Cueva del Agua y Charco del Humo

Tras los pasos de San Juan de la Cruz, esta ruta se adentra en un “clásico” del senderismo cuyo trayecto entre Pontones y Santiago de la Espada es el corazón del camino entre Beas y Caravaca de la Cruz

22 abr 2018 / 10:28 H.

Nuestro caminar hoy discurre por la hermosa sierra de Segura. Haremos un “clásico del senderismo” en esta zona, como es la cueva del Agua y el Charco del Humo. Lo haremos siguiendo los pasos de San Juan de la Cruz; místico, poeta universal y patrono de los poetas en lengua española. Recientemente se ha habilitado un sendero que camina desde Beas de Segura a Caravaca de la Cruz, siguiendo los pasos del Santo. En octubre de 1578 llegará a Beas San Juan de la Cruz, para establecerse como Prior del Calvario, en plena Sierra de Segura, donde encontró la paz espiritual que buscaba y compuso algunas de sus principales obras literarias El trayecto entre Pontones y Santiago de la Espada es el centro, el corazón de la totalidad del camino entre Beas de Segura y Caravaca de la Cruz. San Juan desde este corazón, nos invita a salir de la desesperanza, buscara a Dios, que nos da motivos para esperar y hacer el camino envueltos en la luz. Nosotros hoy, haremos un pequeño tramo. Recientemente desbrozado y muy bien indicado, no tiene dificultad alguna para seguirlo. Quien desee más información sobre este camino de naturaleza y espiritualidad en la página web del Camino (1).

El sendero comienza justo al salir del casco urbano del Pontón Bajo, en sentido Santiago de la Espada. Tras cruzar el rio Segura, en el paraje del Cuartón, una señal con estrellas y una cruz marcan el camino. Tras unos pocos metros de pista, rebasamos el arroyo de las Covachas y se toma un hermoso camino ahormado, utilizado para las repoblaciones forestales de los años 40 y 50. Este, lo seguiremos hasta su conexión con la bajada a la Cueva del Agua (sendero PR-A 195) y que viene desde Poyotello. La Cueva del Agua es una gran oquedad usada como cenajo, para guardar ganado doméstico. En su base, brota un caudaloso manantial que se filtra en el mismo perímetro de la cueva y desaparece bajo el suelo, formado por toba. Esta es una roca caliza, muy porosa, que se forma al precipitarse el carbonato cálcico, presente en el agua dulce sobre materiales (hojas, ramas,...). Se forma así una roca ligera, fácil de trabajar y muy abundante. Ha sido muy utilizada por los serranos para la construcción de muros y viviendas.

Tras contemplar este manantial tan sugestivo, seguiremos en descenso, entre una sucesión de antiguas huertas, donde hoy crecen esbeltas choperas. Éstas son fiel reflejo del trabajo tan sacrificado que suponía cultivar y mantener estas “tablas”, exclusivamente a base de fuerza humana y animal. Hoy están colonizadas de vegetación silvestre y las pequeñas aves inundan de prodigiosos trinos estos antiguos cultivos. El paraje es de belleza extrema y merece la pena parar y disfrutar del paisaje, de sus árboles, del agua, del monte, de sus olores, de sus murmullos, de su paz. Parar, mirar, contemplar “toda esta tierra es un canto a la pureza” En esta bajada, quedará a nuestra derecha una enorme pared vertical, cuajada de plantas “casmofíticas” como Potentillas, Sarcocapnos, Linarias, Saxífragas y Chaenorrhinum. Todas, rupícolas amantes de la sombra y la humedad, arraigan sobre oquedades y fisuras. Debido a este hábitat restrictivo, muchas representan rarezas y endemismos botánicos. En este tramo y en época de lluvias brota una pequeña cascada; el Chorreón de Huerto Sotico y que vierte sus aguas sobre esta antigua huerta con nombre propio. Resulta llamativo que el camino, a su paso entre huertas, está empedrado. Tenía este dos objetivos; por un lado marcar claramente el camino, evitando así la salida del mismo, ya que se respetaban “religiosamente” las labores (las tierras cultivadas). Los caminos bordeaban estas labores o bien si debían atravesarlas, como sucede en este caso, se acotaban de forma inequívoca. Además, como segundo objetivo se evitaban las dificultades de caminar por barro, tanto hombres como bestias, ya que esta zona se inundaba frecuentemente. Al estar empedrado se caminaba con más firmeza y se evitaba el deterioro del camino. Tras bordear las huertas llegaremos a un puente sobre el río Segura y bajo éste se forma una hermosa cascada, que al chocar contra las rocas forma una espesa bruma. Este hecho hace que el paraje se conozca como el Charco del Humo. Una singularidad más de este precioso rincón de Segura Pontones: toda esta tierra es un canto a la pureza