Una ruina con 4 millones perdidos

La Junta lleva 5 años intentando recuperar un incentivo que se “tragó” la fábrica de Dhul que prometió Nueva Rumasa

08 mar 2016 / 09:20 H.

Si se va al Parque Empresarial Nuevo Jaén y se ve lo que, un día, Nueva Rumasa dijo que sería una fábrica de Dhul y la Junta y mucha gente de esta tierra lo creyó, invade un sentimiento: pena. La silueta de hormigón de la planta de comida preparada es una ruina. Esta “pintarrajeada”, los paneles de aislamiento se ven quemados o en el suelo y todo lo que se podía medio vender en el mercado negro ya no está. Solo queda hormigón y bastante nostalgia de aquel 22 de enero de 2010, día en el que se puso la primera piedra.

Iba a albergar a 75 trabajadores —los ex de Primayor y de Cárnicas Molina—. En cambio, allí solo se ven ratas y conejos en un escenario de ruina en el que se perdieron 4 millones de euros. Sin embargo, no es un galeón hundido. El “tesoro” allí no está. Más bien, parece que no está en ningún sitio. La Junta ahora cumple cinco años de trabajo para intentar recuperar el dinero o, al menos, una parte, ya que todo parece difícil.

“Somos un acreedor más que estamos personados en el procedimiento que se instruye en el Juzgado de lo Mercantil de Granada. Sabemos que está en fase de liquidación, pero no tenemos novedades del incentivo que ofreció la Agencia IDEA”, señalan desde la Delegación del Gobierno andaluz en Jaén. Precisamente, el dinero se concedió dentro de un expediente que serviría para realizar la construcción y el equipamiento de la fábrica. “Se hizo en función de la Ley General de Subvenciones de Andalucía después de constatar que la situación de la empresa no era mala”, afirma el Gobierno andaluz. De hecho, la presentación de la documentación relativa a la empresa era una condición indispensable para conceder la ayuda. Se hizo y se le dio el visto bueno. No obstante, también hay que tener en cuenta que la propia Nueva Rumasa utilizó esta planta para captar inversores en un procedimiento que, al final, terminó en los tribunales. La Junta de Andalucía ingresó a Dhul el dinero en febrero de 2009 —cuando se aprobó el expediente—. Sin embargo, el embrollo legal en el que se encuentra este proyecto fallido de industria hace que se haya perdido “el collar y el perro”. La futura planta es una estructura de hormigón, que forma parte del patrimonio de Dhul que todavía hay que liquidar o, lo que es lo mismo, hacer dinero. Y curiosamente, los euros públicos sirvieron para que la obra se pusiera en marcha. Pero, ahora, la Junta no es más que un acreedor más, que tendrá que esperar su turno dentro del proceso de liquidación y cobrar cuando se lo diga el juzgado. Tampoco está claro si recuperará parte del dinero que dio, ya que existe una larga lista de acreedores que se tienen que satisfacer. Mientras tanto, el inmueble es una auténtica ruina que está en venta, pero que no encuentra comprador.

una verdad “a medias”. El incentivo de la Agencia IDEA, que llegaba desde la entonces Consejería de Innovación y Ciencia, exigía que la empresa tuviera una situación saneada y que se pusiera en marcha la obra. Esto se cumplió a medias. Los trabajos sí que se pusieron en marcha, pero la compañía pertenecía a un conglomerado económico —holding empresarial— en el que la matriz afectaba al resto, por lo que cualquier tipo de anomalía resultaba más difícil de determinar. Como Nueva Rumasa enfermó, todas sus satélites siguieron su misma suerte y, al final, todas se fueron “al hoyo”.

Se salvaron 2,4 millones “in extremis”

Dhul tenía concedidas dos ayudas. Por un lado, estaban los 4 millones de la Agencia IDEA, que sí que los cobró. En cambio, la Consejería de Agricultura también le aprobó 2,4 millones de euros más, que servían para impulsar la puesta en marcha de la actividad industrial, que se basaba en platos preparados. Sin embargo, este dinero se salvó “in extremis”. No se le pagó y la ayuda se pudo anular durante enero de 2013.

La fábrica eólica no salió tampoco

Dhul pertenecía a un plan que emplearía a los extrabajadores de Primayor. Venía junto a una empresa eólica, que pertenecía al Grupo Proasego. Sin embargo, parece que este plan industrial, que coincidió con el auge de la depresión económica, nació gafado porque el proyecto tampoco salió adelante. No obstante, este no se llevó ni un solo céntimo de ayudas públicas en forma de incentivos.