“Adalid” de Jaén en la Tierra

Inquieto y enamorado de su patria chica hasta la médula, el jiennense Manuel García Cárdenas ha rechazado ofertas laborales más que sabrosas para no tener que dejar Jaén, pese a ser un hombre de mundo

15 abr 2018 / 10:46 H.

Pensaba el gran Descartes —lo hacía mucho y bien— que aquel que emplea demasiado tiempo en viajar, acaba por ser extranjero en su propia tierra natal. Sin enmendarle la plana al autor del “Discurso del método”, lo cierto es que enamorados de su patria chica hasta la médula, incluso hasta ser capaces de rechazar suculentas ofertas laborales, haberlos, como las meigas, haylos; gentes que, por más atractivos que les ofrezcan otros destinos, se aferran al terruño aunque, eso sí, disfrutan conociendo mundo como un crío con un juguete nuevo. Turistas permanentes, podría llamárseles.

Entre ellos —viajeros incansables, constantes buscadores de lugares insólitos, ávidos de acentos extranjeros—, el jiennense Manuel García Cárdenas merece un lugar destacado, si se atiende a su afán de ampliar horizontes. Sí, este auditor de seguridad informática —“hay gente pa tó”, le dijo Rafael El Gallo a Ortega y Gasset cuando fueron presentados en un hotel madrileño e informaron al torero de que don José era filósofo—, hecho a sí mismo a partir de un tesón admirable —sin pasar por la Universidad ha llegado a convertirse en docente de másteres en las universidades jiennense y granadina—, se siente como pez en el agua cuando en tren, avión, barco, autobús o en el “coche de San Fernando”, quema kilómetros y lo mismo pasea por las calles de la vieja Europa que se le puede encontrar en China, Egipto, Jordania o cualquier país sudamericano.

No viaja por trabajo, no; antes bien, puso como única condición a su actual empresa —a la que llegó hace aproximadamente un año— ejercer desde Jaén, más concretamente con su propia casa como “oficina”. Su gusto por explorar el planeta —asegura— nació en Madrid, adonde arribó allá por el año 2000 para trabajar en una compañía después de ejercer como programador en el mar de olivos. La capital de España fue para él todo un descubrimiento, que le abrió las puertas de nuevas amistades en gran parte responsables de su afición viajera. García, mientras acudía a su empleo en una subcontrata del Ministerio de Defensa, comenzaba también su inacabable periplo.

Ocho años en la ciudad del oso y el madroño que aprovechó también para conocerse el mapamundi al dedillo: “He estado en Francia, Italia, Malta, Holanda, Reino Unido, Islandia, Bosnia, Servia, Kosovo, Perú... Incluso en Transnitria, un país autoproclamado en el que se concede un pase que solo dura doce horas”, manifiesta el jiennense. El fin de la primera década del siglo XXI traía un pan bajo el brazo para Manuel García, que escaló peldaños profesionales y, en Telefónica, su nueva empresa, empezó a desempeñar puestos de responsabilidad, bien pagados y con condiciones estupendas, para los tiempos que corren. Una situación económica que, sin embargo, no cambió su estilo de hacer turismo. Y es que García asegura que “para viajar no hay que tener dinero”: “Pasé un fin de semana en Varsovia por ciento cincuenta euros, incluido vuelo, alojamiento y comida”, asegura. El secreto, dice, está en adaptarse a hostales y pensiones modestas, compañías aéreas de bajo coste y, así, utilizar los fondos disponibles para sacar el mayor partido al viaje.

Así es Manuel García Cárdenas, tan de Jaén como del mundo entero, enamorado de cuanto es posible encontrar lejos de su tierra tanto como de los paisajes que encierra Jaén, que no cambia por nada pese a que, continuamente, planea nuevos viajes con su grupo de amigos, “ideólogos” del blog Medio Penique. Sus próximos destinos los llevarán a las maravillas del mundo que aún no han visitado, esa lista de lugares increíbles en la que García afirma, tajante, que falta un nombre: Jaén.

un gran currículo

Manuel García Cárdenas estudió Formación Profesional en Jaén, concretamente Administración de Sistemas Informáticos. Se considera un “autodidacta de la seguridad informática”, pero lo cierto es que su currículo evidencia también su modestia. La cantidad y la calidad de cursos y especialidades que pueblan su trayectoria es amplia y notable, de ahí que no le hayan faltado nunca ofertas interesantes en el ámbito laboral. Sin duda, una de las más altas cotas alcanzadas por este jiennense es su dedicación docente; no en balde, García Cárdenas considera un honor el haber llegado a convertirse en profesor externo en universidades como las de Jaén y Granada, en cuyos másteres relacionados con su trabajo imparte clases. También se siente muy satisfecho de haber vuelto al instituto en el que estudió —Virgen del Carmen— para ofrecer charlas a los estudiantes.

“lujos” pequeños

Tiene claro que adaptarse a alojamientos modestos, viajar en cualquier medio de transporte o no ser demasiado exigente con las comidas durante los viajes es la mejor manera de hacer más elástico el presupuesto disponible. Economizar es una de sus máximas cuando se trata de conocer mundo, y confiesa haber vivido auténticas aventuras para que el dinero le diera más de sí en sus destinos. Sin embargo, deja claro también que se permite algún que otro lujo cuando visita otro país, como disfrutar de un yacuzi en alguna jornada de sus viajes, o comer mejor de vez en cuando. En cuanto a los “souvenirs”, García afirma que su equipaje de vuelta incluye siempre tres recuerdos imprescindibles: monedas de curso legal del país en cuestión, tarjetas postales —dice tener un “taco”— y algún recuerdo típico del lugar.

jaén, su centro de operaciones desde el que salir para recorrer el planeta
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“Aquí vivo muy bien, Jaén es una ciudad muy bonita y, además, barata”, expresa Manuel García Cárdenas, que no ahorra elogios hacia su tierra natal. Incluso, asegura que invita a sus amigos a conocer la provincia y que, cuando algunos de ellos se han decidido a venir, se han marchado encantados con la experiencia: “Mucha gente piensa que Jaén solo es aceite y olivos, pero cuando vienen se dan cuenta de que tenemos los mejores parques naturales, la mayor cantidad de fortalezas y un montón de rincones increíbles, como Las Chorreras, en Valdepeñas, o Los Cañones”, dice, entusiasmado. Aquí tiene a sus padres, jiennenses como él y que, por circunstancias de la vida, no conocieron un país extranjero hasta el año pasado, cuando Manuel García les regaló un viaje a Italia al que los acompañó. Cuenta que aquellos cuatro días en la Ciudad Eterna fueron uno de sus mejores viajes, pese a que el vuelo se desarrolló en medio de una gran tormenta y un rayo cayó sobre el avión, afortunadamente sin mayores consecuencias.

como “dioses”
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Manu García y tres de sus amigos viajeros, bloqueros de “Medio Penique”, ante el majestuoso y monumental Panteón de Atenas, durante su viaje a tierras griegas, que realizaron en el año 2015. La historia milenaria de este destino, sus impresionantes ruinas, forman parte del álbum de la memoria de este aventurero de aquí.

moscú, 2016
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Tan típica como sorprendente, la fotografía muestra a un “monstruoso” Manuel García Cárdenas en un momento de su visita a tierras rusas, en concreto en la moscovita Plaza Roja. La célebre y reconocible arquitectura del país le pone un singularísimo telón de fondo a la imagen y muestra la particularidad del arte del país.

todo un faraón
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Delante de las míticas pirámides egipcias del Valle de los Reyes, un veraniego Manu García posa para una fotografía, en 2017, de esas imprescindibles en cualquier álbum que se precie. Tanto ha viajado, que incluso muestra el gesto típico la “V” de la victoria que los japoneses adoptan cuando se les toma una foto.

el mundo a sus pies
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La maravillosa calma de la ciudad inca de Machu Picchu es el escenario en el que un satisfecho García se deja llevar por la belleza del paisaje, que se derrama a sus pies camino de una lejanía de montes y nubes realmente insuperable. Es uno de los últimos viajes que ha realizado, del que regresó hace tan solo unos días.