De la tierra del “ea” a la del “eh”

El peroxileño David Guerrero Padilla sabe lo que es conocer mundo desde que llegó a la adolescencia. Su curiosidad cultural, que no tiene límites, lo llevó a elegir la ciudad canadiense de Fredericton para cursar una beca internacional

03 feb 2019 / 11:50 H.

Si en lugar de medir las distancias entre dos lugares en kilómetros se hiciera según las “coletillas” utilizadas por sus habitantes, los más de 7.291.000 metros que separan Jaén de Canadá se resumirían en solo dos letras. Increíble, pero cierto. Y es que el mar de olivos, tan dado al uso de “muletillas” a la hora de hablar, no está tan lejos de un país a todas luces remoto como Canadá, que parece emular con su característico “eh” al final de cada frase pronunciada con el entrañable “ea” de aquí, distintos significados, ciertamente, pero la eficacia es la misma a la hora de apostillar lo dicho.

Lo sabe bien un jiennense que empezó muy pronto a saber lo que es alejarse del perfil que muestran los montes del Santo Reino y el gustillo que da volver a verlos cuando se viene de regreso: “Me fui por primera vez al extranjero con catorce años, con mi hermana, a aprender inglés; desde ahí, apenas he parado de ir a diversos sitios a estudiar inglés o simplemente su cultura, que también es importante”. Quien lo tiene tan claro se llama David Guerrero Padilla, un peroxileño de veinte años, estudiante de Ingeniería en la Universidad de Jaén, que aprovecha su Beca de Movilidad Internacional en la ciudad canadiense de Fredericton para formarse en una de las “capitales” de la ingeniería y, de paso, empaparse de vivencias.

Y es que eso de desarrollar proyectos “a priori” imposibles y convertirlos en realidad es una pasión que arrastra desde pequeño, cuando ya hacía de las suyas en el taller familiar de vehículos donde lo mismo manejaba una grúa que trasteaba todo lo que se le ponía a mano. Una querencia que lo ha llevado a apostar por poner todo de su parte para convertirse en todo un perito que, como siga como va, terminará por comerse el mundo: “Participé en las Olimpiadas Matemáticas Thales en 2011 y fui seleccionado para un campus científico sobre el vehículo eléctrico en la Escuela Politécnica de Barcelona en 2014”, es decir, cuando la foto de su DNI era la de un chaval de apenas dieciséis años; por si a alguien le parece poco, Guerrero, además, ha pasado por las universidades de Dublín y South China Normal University, domina el inglés como si hubiera pasado sus nueve meses de gestación en una academia y... sí, hay más: de no ser por su madurez a la hora de decidirse entre la obligación y la devoción, sería ya todo un “crack” del fútbol en un equipo de relumbrón: “Debuté en el CD Torreperogil como juvenil, y aprendí mucho de grandes compañeros que me hicieron evolucionar mentalmente en el juego”, recuerda, y añade: “El año pasado estuve a punto de jugar el Campeonato de España con la selección de fútbol sala de la UJA, pero tuve que abandonar”. No es que haya dejado el balón —juega en el equipo de la Universidad UNB Varsity Reds Soccer, pero la responsabilidad se impuso sobre el gusto y optó por tener amplitud de miras: “Suelo ligar el fútbol a los estudios porque aumenta mi rendimiento, me hace sentir libre y vivo, olvidar todos los problemas y, cuando vuelvo a ellos después del partido, mis pensamientos son de más calidad”, sentencia.

Así, entre los libros y la pelota, David Guerrero vive “feliz” en su destino temporal: “La adaptación ha sido muy rápida, tanto con el idioma como con el clima, me comunico bien con los profesores y con mis compañeros, y eso me hace la vida más sencilla aquí. Estudio la carrera que me gusta, juego y tengo tiempo libre para disfrutar de ver lugares con amigos, o incluso a veces, si necesito reflexionar, solo”, dice. Seguramente, después de un año muy duro el mes de mayo será el de su regreso a Jaén, donde —asegura— se siente “muy bien”.

abriendo horizontes

El estudiante tosiriano optó por estudiar en Canadá con una intención muy clara: “abrir horizontes”: “Me apasiona aprender de los demás, saber cómo y por qué hacen cada cosa, qué piensan sobre cada tema”, afirma. Y, claro, después de pasar por Irlanda, Inglaterra, China y Portugal —hay quien no viaja a esos países ni una sola vez en toda su vida, y él ya llena álbumes con recuerdos de esas experiencias— quería probar algo nuevo”, dice. Si se tiene en cuenta la impresión que le causa el país norteamericano, la elección fue de lo más acertada: “De Canadá solo puedo decir cosas buenas, tenemos que aprender muchísimo de ellos, y lo digo con todo el dolor de mi corazón porque amo mucho mi tierra”, confiesa, y añade: “Tienen un respeto por los bienes comunes incalculable, su aprendizaje se basa en práctica y más práctica: ni mejores ni peores... Diferentes”.

carácter distinto

En Canadá, según el protagonista de este reportaje, hace “un frío terrible”. A pesar de ello, expresa que le gusta levantarse y verlo “todo nevado, salir a la calle y que el frío despierte al ir a clase”, manifiesta. En cualquier caso, a tenor de sus palabras, las bajas temperaturas que padece el país y la ciudad en la que vive son solo una cuestión meteorológica, porque lo que es calidez, asegura que sobra: “Esta ciudad es bastante acogedora, no hay mucha población y está todo relativamente cerca”. Además, la combinación de estudios y deporte que, apostilla Guerrero, se da en Fredericton le fascina: “Hay mucha gente que estudia con becas todo el año por que son deportistas; además todas las semanas hay partidos de hockey y baloncesto, es otro mundo”. Es un joven al que le encantan los retos, superarse a sí mismo. No hay quien lo pare.

el año pasado, el más difícil y, al mismo tiempo, el más bonito de toda su vida
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“2018 ha sido el año más duro de mi vida, pero el más bonito en su final. Me faltaban horas al día, me levantaba a las siete de la mañana, me preparaba en el gimnasio, iba a clase, estaba en el proyecto Motostudent Electric, tenía que estudiar y luego ir a entrenar con el equipo de la UJA de fútbol sala, así que tres meses después de esta estresante etapa tuve que decidir mis prioridades”, evoca David Guerrero, convencido de que acertó en su decisión de apostar de manera más firme por su carrera de Ingeniería que por la afición deportiva. Sin embargo, de gran parte de su satisfacción “tiene la culpa” un equipo, aunque no de fútbol, precisamente: “Unos meses después, todo fue bien y competimos en ‘Motostudent’, de lo cual me enorgullezco, ha sido un equipo maravilloso, me han enseñado tantas cosas que no podría mencionar a nadie por encima del resto”, aclara, y continúa: “Hicimos un buen campeonato y, en lo personal, estar ahí con diecinueve años me hizo tener sensaciones muy bonitas, al ver la moto correr”, concluye.

en familia
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Hay que aprovechar los momentos que la vida les procura para pasarlos juntos, así que David Guerrero Padilla y los suyos no dejan escapar ni una sola oportunidad. En la imagen, precisamente, la familia al completo posa durante una boda: junto al estudiante de Ingeniería y su hermana, Laura, sus padres, Fernando y Ana Mari.

Futbolista y futbolero
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Ama el fútbol, lo lleva grabado a fuego en su interior y le da rienda suelta sobre el césped, con el balón en sus pies, que le hace sentirse mejor, más libre y con mayor capacidad de afrontar los retos a los que —confiesa— tanto le gusta enfrentarse. En la imagen, durante un partido disputado en las instalaciones de la UJA.

la sangre tira
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Guerrero es un joven familiar. Le gusta estar con los suyos, como demuestra la fotografía, en la que aparece con sus primos durante una celebración navideña, en la casa de su abuela. Eso de pasar tanto tiempo fuera hace crecer la nostalgia y, aunque el peroxileño disfruta de la experiencia extranjera, estar con su gente le “carga las pilas”.

merengue
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Se confiesa colchonero, al igual que su hermana Laura. La fotografía da buena muestra de esta filiación por el conjunto del Cholo Simeone. Ahí están ambos, en las gradas del Estadio Vicente Calderón, el templo de su equipo, el Atlético de Madrid, dando apoyo al conjunto de su alma durante uno de sus partidos.