblo pequeñito, de unos dos mil habitantes, Notzingen. Pertenece al estado Baden Württemberg, al sur de Alemania, a unos treinta kilómetros de Stuttgart. Si tuviese que hacer de guía turístico de su ciudad, se centraría más en los pueblos de los alrededores de Stuttgart, como, por ejemplo, Tubingen o Esslingen. Son perfectos para visitar por la proximidad del municipio en el que vive. “Son realmente preciosos”, confiesa el jiennense, que también tiene claro que una visita obligada es Friburgo de Brisgovia. Se trata de una ciudad llena de encanto y romanticismo, sita junto a la Selva Negra. También recomendaría pasar por Baviera y visitar la gran urbe de Munich, además del Castillo de Neuschwanstein, que seguro que para muchos es conocido. “Lo olvidaba, se puede hacer en unos días una ruta preciosa por Baviera que se llama romantische strasse”, aconseja el villargordeño, que ha disfrutado, en primera personas, de todas las rutas de la mano de la que será su futura esposa.

familia
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El calor del hogar es de los aspectos de los que más se echa de menos una vez que se vive en el extranjero, además de los amigos. Por eso, cualquier reencuentro es una gran experiencia y un verdadero “chute de energía” para afrontar con más optimismo los duros inviernos que tanto caracterizan el clima alemán.

encanto
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Friburgo de Brisgovia está considerada como una de las ciudades más bonitas de Alemania. Su ubicación junto a la Selva Negra y su respeto por el medio ambiente la hacen especialmente atractiva. Además, se pueden hacer rutas a pie por la Selva Negra o desplazarte en coche para visitar algunos pueblos típicos del entorno.

añoranza
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Lo primero y más importante para el villargordeño es el hogar, la familia, los amigos. No hay día que no los recuerde. Pero, además, echa de menos el clima. “Más bien en el invierno, porque la verdad, el verano en Jaén es muy caluroso”, ironiza, sin olvidar la comida, las tapas, el jamón y, cómo no, el zumo de aceituna.

unión
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José Luis Castellano confiesa que una de las cosas más complicadas de su adaptación a tierras germanas es hacer amigos, tanto que todavía no tiene ninguno que sea alemán. Pero la contraprestación es que ha encontrado a la mujer de su vida y amigos, aunque ninguno aleman, de momento, que no perderá nunca.