Una carrera contra los prejuicios

“Síndrome de Down” pide que la ley educativa valore el esfuerzo de estas personas

22 mar 2017 / 11:19 H.

En la lucha, constante y denodada, por la inclusión social, el Día Mundial del Síndrome de Down celebró la “visibilidad” que ha logrado el colectivo en la última década, pero, sobre todo, fue reivindicación. Porque, para que las personas con síndrome de Down puedan “expresarse, ser escuchadas e influir en la política y la acción del Gobierno con el fin de que se integren plenamente en las comunidades” —como rezaba el lema de este año— queda mucho por hacer.

En España, hay cuatro millones de personas con discapacidad (esto es, más del 8,5% de la población) y en uno de cada cinco hogares (lo que representa el 20% del total) vive, al menos, una persona con discapacidad. “Hemos conseguido darle visibilidad y que ya no dé miedo decir ‘síndrome de Down’, pero hemos entrado en una especie de rutina. Parece que lo sabemos todo y no sabemos gran cosa”, criticó la presidenta de “Síndrome de Down”, Lola Gómez. Como subrayó el gerente de Down España, Agustín Matía: “No basta con que estos niños estén en las aulas”. La integración en las aulas ordinarias se queda en nada si, al final del proceso educativo, no logran el graduado en Educación Secundaria Obligatoria (ESO). La ley educativa no reconoce los apoyos, ni las adaptaciones curriculares. El resultado de este “desajuste legislativo” —como lo calificó Gómez— es que “el esfuerzo que hacen no se está reconociendo como se debería”.

Llegar a la Universidad, como hizo el laureado Pablo Pineda, primer europeo con síndrome de Down en graduarse en la Universidad y ganador de un Goya al Mejor Actor Revelación en 2010 por “Y tu también”, es “impensable”, consideró Gómez. Es, incluso, complejo que accedan a la Formación Profesional. Pero apuntó: “He sido enseñante y no veo impedimento en que se les dé un título de graduado en ESO, porque con él se pueden apuntar a otros cursos y ganar en autonomía y habilidades sociales”. Y, de ahí, acceder a un mercado laboral que todavía se les resiste. De hecho, esa es la “gran asignatura pendiente”. De los más de 220 socios con los que cuenta “Síndrome de Down” en Jaén, según su presidenta, apenas “8 o 9” tienen un empleo. Una cifra ínfima cuya reversión no está únicamente en manos de las empresas, puntualiza Gómez, que recuerda la existencia de una responsabilidad social corporativa y de bonificaciones a la Seguridad Social por la contratación de estas personas con capacidades diferentes. Desde la perspectiva de Gómez, para reducir el abismo laboral que existe entre quienes tienen Síndrome de Down y los que no, es preciso que los primeros estén bien formados, tengan habilidades sociales y quieran trabajar. Para eso, Gómez considera fundamental el estímulo de los padres y, sin embargo, “se están acomodando”. “No quiero herir a nadie, pero sacar adelante a un hijo con síndrome de Down se consigue día a día, procurando su autonomía y fomentando sus habilidades sociales para el día de mañana. La labor de la asociación es luchar con ellos, con las familias y la de las administraciones, garantizar la integración”, resumió. Y por lo que respecta a estas últimas se mostró satisfecha con el respaldo que “Síndrome de Down” recibe de ellas.

Ese apoyo quedó en evidencia en el acto conmemorativo del Día Mundial que acogió la Universidad de Jaén (UJA) y al que asistieron representantes de la Junta de Andalucía, de la Diputación y del Ayuntamiento. En él se leyó un manifiesto en el que se abogó por construir una sociedad en la que las relaciones entre las personas con síndrome de Down y las que no lo tienen estén normalizadas.