Crónicas del Espejo de Jaén

16 dic 2018 / 16:51 H.

Fue Rosa María Espejo, la segunda de sus tres hijos, quien describió a la perfección el qué, el quién, el cuándo, el dónde y el por qué, las reglas básicas del periodismo, con una pregunta que despertó las risas, los aplausos y los vítores en un acto en el que si algo faltó fue la mesa camilla: “¿Cuándo coges vacaciones?”. Incómoda cuestión para un periodista de raza, vocacional, un espíritu inquieto con afinada pluma, de alma invisible, tan amigo de la globalización como del terruño, un reportero de los que se pueden contar con los dedos de las manos. Por su culpa y su gran culpa, los lectores empiezan a leer el periódico que dirige, cada domingo, por la última página. Llueve, truene o caigan chuzos de punta, no hay semana sin presencia física, desde el 26 de noviembre de 1992, de las “Crónicas”, retratos que cosen la actualidad con hilo de oro y que, compiladas en un sexto volumen, se convierten en el relato fiel, coherente, consciente y distinto de la historia de una tierra que el autor ama por encima de muchas cosas. Y el culpable tiene nombre y apellidos, carné de identidad, es un ser que siente y padece, cercano y distante, tan adicto al oficio como a la vida misma. Juan Espejo González, a quien definen como un toconero de Jaén o un jiennense de Tocón, demostró en la presentación de su libro que derrocha amigos, con certificado de amor verdadero, por el suelo que pisa.

Fue generoso el autor del libro con sus invitados. Pocos conocían la Biblioteca Capitular que alberga la Catedral de Jaén. Hasta allí los llevó para disfrutar de la belleza de un lugar situado en las galerías altas del templo que levantó Andrés de Vandelvira. Mereció la pena sortear un conjunto de salas y pasillos, situados sobre las capillas catedralicias, que recorren las cuatro fachadas del edificio con balcones que se abren al exterior y al interior. Una maravilla. No hay mejor decorado que un antiguo y valioso fondo bibliográfico para acoger a buena gente en una noche fría de invierno, presagio de la Navidad, en la que se notó el calor de la amistad de quienes protagonizan los momentos por los que hay que brindar cada minuto de nuestra existencia. Nadie faltó, nadie sobró. No hay ausencias cuando las que son obligadas brillan en el mejor rincón del corazón.

El vice-deán, el sacerdote Juan Herrera, dio la bienvenida en su “casa” a un acto que consideró “una bendición de Dios”. Con sus mejores deseos de que el libro se proyecte en la cultura de Jaén, lanzó al viento una frase que a nadie dejó indiferente: “Espero que entre todos seamos capaces de ir haciendo cada día más para que esta ciudad nuestra sea mucho más conocida, para que sea mucho mejor pagada”. Perfecta antesala, en forma de recibimiento, para la presentación de una obra periodística y literaria en la que el autor hizo lo habido y por haber para evitar protagonismo. Lo consiguió, eso sí, solo a medias. Porque, aunque intentara huir de la primera persona en una improvisada rueda de prensa con intrépidos “periodistas” entre el respetable, qué complicado resulta derivar el agua fuera del cauce del río, poner puertas al campo o, dicho de otra manera, desviar la atención hacia alguien que no fuera él mismo.

Paréntesis aparte, el siguiente en tomar la palabra fue otro “culpable” de que las “Crónicas” continúen cada semana con incisivos análisis que, en honor de la verdad, también conllevan algún que otro quebradero de cabeza. El presidente de DIARIO JAÉN, S. A., Eleuterio Muñoz González, se mostró “tricontento” gracias a un acto “intimista”, celebrado en un “marco incomparable” que refuerza “nuestra apuesta por la cultura”. Logró retener la atención de los congregados con cariñosas palabras hacia una persona que, además de ser el timón del barco del periódico que preside, es su amigo en mayúsculas. Agradeció el apoyo de la Catedral y de la Caja Rural para hacer realidad el sueño de esta noche especial y, tras los saludos que marcan la oficialidad, entró, como los toreros, a matar: “La gente pone en duda los medios tradicionales, y somos los que tenemos mucho que decir en tiempos en los que la llamada autopista de la información nos arrolla. Nosotros apostamos por la información veraz, seria, rigurosa y, por supuesto, cercana a nuestros lectores y a nuestra gente”. Y añadió: “De eso va el libro, lo mismo que los anteriores cinco volúmenes, un trabajo que despierta conciencias, levanta alfombras, y lo que hay debajo de las alfombras, que ofrece una opinión armada, completa y cercana, una radiografía precisa de nuestra gente en cualquiera de los espejos en los que nos miramos. Analiza nuestra vida cotidiana, cuenta a la gente las cosas que le pasan a la gente desde su sapiencia y capacidad periodística”. Se detuvo, especialmente, en la percepción compartida que tiene de su autor: “Juan Espejo es pasión, trabajo, honestidad, honradez y un criterio consecuente con sus decisiones sin esquivar los dardos que llegan, que no son pocos ni fáciles. Son veinticinco años escribiendo estas crónicas, un ejercicio de profesión periodística desde un lugar tan llamativo y singular, desde el sillón de director de Diario JAÉN”. Hubo más: “Poca gente conoce Jaén, las circunstancias, los intríngulis y los avatares de nuestra tierra que este toconero de Jaén o jiennense de Tocón”. Y, en forma de reto, Eleuterio Muñoz lanzó una propuesta a quien definió como “un artista de la pluma”: “Te espero dentro de cuatro años con el Crónicas VII”. El presidente habló de la importancia de la independencia y la libertad a la hora de dar forma al periódico y, con fina ironía, pidió a Juan Espejo: “No incendies mucho las páginas de este periódico”. Sin embargo, de sus palabras se dedujo que está dispuesto a hacer todo lo que esté en su mano para evitar los extintores cuando está en juego la libertad y la independencia. Pasión, ilusión y capacidad de entendimiento son las consignas que el autor del libro recibió de su “jefe” para continuar en la senda de la Dirección de Diario JAÉN. “Lo haces mejor que nadie, si no, ya te hubiera cambiado”, apostilló Eleuterio Muñoz en una presentación singular, amena y divertida en la que triunfó la amistad.

En el lomo se puede leer claramente quién edita y quién patrocina “Crónicas de Jaén VI”, entidades la una y la otra que, aunque en el día a día tienen oficios encontrados, comparten el nombre de Jaén y el objetivo de trabajar por el presente y el futuro de su tierra. Qué mejor madrina que la Caja Rural de Jaén y qué mejor padrino que José Márquez, miembro del Consejo Rector, un prestigiado caballero, la sonrisa eterna y la mano amiga de quienes apuestan por todo lo bueno que resplandece en este mar de olivos. Elogió, en su discurso, la labor que realiza “el medio más leído por todos los jiennenses” y la apuesta que se refleja en sus páginas por ensalzar las tradiciones de sus pueblos y ciudades. Y, directo a la yugular, Pepe para los amigos habló del protagonista que huye de protagonismos: “Juan Espejo es un profesional como la copa de un pino, pero no lo digo yo, lo dicen todos los lectores y un jiennense muy querido por todos, Antonio Pascual, argumenta que Juanito es un gran director que ha hecho, quizás sin saberlo, que Diario JAÉN sea río en lugar de ser laguna y que sea lluvia en lugar de ver llover”. Recomendó la lectura de su obra, de la que subrayó la referencia que hace a personas lamentablemente desaparecidas como Carmen Calleja, Manuel Anguita, Manolo Nieto o Francisco Vázquez. Caja Rural, de naturaleza fundacional y con un marcado acento benéfico y social, cuenta con 155 sucursales repartidas por los 97 municipios jiennenses y 339.500 clientes, por lo que atesora al 50% de la población. Con niveles de solvencia y liquidez que sorprenden en un contexto convulso para el negocio bancario, muestra un compromiso claro con la provincia, lo mismo que el suyo propio que, aunque esté jubilado, siempre se encuentra dispuesto a abrir las puertas de quienes merecen entrar en su casa. Y, entre los ilustres, están Juan Espejo y Diario JAÉN. O viceversa.

Ya entrados en calor, le tocó hablar a un verdadero orador de la palabra escrita, un periodista que despierta conciencias, que cultiva antipatías cuando duele leer la verdad, que piensa antes de darle a las teclas y que, enmascarado en la firma del “señor Jota”, llama al pan, pan y al vino, vino con alma de granadino y pasión jaenera. Juan Espejo, rodeado de sus padres, de sus tres hijos, sus hermanos, familiares, de sus amigos y de sus compañeros explicó el motivo por el que tomó la decisión, con la ayuda inestimable de la Diócesis, de presentar “Crónicas de Jaén VI” en un lugar tan especial: “Es un sitio fantástico, venía mi familia de Granada y quería que conociera la Catedral, y quería hacerlo rodeado de libros que datan del siglo XV y XVI y atesoran la historia eclesiástica y social y la vida de entonces, aparte de las partidas de nacimiento y casamiento de todas las familias de Jaén”. Tras agradecer la presencia de quienes no tuvieron fácil llegar hasta la Catedral en una noche cargada de actividades, se detuvo especialmente en su entidad patrocinadora: “Afortunadamente en Jaén tenemos la Caja Rural. Cuando me hicieron director del periódico iba a las entidades bancarias importantes para ver cosas que podíamos hacer conjuntamente. Tocaba en la puerta y me reunía con ellos aquí mismo. Ahora la única puerta que está abierta es la de la Caja Rural. Todas las decisiones de entidades bancarias con un aval, un activo y un pasivo importantísimo de los jiennenses, tristemente, se toman lejos de nuestra provincia, algo que va en detrimento de nuestro progreso y nuestro desarrollo”. Añadió: “Como decía el gran Manolo Nieto, a cariño no se sale a empatar. Gracias de corazón, Pepe”.

Otra razón importante que movió al director de Diario JAÉN la elección de la Biblioteca Capitular fue la necesidad de compartir un lugar emblemático para aportar un grano de arena en el camino para que la Catedral de Jaén sea declarada por la Unesco Patrimonio de la Humanidad. Incómodo con el protagonismo de hablar en primera persona, dio las gracias a sus compañeros de tarea diaria: “Yo soy el encargado de dirigir, porque así lo comanda y lo decide un Consejo de Administración, pero sin la labor de todos y cada uno de nosotros, no llevaríamos el tiempo que llevamos, no seríamos el principal vehículo de comunicación y de incardinación y un agente dinamizador de la sociedad”. Explicó que Jaén es la única provincia de España donde solo el 18% de la población vive en la capital, por lo que un medio de comunicación que quiera dirigirse a la ciudadanía, irremediablemente, tiene que estar en sus pueblos y ciudades.

Despojado de papeles, guiones y chuletas habituales en un acto como el vivido el viernes en tan original rincón, tuvo un gesto especial para su padre, para su madre —“ellos me enseñaron que la paciencia, la prudencia y la perseverancia son fundamentales en la vida; yo añadí dos ‘p’, pasión y periodismo”—, sus hijos, sus hermanos y, en definitiva, sus amigos. Detrás del atril, lo observaban y disfrutaban en silencio dos periodistas, también reporteros vocacionales, provincianos por convicción y apasionados de un oficio que comparten con la ilusión del primer día: el director de “La Voz de Almería”, Pedro Manuel de la Cruz, y el director del “Diario Córdoba”, Francisco Luis Córdoba. Sorprendidos quedaron con la cercanía, el trato y la proximidad de Juan Espejo con representantes de todos los espectros de la sociedad del ayer y del hoy.

Emocionado, con ganas de romper a llorar como el niño que lleva dentro y el adolescente eterno, el director de toda esta “orquesta” rompió el protocolo y, antes de darle continuidad a la seriedad del momento, convocó una espontánea rueda de prensa en la que reconoció, uno por uno, a sus invitados. Tomen nota los políticos de una comparecencia en la que hubo preguntas y respuestas que a nadie dejó indiferente.

La presentación de “Crónicas de Jaén VI” continuó con un encuentro a tres bandas, moderado y dirigido por la periodista Fátima Jerez, que se convirtió en una verdadera lección de periodismo y de vida. Fue el “maestro” José Luis Borges quien escribió: “Planta tus propios jardines y decora tu propia alma, en lugar de esperar a que alguien te traiga flores”. Ni pintada viene la frase para rematar dos horas con el alma en vilo en las que quedó claro que el libro de Juan Espejo fue tan solo una excusa para brindar por la felicidad.