Como una segunda piel

Emplazada en la calle Llana, donde se concentraban las casas solariegas y palacios de Jaén, este inmueble aúna un diseño moderno con elementos antiguos

19 nov 2017 / 11:22 H.

Hay en la capital jiennense una calle en la que la pequeña nobleza local y las familias hidalgas de los siglos XV al XVIII posaron sus ojos para levantar sus soberbias casas señoriales. Es la antigua calle Llana, también conocida en el callejero como de Francisco Coello. En ella se concentraban “las casas más bonitas de Jaén”, sentencia el propietario de esta vivienda. Pero el modelo habitacional que impuso el siglo XX, con los cambios de vida que lo acompañaban, acabó con muchas de ellas. Afortunadamente, no con todas y esta es una de las pruebas más bellas.

Con 600 metros cuadrados, el edificio, que data del año 1715, como revela un sillar, conserva su distribución espacial original. En torno a un patio principal se distribuyen las crujías que dan acceso a las diferentes estancias de una casa que sus propietarios actuales adquirieron en el año 2002 “en muy buen estado de conservación”. Tanto es así que, al margen del lucernario que protege el patio de las inclemencias meteorológicas y de la adecuación de las cámaras de la última planta en un estudio de arquitectura, sostienen que su aportación se limitó a “completar detalles”.

Han conservado y rehabilitado las vigas de madera, extremaron el cuidado de los pormenores para mantener la línea estética original y el resultado es una casa que aúna el encanto y la singularidad de un modelo de edificación tradicional con una decoración moderna, sencilla y elegante que denota el gusto de sus propietarios por el arte, la belleza y, por supuesto, la comodidad y el ocio, porque hay que resaltar que en ella han criado a sus cinco hijos.

A diferencia de las viviendas actuales, en las que el salón y el comedor comparten estancia, si bien diferenciados por la decoración, aquí están separados en dos habitaciones diferenciadas que flanquean la puerta de entrada y que confluyen, como su enorme cocina o la antigua bodega, reconvertida en salón de ocio para los niños, en el patio central. Una pieza fundamental que sirve de “zona de estar y de reunión”, a no ser que el frío lo impida. En la primera planta se desarrolla la zona de noche de la vivienda. Por ella se reparten dormitorios, baños y también una piscina, cuyo vaso descuelga sobre la zona de ocio de la bodega. En el corazón del casco histórico, esta casa solariega ofrece todas las ventajas de un inmueble moderno. Tanto es así que —confiesan sus dueños—: “Veraneamos aquí”.

El conjunto es una maravilla, una oda a la belleza y un ejemplo de respeto al patrimonio. O, como prefiere resumirlo su propietario, con mayúscula sencillez: “Una segunda piel”.

la pieza central de la vivienda

Con sus azulejos árabes de Mensaque, sus vigas de madera y sus espléndidas columnas de piedra, el patio es absolutamente espectacular. Es la pieza fundamental desde la que se distribuyen el resto de las estancias. Cuando sus actuales propietarios adquirieron la vivienda, instalaron un lucernario que lo protege de las inclemencias del tiempo.

amplitud para jugar con libertad

Rodeados de arte, podría pensarse que el interior de esta vivienda es un museo. Y lo es. Pero, además, es una casa muy vivida, en la que los propietarios subrayan que reciben a muchos amigos y en la que sus cinco hijos han crecido libres, sin las restricciones que imponen otros inmuebles al desarrollo de determinadas aficiones. El patio les ha permitido corretear y, además, cuentan con una zona de ocio con gran amplitud en lo que, originalmente, era la bodega de la vivienda. Además, en el hueco de la escalera que sube desde la primera planta, en la que están los dormitorios, al estudio del padre han tenido un “refugio” que está lleno de clips de Playmobil.

cocina
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Sobre el blanco refulgente de los azulejos de las paredes destacan las cenefas de azulejos de los muebles de madera. La cocina se divide en un espacio para comer y otra “de fregadero y fuego”.

salón
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Con lámparas compañeras a los apliques del patio, esta acogedora estancia tiene 18,5 metros cuadrados. La chimenea de ladrillo es el elemento central.

caza y toreo
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Este traje de luces sintetiza la pasión por la tauromaquia del propietario del inmueble. La subida de la escalera, como el resto de la casa, refleja también su afición a la caza mayor.

estudio
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La piel de una cebra, cazada en un safari en Suráfrica, es la alfombra del despacho. Con la biblioteca en un lateral, las paredes están pobladas de dibujos y planos realizados por el dueño.

estudio
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Abarca la última planta de la vivienda, en la que, originalmente, estaban las cámaras. Sus vigas de madera son casi tan imponentes como las dos cabezas de toro que lo decoran.

comedor
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Como el conjunto de la casa, combina un diseño moderno y sencillo con elementos antiguos. Destaca el piano de principios del siglo XX, que perteneció al bisabuelo del propietario.