En la cuna de los “selfies”

El ingeniero de Caminos, Canales y Puertos Pablo Guzmán López dejó un trabajo que prometía en Inglaterra y, mochila a la espalda, se aventuró a conocer las antípodas. Ahora disfruta de su sueño aventurero en Australia

20 ene 2019 / 11:38 H.

Cualquiera sabe, a estas alturas de la película, lo que es un “selfie”, pero no todo el mundo conoce que el origen de esta palabra está en un mensaje publicado en un foro de internet australiano en 2002, cuyo autor jamás imaginó la popularidad que, con el tiempo, alcanzaría su palabro.

Allí, en la cuna lingüística de la autofoto, un jiennense de la capital de la provincia, Pablo Guzmán López, vive una particular aventura que, si no a sí mismo, se encarga de inmortalizar —a través de otros ojos— para recordarla si es que alguna vez abandona las antípodas y decide regresar a su patria chica: “Son muchas las cosas que se echan de menos de España en general y de Jaén en particular”, afirma este ingeniero de Caminos, Canales y Puertos por la Universidad de Granada, desde 2014, y viajero empedernido que se decidió por el país de los canguros cuando gozaba de una posición emergente en la multinacional de ingeniería civil en la que trabajaba en Newcastle (Inglaterra). Y es que ya con dos años de experiencia en el sector, decidió cambiarlo todo por una mochila a la espalda, otra en el pecho y mucha, mucha energía: “A pesar de que me estimulaba ese empleo, tal vez no sea el eje central que vaya a marcar mi vida profesional futura”, expresa el perito jiennense.

Así, ni corto ni perezoso, renunció y, con un visado en el bolsillo, inició su particular “grand tour”: “Fue en agosto de 2018 cuando puse rumbo a las antípodas, mi primer destino fue Indonesia, concretamente Bali, isla que recorrí durante veinticinco días”, recuerda. Allí encontró un montón de atractivos y, sobre todo, una pasión compartida: el yoga: “Fueron unos días maravillosos, toda esa energía que llevaba conmigo, unida a las buenas vibraciones de ese lugar, convirtieron la experiencia en algo que difícilmente olvidaré”.

La siguiente parada fue Australia, donde lo esperaba la familia Trusler, en cuyo hogar se integró. Brisbane, capital del Estado de Queesland, lo acogió con los brazos abiertos: “Me ofrece mucho de lo que voy buscando; relativamente fácil acceso a trabajos temporales, buen clima todo el año, ambiente internacional... Una vida tranquila donde con apenas veinticinco horas de trabajo a la semana puedes tener incluso para ahorrar un dinerito a final de mes y, sobre todo, tiempo libre para perderse y enriquecerse en una ciudad culturalmente activa”, celebra Guzmán.

Y eso que no se gana la vida allí, precisamente, sentado: “El requisito principal para extender el visado un segundo año es realizar ochenta y ocho días de trabajo agrícola en cualquier zona rural del país, o de hostelería en zonas situadas por encima del trópico de Capricornio”. Un periodo —dice— que es toda una “odisea” y que lo ha llevado a recorrer distintas zonas para cumplir con el requisito: “En una primera experiencia realicé la temporada de mangos en Bowen, al norte de Queesland, y ahora trabajo en una plantación de manzanas en Stanthorpe, una ciudad situada en la frontera del Estado y New South Wales”, asegura.

Solo un mesecito le falta para tachar del calendario el último de esos ochenta y ocho días y disfrutar de diecisiete meses por delante para escrutar Australia a ras de asfalto: “Algo muy habitual entre los viajeros es hacerse con una pequeña ‘van’ en la que directamente dormir en la carretera, y ¿por qué no conocer Australia en la carretera, viviendo en mi propio auto mientras viajo”. Tal vez esa sea mi próxima decisión, pero por ahora no le doy demasiadas vueltas al futuro, mi propósito de año nuevo es no planear demasiado, dejarme sorprender”. concluye.

raciones de morriña

“La compañía de la familia, especialmente en estas primeras navidades que he pasado fuera de casa; los ratos con los buenos amigos o sencillamente salir a la calle y respirar esa alegría y ese aroma español que te dice que estás en casa...”. La felicidad deja resquicios también para la nostalgia, y al jiennense se le llena la boca de recuerdos por “unas tapas al solecito y la comida de casa”: “Pagaría mucho ahora mismo por una pipirrana bien fresquita o un buen salmorejo con huevo y jamón”, asegura. Menos mal que su optimismo y sus ganas de vivir le ayudan a superar los bajones: “No siempre se puede tener todo, el balance que hago es muy positivo, es mi decisión estar donde estoy y estoy muy contento de estar disfrutando de esta etapa diferente de mi vida, que solo el tiempo definirá la longitud total de su duración”, sentencia el perito jiennense.

“asesor de visados”

Dice que no estaría mal que su experiencia sirviera de “inspiración” a otros jóvenes que, al igual que él, antes de decidir dar el gran salto, “se encuentren un poco insatisfechos con su situación personal”. En esa línea, “se ofrece” como “asesor” en caso de que algún jiennense desee seguir sus pasos en Australia: “Estaría encantado de informar personalmente de más detalles si algún joven muestra interés por el visado Work&Holiday”, afirma. Este documento es, en sus palabras, “una excelente oportunidad que ofrece el Gobierno australiano a mil quinientos jóvenes al año, de edad comprendida entre dieciocho y treinta años, con pasaporte español”. Además de la edad —continúa—, se ha de cumplir una serie de requisitos, como tener dos años de estudios superiores completados, nivel funcional de inglés y dinero para mantenerse allí a la llegada.

a casi dieciséis mil kilómetros de distancia de su casa, pero encantando de la vida
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Brisbane, la ciudad en la que pasa la mayor parte de su tiempo, tiene un gran “defecto”, la ausencia de playa: “Para mí, esto no ha sido un gran problema, ya que los fines de semana es posible acudir tanto a la Sunshine Coast como a la Gold Coast en poco más d eun ahora de coche, y disfrutar de alguna de las hermosas playas de Australia en Noosa Heads”, asegura Pablo Guzmán. Brisbane, capital del Estado de Queesland, le ofrece, sin embargo, otras ventajas: “Es la tercera en importancia del país, con algo más de dos millones de habitantes”, dice. Se siente feliz allí, aunque lo separen de España casi dieciséis mil kilómetros: “Esta es una aventura que he empezado por y para mí, tal vez suena demasiado egoísta, pero es un egoísmo sano, estoy muy contento de compartir esta aventura con nuevas personas que han aparecido en mi vida sin quererlo y que me aportan mucha luz y felicidad”, celebra el jiennense, una persona para la que la paz interior—según se deduce de sus palabras— es más que importante.

“couchsurfing”
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Llegó a casa de los Trusler, en Brisbane —su “cuartel general” en tierras australianas— para pasar dos noches, y se quedó todo un mes. Tan bien congenieron que, como muestra la fotografía, Louise —la mitad de los Trusler, junto con Tony— y tres de sus compañeros le hicieron pasar un esupendo día de cumpleaños

jornalero del mango
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Su experiencia como trabajador en el campo australiano comenzó en Bowen, donde se dedicó a recoger mangos. Allí compartió alojamiento y trabajo con un numeroso grupo —la “farmily”— en busca de sus ochenta y ocho días de trabajo en agrícola para obtener el segundo año de visado y poder seguir en tierras australianas.

MERCADILLO
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El lugar favorito de Guzmán en Brisbane es el mercado de los sábados de Davies Park, el “Saturday Market”, donde desde las seis de la mañana —asegura— hay música en directo mientras se disfruta “de un delicioso café o te”. Se trata de un mercado de fruta y verdura —y mucho más– al que no falta ningún sábado.

en el “paraíso”
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The Great Keppel Island es una isla de trece kilómetros cuadrados y diecisiete playas, donde pasó tres semanas como camarero a cambio de alojamiento y comida. En la imagen, Pablo Guzmán toma una foto mientras disfruta de las vistas paradisiacas de un lugar que, asegura, le brindó una “experiencia mágica”.