Dios en el silencio

Ya hizo un año que la Pastoral del Sordo en Jaén nació para llevar la buena noticia del Evangelio a las personas sordas de nuestra diócesis. Un año en que se han dado pequeños pasos, se ha ido consolidando un buen grupo y se han forjado lazos de cariño. Cada último viernes del mes, el encuentro de las personas sordas que buscan a Dios en el silencio es un espacio de compartir la fe descubriendo el amor de Dios que nos mira siempre completos, que no ve nuestros defectos sino el amor que ponemos en la vida, en cada paso que damos.

Estamos al inicio del camino. Las personas sordas aún necesitan que la puerta de la Iglesia se abra de par en par para poder entrar y entender en su idioma cuánto los ama Dios. Nuestro hijo sordo nos ha ayudado a entender su mundo y el de las personas que como él no pueden escuchar y comprender la Palabra de Dios como los oyentes. Hemos aprendido a reconocer en ellos las ganas de que la semilla de la fe siga creciendo. Aún falta una catequesis adaptada tanto para niños como para adultos, profundizar en la oración, una misa semanal accesible, interpretada... El camino es largo, pero ya está iniciado, ya no hay marcha atrás. El sábado pasado en Madrid se reunieron los responsables de esta pastoral de cada diócesis donde está presente. También Jaén participó aportando su corta experiencia. Aún son muchas las zonas de España donde no existe. En otras, el camino que llevan recorrido es muy largo. Es de admirar cómo sacerdotes oyentes, algunos ya bien entrados en años, se han enamorado de esta pastoral y han aprendido la Legua de Signos para comunicarse con las personas a las que apoyan. Pero más sorprendente es constatar cómo cada vez hay más sacerdotes sordos, llamados por el Señor para dedicar la vida a las personas que como ellos carecen de un sentido tan importante para poder establecer comunicación con el entorno. Son personas que comprenden más que nadie la situación de incomunicación, la falta de medios para llegar a vivir la fe, la invisibilidad que a veces se da en este colectivo. Sus manos consagradas no solo administran sacramentos, son cauces privilegiados para que las personas que no han tenido acceso al conocimiento del Evangelio lo hagan en su propio idioma.

Nos emociona ver siempre cómo las personas sordas cuando descubren a ese Dios que es amor lo expresan con tanta alegría y contagian en su entorno esa novedad. Cómo hay intérpretes de Lengua de Signos que nos acompañan en este proyecto a cambio de nada, haciendo de sus manos el canal de comunicación por el que fluyen los mensajes, ya sea en un encuentro, una reunión o la misa. Es muchas veces una primera evangelización, una misión que alegra el corazón.

En este último encuentro nacional, la Diócesis de Barcelona nos informó de cómo va la traducción de la Biblia a la Lengua de Signos y nos dieron la noticia de que la Conferencia Episcopal está apoyando estos trabajos a través de una subvención para la compra de varias cámaras especiales. Aún muchos obispos desconocen esta tarea y este mundo tan ajeno a ellos. El obispo de Huelva, responsable de esta Pastoral en la Conferencia Episcopal, así como los Delegados de las distintas diócesis están haciendo una gran labor de sensibilización.

Los que formamos la familia de la Pastoral del Sordo en Jaén este curso hemos peregrinado al santuario de la Virgen de la Cabeza en Andújar, hemos tenido dos campamentos: en Siles y en Cortijos Nuevos con nuestro delegado, el sacerdote Germán García, y hemos participado en el XXVI Encuentro Nacional de la Pastoral del Sordo en Aracena (Huelva) con la participación de 325 persona, entre ellas muchos sordociegos.