Aprendizaje sin edad

A menudo, la vida da giros y los alumnos se convierten en maestros. Es el caso de un profesor de Adultos que comenzó sus estudios en uno de estos centros

25 jun 2016 / 21:43 H.

Mi nombre es Juan Pedro Moreno Fernández, natural de Torredelcampo, y un día como hoy mi vida cambió tanto que todavía estoy recogiendo los beneficios de ese cambio. Decidí estudiar con 33 años y escogí el acceso a la Universidad para mayores de 25 años porque mi contexto familiar y laboral no me permitía otra opción.

Tras haber trabajado en varios empleos, de los cuales solo uno casi cumplía el convenio laboral, tomé una decisión. Tenía que volver a estudiar y recibir una formación que me abriera nuevas oportunidades profesionales y personales.

Me caracteriza una férrea voluntad y el enorme deseo de mejorar mi vida en general. Ahora bien, tenía que estudiar por mi propia cuenta y de forma responsable, adecuándome a nuevas situaciones. Resultaba difícil hacerlo yo solo y necesitaba motivación para volver a ser un estudiante de nuevo. En esos momentos, yo trabajaba incluso los sábados para una empresa. En la Escuela de Adultos encontré la solución para compaginar trabajo y estudios. Todo en la vida tiene ventajas e inconvenientes. El factor tiempo fue mi más seria dificultad, debido al horario de trabajo y al poco tiempo del que disponía. La educación en Adultos fue mi mejor oportunidad ya que pude estudiar y trabajar a la vez, rentabilizando el tiempo tan escaso del que disponía.

Aprendí que la motivación y el interés están ligados, ya que no basta con tener múltiples habilidades si no existe un interés por alcanzar una meta. Ambos factores resultan imprescindibles: Estar motivado y ansiar ese título universitario que te permita afrontar nuevos retos. Mi primer día en la Escuela de Adultos me planteó serias dudas sobre si ese era el lugar que buscaba para acabar con mi frustración personal. Pero, al cabo de unas semanas, comprendí que había encontrado el lugar idóneo y el apoyo necesario y adecuado para emprender un nuevo proyecto. Ese día, mi sueño de estudiar empezó a hacerse realidad.

Los meses transcurrían poco a poco y el día del examen para el acceso a la Universidad para mayores de 25 años se acercaba. Nervios, emoción, miedo golpeaban dentro de mi cabeza y, sobre todo, grandes deseos de terminar lo antes posible para poder ver los resultados e iniciar mi andadura como universitario a los 33 años.

Alcanzar mi sueño solo dependía de mí, de mi esfuerzo, del amor y la vocación que yo sentía por lo que iba a estudiar, de mi empeño en sacar adelante un nuevo proyecto de vida. Un día, mientras permanecía en clase, empecé a construir mi enorme quimera: convertirme en un excelente maestro y, desde mi profesión, poder contribuir a mejorar mi entorno.

Hoy, felizmente soy maestro en un centro de adultos. Cada vez que los alumnos y alumnas se presentan a las pruebas libres, me contagian y me hacen revivir esos momentos previos a los exámenes. Alumnos y alumnas mayores de edad y con diferentes edades, con diversas historias que compartir y con diferentes necesidades, pero todos y todas con un proyecto en común que arranca en los centros de adultos.

Independientemente de la edad que tengas, si por circunstancias de la vida no has podido continuar tus estudios y quieres obtener el graduado en ESA, superar las pruebas grado medio, grado superior o el acceso a la universidad para mayores de 25 años, acércate al centro de adultos de tu localidad y pide información porque es una gran oportunidad que no deberías desaprovechar. Al igual que el amor, el aprendizaje no tiene edad.