El Twist de un madridista

11 dic 2016 / 11:23 H.

A Juan Begara Lara se le reconoce como un referente de la mejor tradición barista de Torredonjimeno, donde nació el día 2 de abril de 1942 en aquella España de la posguerra a la que se le venía encima el hambre de los años 44 y 45. Niño, como la mayoría, criado en una familia trabajadora. Su padre, Juan Begara Rueda, casado con Mercedes Lara de la Torre, trabajaba en el campo, pero llegó a tener una bar, “una taberna”, precisa Juan. Transitar de forma fugaz por la escuela era lo habitual, así que nuestro personaje estuvo dos años aprediendo letras y números para salir de allí con destino a un bar, El Patín, que regentaban José y su hermano Octavio, otros dos baristas con nombre propio.

Ni hubo bar ni profesional de renombre en el pueblo por los que no pasara para aprender el oficio, acumular experiencia, –en la barra, en las mesas–, sirviendo café, vino (blanco peleón) y copas. Esto es: coñac y anís, lo que se estilaba entonces. Entre los 11 y los 14 años pasó ademas por el bar de Manuel Cortecero (Manolín), en La Placeta, cuyos caracoles tuvieron fama; por el Casino de los Artesanos, en la plaza del Ayuntamiento; con Amador Pinta y en la tienda de Antonio Cámara, donde también se encargaba de servir género a la gente de los bares.

–Nos llevaban 20 años de diferencia–, setencia refiriéndose a Cataluña, su hostelería y restauración.

Y asegura sin titubear que allí aprendió mucho. Durante dos campañas, la de 1961 y 1962, trabajó en un hotel residencia de Barcelona, propiedad de una señora holandesa y de su marido, que era catalán.

–La dueña me enseñó a bailar el Twist–, dice mientras relata aquella experiencia en el hotel cuyo nombre no acabamos de tener claro en dos palabras inglesas.

Muy lejos de allí, en Spring Gully (Carolina del Sur), había nacido un año antes que Juan el que con el tiempo sería conocido como El rey del Twist, Chubby Chercker. En 1960, el cantante popularizó internacionalmente un tema, The Twist, que había pasado sin pena ni gloria por la voz de otro artista, Hawnk Ballard. El Twist fue el primer baile vinculado al rock and roll (Wikipedia dixit) en el que las parejas bailaban sin tocarse. El baile llegó a España en 1962, precisamente la última campaña hotelera que Juan Begara hizo en Barcelona, donde aquella señora holandesa le enseñó a bailarlo. Curiosamente, Chubby Checker se caso uno de esos años con una conocida modelo holandesa.

Sea por lo que fuere, en 1963 Juan Begara trabaja en la taberna de su padre que él llevaba junto con su hermano Antonio. Estaba en la calle del Agua. Después se trasladaron al Casino de los Artesnos, hoy desaparecido. En 1966 se mudan a un local de la calle San Pedro. Ahí empezó la marca y el establecimiento de referencia en su trayectoria profesional, uno de los bares, diríamos ahora, de culto en Torredonjimeno: el Twist, abrigo durante años para los amantes del cañeo y el tapeo. Santuario para los madridistas, porque Juan es del Real Madrid y futbolero desde que recuerda.

–Siempre he sido del Madrid y siempre he sido un hombre del deporte–, dice sin sombra de duda. Los hechos lo corroboran.

De aquel baile, este nombre y un negocio que desde aquel año sigue vivio en el pueblo, aunque con cambios en su currículum. Probó por su cuenta y dejó el negocio familiar para montar el bar Deporte, en la Puerta de Jaén. Fue en el año 1971.

–Quería buscarme la vida por mi cuenta, pero duró hasta 1974.

Vuelve al Twist, con su padre, aunque él y su hermano Antonio llevaban el bar. “Mejoramos el negocio”, explica, y lo cierto es que la consecuencia fue que muchos jóvenes ya mayores de edad lo convirtieron en punto de encuentro, “aunque iba gente de toda clase”. Y da dos claves fundamentales:

–El bar estaba bien atendido y teníamos profesionales jóvenes muy buenos–, subraya.

Antes de que le pregunte por dos de ellos, de forma singular, hace un gesto inequívoco de que lo que va a decir no debe pasarlo por alto quien lo escribe. Se refiere a su mujer, Paula Montijano Hermoso.

–Siempre me ha acompañado todos estos años en el negocio, trabajando en la cocina–, precisa.

También esos dos profesionales por los que le pregunto han estado con Juan Begara en el Twist hasta que se han jubilado. Paco, 43 años de camarero, y Horacio, 31 de cocinero.

En la estrecha calle de San Pedro entrabas al Twist por una ouerta de hierro con gruesos cristales. La barra al frente, de granito; las mesas espaciadas por la sala y muy concurridas. Juan, siempre activo, saluda en la barra mientras tira la caña; Antonio, pausado y amable, haciendo lo propio. Paco, cantando las comandas con voz rotunda, de las mesas a la barra, sorteando parroquianos cuando el local se abarrotaba. Voz que gritaba con inconfundible soniquete ¡boooote! mientras las modenas de las propinas se deslizaban por el susodicho. Cañas y vinos, calamares, queso, patatas, avellanas con cáscara, boquerones en vinagre, sesadas, flamenquines y la tapa estrella, el twist: pan frito con ajo, rodaja de tomate y anchoas. El nombre del bar ha solapado hasta los apellidos de sus mentores, en una especie de fusión genética bautizando a estos baristas que permanencen en la memoria colectiva del pueblo. Paco el del Twist; Horacio el del Twist, dirían los vecinos si ocupan su conversación. Y Juan, o Juanito, el del Twist. Denominación de origen de esa especie de gentes del bar en la que están, entre otros, José y Octavio del Patín; Quico el del Avenida; Pepe el del Regina; Amador y Juanito Pinta, Amador del Vista Alegre o Alonso del Cachorro.

–Siempre quise, tuve la ilusión, de tener un salón de bodas y un restaurante, con el bar....

Entorna los ojos para relatar el cambio, con su hemano Antonio ya fuera del negocio y dedicado a otra actividad comercial. La noticia fue muy comentada, sobre todo por la incertidumbre que generaba. Juan cierra en la calle San Pedro y se lleva el Twist a la Avenida de Jaén, junto a la carretera, más arriba de la gasolinera. Era arriesgado, pero los tiempos demandaban el cambio y lo supo ver. Fue en el año 1995. El nuevo emplazamiento tiene planta rectangular, precedida por una terraza espaciosa, seguida de una barra larga, ya en el interior, y rematada al fondo con un buen salón para bodas y restaurante. Fue un paso intermedio hasta llegar al gran proyecto, que sigue hoy en pie, en el margen izquierdo de la carretera, justo a la entrada del pueblo desde Jaén.

El complejo se llama Hotel Twist, con 32 habitaciones, restaurante, aparcamiento, terraza interior de grandes dimensiones y un salón de bodas para 700 personas. Fue pionero en Torredonjimeno. En los años de bonanza tuvo más de una veintena de trabajadores, comenta Juan. El trazo que diseña su arquitectura aguanta perfectamente el paso del tiempo y la familia ha sorteado la crisis y la competencia con esfuerzo. “El negocio ya no es el mismo”, reflexiona, “pero lo importante es que mis hijos se llevan bien y que hay que seguir adelante”. Sus hijos son Antonio Juan, David e Isabel María, que tomaron las riendas hace años, aunque el fundador sigue ejerciendo de maestro y ocupando su pequeño despacho, donde hablamos.

–Siempre me gustó el Madrid y he sido un hombre del deporte,–repite entornando los ojos de nuevo.

Y lo hace para recordar aquel año de 1978 en el que fundó la Peña Madrisita de Torredonjimeno. Y un año después, con la plaza llena de gente expectante para ver a Luis de Carlos, entonces presidente del club, inaugurando la peña oficialmente. No se le olvida le homenaje a Pirri, en el que estuvo presente, y los más cien partidos del Real Madrid que ha visto en todas las competiciones, aunque recuerda especialmente un 6-1 al Derbi Country.

Fue el primer presidente del Patronato Municipal de deportes que creó Miguel Anguita, presidió en dos etapas al Torredonjimeno C. F., entrenó a los porteros del equipo en alguna ocasión ayundado al técnico del equipo y fue entrenador de la Agrupación Deportiva Jamilena, sin cobrar. “Siempre me ha costado dinero el futbol”, sentencia con una media sonrisa aquel chaval del que José el del Patín, del Atleti, decía cuando había jaleo en el bar:

–Yo me apaño con el nene...