En la Venecia de Portugal

El arquitecto alcalaíno Alberto Montoya Cano reside, desde hace más de una década en la ciudad lusa de Aveiro, un hermosa lugar próximo al mar en el que ha constituido una familia y es conocido como brillante profesional

17 sep 2017 / 16:43 H.

Aveiro es conocida co- mo la Venecia de Portugal, por su bello sistema de canales. ¿Cómo llegó hasta este lugar idílico el arquitecto alcalaíno Alberto Montoya Cano? Explica que desde antes de acabar sus estudios en Granada tenía siempre la idea de salir a conocer otros países y otras culturas, aunque nunca se marcó un destino en concreto. El día en el que acabó la carrera, en el año 2002, un profesor invitado de la Universidad de Barcelona fue a hablar con él y le preguntó por sus planes de futuro. “Me dijo que me podía ayudar con eso, que tenía buenos amigos en el extranjero, y meses después me llegó la invitación para trabajar en Oporto, en un estudio de arquitectura de renombre, el del arquitecto João Álvaro Rocha. Y allá que fui, sabiendo cuando iba y sin saber cuando volvería, y sigo sin saberlo, afortunadamente en mi caso”, dice.

Durante los cinco primeros años en Oporto trabajó en el equipo de diseño de las estaciones de la ampliación del metro. Después se mudó a Aveiro, a setenta kilómetros al sur. “Aquí tengo mi propio estudio de arquitectura desde hace casi una década en el que realizamos diversos trabajos relacionados con la construcción”, detalla el profesional.

Se trataba de la primera vez que vivía fuera de España, pues hasta los dieciocho años siempre residió en Alcalá la Real y luego en la ciudad de la Alhambra. Antes del salto definitivo estuvo unos meses en Málaga. “Es curioso, porque en los años 1999 y 2000 vine dos veces a Oporto, por varias razones, y me encantó la ciudad. Me dije a mí mismo que no me importaría vivir allí. Y cuatro años después, por casualidad, acabé haciéndolo”, explica.

Montoya está muy contento en Aveiro, donde está felizmente casado con una portuguesa, fruto de cuya unión nació una niña de siete años. “Aveiro es preciosa, con una calidad de vida muy interesante. Cerca del mar, pequeña pero con todos los servicios necesarios y a una hora escasa de Oporto, así que nuestros planes de futuro son seguir viviendo aquí si es posible. No necesitamos más”, resume el alcalaíno acerca de su situación actual.

En cuanto a las diferencias entre el país en el que reside y España remarca que la cultura portuguesa es latina y por ello presenta muchas semejanzas con la cultura española, aunque también algunas diferencias. En tal línea puntualiza: “Es un pueblo mucho más tranquilo y menos ‘ruidoso’ que el español, en todos los aspectos. Los españoles son más expresivos, tanto en la alegría como en las confrontaciones. España es un lugar más de extremos, o estás conmigo o estás contra mí, sobre todo en los últimos tiempos, como puedo comprobar cada vez que vuelvo, tanto en la televisión como en las radios. En Portugal eso no ocurre, tienen sus diferencias, pero a la hora de la verdad, Portugal es lo primero para todos ellos, juntos. Es un pueblo de ‘blandas costumbres’ como dicen ellos, para bien y para mal”.

De Alcalá echa de menos a su familia, aunque, gracias a los avances tecnológicos la distancia desaparece, ya que puede ver, siempre en tiempo real, a sus seres queridos tantas veces como quiera a través de cualquier aparato tecnológico. “A mis amigos me los encuentro cuando vuelvo, tres veces por año normalmente, ya que muchos también viven fuera de Alcalá, y vuelven a visitar a sus familias al mismo tiempo que yo”, señala. También añora las tapas antes del almuerzo y al atardecer. “Eso aquí en Portugal ocurre muy pocas veces”, subraya.

Sin embargo, se siente muy integrado en la nación que lo acoge y domina la lengua de Camoens hasta el punto de que al escribir se cuelan algunas palabras lusas.

persona brillante

Alberto Montoya, ya desde la etapa de Alcalá la Real, cuando pasó por la SAFA y, luego por el instituto Alfonso XI, era un estudiante brillante, algo que se confirmó en la Universidad de Granada. Aparte de su trabajo profesional, hace unos años realizó múltiples traducciones de libros sobre arquitectura. En cuanto a su negocio se llama Bau.Uau Arquitectura, un nombre que recuerda a la escuela alemana de Bauhaus, surgida en el primer tercio del siglo XX. En la iniciativa empresarial participa junto con su esposa, Cristina Emília Silva. Montoya tiene un currículo destacado, de casi doce años de trayectoria en Aveiro. Entre sus competencias destacan el diseño arquitectónico, el urbano y el de interiores. Domina todas las herramientas tecnológicas imprescindibles para su profesión, con la que ha realizado importantes proyectos en territorio portugués.

recuerdos escolares

Alberto Montoya fue entrevistado, hace más de tres años en la revista “Papiyupi”, editada por la SAFA de Alcalá la Real, el centro en el que cursó sus estudios hasta que terminó la Educación General Básica. En la publicación, Montoya destacaba la presencia de profesores que le habían influido como Luis Sanjuán. También tuvo palabras cariñosas para Rafael Valverde, Francisco Manuel López y el ya desaparecido Juan Jiménez.

El alcalaíno regresa siempre que tiene ocasión a la ciudad de la Mota, especialmente con motivo de las fiestas —en agosto visitó el municipio con motivo de las celebraciones en honor de Nuestra Señora de las Mercedes—. Esos momentos los aprovecha para reencontrarse con sus familiares más directos, así como con los amigos, incluidos los muchos que también tienen su residencia en otros lugares.

un español que ha conseguido dar al traste con un refrán luso con varios siglos de antigüedad
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En relación con las numerosas anécdotas vividas desde que se asentó en Aveiro, a Alberto Montoya siempre le viene a la cabeza un refrán antiquísimo que le recuerdan los portugueses de vez en cuando: “De Espanha nem bom vento nem bom casamento (De España ni buen viento ni buen casamiento”. Viene de épocas pretéritas, imperiales, cuando la rivalidad entre España y Portugal era mayor, para alertar a los hombres y las mujeres portuguesas para que no se casasen con los españoles. “Mi mujer no les hizo caso, afortunadamente”, afirma, con ironía, el alcalaíno. Sin embargo, valora que los portugueses lo han recibido con los brazos abiertos. Destaca las buenas relaciones entre las dos naciones ibéricas, máxime en una época como la actual en la que las barreras se han roto y forman parte de la Unión Europea, lo que repercute de manera positiva en el acercamiento entre los pueblos desde el punto de vista cultural y económico. Además, de esta manera se rompen muchos tópicos y prejuicios relacionados con los distintos países.

un amante del golf
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Montoya Cano es un gran aficionado al deporte, sobre todo al golf. Siempre que tiene ocasión practica esta disciplina que le permite ejercitar su habilidad. Además del plano meramente competitivo, la disciplina del “green” y los hoyos permite al alcalaíno cultivar las relaciones, pues muchos amigos también juegan.

persona familiar
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Al alcalaíno le encanta disfrutar de su familia. Por ello, dedica buena parte del tiempo libre a pasar buenos momentos con su esposa y la hija de ambos. Le encanta recorrer los bellos rincones que le ofrece Aveiro y adentrarse en otros puntos de Portugal. Uno de sus lugares predilectos, por proximidad es una gran urbe, Oporto.

una labor apreciada
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La buena labor de Alberto Montoya y de su estudio de arquitectura se ha visto reconocida tanto en Portugal como en España. Las creaciones de BAU.UAU Arquitectura tienen gran acogida. Esto posibilita que actualmente el profesional tenga un destacado volumen de trabajo y que numerosos edificios lleven hoy su impronta.

amante de alcalá
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El vecino de Aveiro no olvida sus raíces en Alcalá la Real. De hecho, le encanta la arquitectura del municipio. Compartió a través de las redes sociales, hace unos años, la portada de una revista editada en Portugal en la que aparecía una imagen de la Fortaleza de la Mota en la portada en un reportaje sobre Andalucía.