Bogavante

    11 sep 2016 / 11:25 H.

    Parece ser que la relación posible entre el bogavante y el ser humano es a través del arroz. Esto hizo que Olegario, de manera inconsciente y ante la oferta de bogavantes, comprara dos. No había hecho nunca una paella con ellos. Pero estaban de oferta. “!!Se lleva usted dos buenos ejemplares. El arrocito va a estar de chuparse los dedos!!!”. Estas fueron las palabras del pescadero cuando le entregó la bolsa. Estuvo a punto de preguntarle: “¿De donde sacan ustedes tanto bogavante?”. Estaba viendo como todo un mostrador contenía una legión de ellos intentando avanzar entre el hielo picado. “Ponga el bogavante sobre la tabla y luego la punta del cuchillo sobre la frente. Con un movimiento rápido clave el cuchillo a la vez que lo baja para partir la cabeza en dos partes longitudinales”. Olegario sigue los pasos extraídos de internet. El bogavante cruje y mueve las patas. No hay sangre. La cabeza contiene un líquido espeso y desestructurado que se desparrama por la tabla. En la cabeza del bogavante están todos los órganos (corazón, estómago, hígado, páncreas, gónadas y riñones), y todo el sabor según el chef. La cola la parte en rodajas y el sonido quebradizo se prolonga. Pero la cola es simple, todo carne y la recorre una arteria junto con el intestino. Desarticula las pinzas para dar más sabor al caldo. Olegario se para aquí. Está exhausto.

    El bogavante que le queda, también está vivo, incluso unas burbujas aparecen en su boca. Para Olegario se ha hecho todo ojos. Unos ojos pedunculados, misteriosos, adaptados al agua. Olegario se pregunta: ¿Habrá visto algo de lo que he hecho?. ¿Llegará a entenderlo?. Las gomas amarillas sobre las pinzas le aportan aspecto de mártir. Hace ruido en la bolsa de plástico; unas veces es como un rasguño y las otras como un golpe seco. Se imagina como tiene que haber pasado los días en la nevera: sumergido en una oscuridad perfecta. Conectándose y desconectándose el compresor. Toma el bogavante y nota la resistencia mediante movimiento de sus pinzas y el tacto de sus patas traseras contra su mano. Decide no enfrentarse a él.

    El nombre de bogavante (bogar y avante) viene a expresar que se trata del primer remero de cada banco de una galera. Sus otros nombres son lobagante y lubigante —que significan guepardo— y se lo pusieron los griegos, por el aspecto feroz que le dan sus pinzas. Olegario mete al bogavante en una nevera portátil, se monta en el coche y decide conducir trescientos quilómetros hasta la costa. Es sábado y es de noche. En una de las estaciones en donde toma café tienen un acuario con un cartel: “Se hace arroz con bogavante por encargo”. Sigue hasta llegar a la costa. El paseo marítimo está solitario. Baja hasta la playa. Quita las gomas amarillas al bogavante y lo lanza al mar. Cuando entra en la casa, su mujer está en la cocina; se acaba de levantar: “¿De dónde vienes?”. Olegario le enseña unos churros que ha comprado.